cuatro

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Pov Jungkook

Me gustaba este momento. Sólo había silencio y él hablaba de las nubes. Quizá nunca había escuchado algo tan coherente salir de sus labios.

Tal vez nunca me di el tiempo de escucharle.

Sus palabras quedaron en mi interior y comenzaron a brincar de un lado a otro, abriéndome los ojos ante algo que jamás había pensado.

Las nubes, eran tan bonitas.

Pocas veces me daba el tiempo de admirar el cielo.

Sentí el viento calarse y atravesar mi cuerpo, el aire se mezclaba con olor otoñal y tabaco.

— Ellas nos están mirando ahora— pensé en voz alta.

Las nubes.

Era loco pensar que entre tanta gente en el mundo y tanta cosas más allá había un espacio dedicado a nosotros y el cielo nos mirase justo ahora.

Sentí sobre mí una mirada muy intensa. Me giré y allí estaban sus ojos sobre mí.

¿Por qué me observas así?

Los poros de su piel se veían tan suaves, todo era nítido tan de cerca. El parecía mirarme como si hubiese encontrado en mis pupilas algo maravilloso.

El timbre sonó y salí de aquel ensueño que era mirarle.

¿Por qué me siento de este modo?

Por primera vez no tenía tantas ganas de volver a clases, simplemente quería un rato, unos segundos más en este hermoso silencio.

Pero yo no era así.

— ¡Legaremos tarde!

Observe a lo lejos quitando de mí su mirada.

Era imposible mantenerla tanto tiempo, intimidaba.

Me ponía nervioso, me sentía expuesto.

— Y eso que importa —mascullo.

Sentí un fuerte apretón en mi camisa, me empujo desde el hombro e impacto con fuerza mi espalda contra la pared.

Mi cuerpo sencillamente no podía reaccionar porque no sabía que estaba pasando. Fue todo un gran arrebato.

Los segundos fueron en cámara lenta, o al menos así lo recuerdo.

Arrinconó mi rostro contra el suyo. Note cada lunar que su rostro mostraba, parecían colocados en una ubicación perfecta. Relamió sus labios para mojarlos, cerro sus ojos con lentitud y pude apreciar cuan largas eran sus pestañas, y los sentí de inmediato sobre los míos. Sus labios, sus jodidos labios en mí, sobre mí. 

Era cálido. Se sintió caliente y pegajoso.

Fueron sólo segundos y lo sé ¿Por qué entonces? Joder ¿Por qué todo parecía durar una incómoda eternidad?

Se alejó de mis labios y sonrió de una manera que no comprendí, hasta que pronuncio esas palabras: — ¿Quieres salir conmigo, Jeon?

Algo reía dentro de mí amargamente.

Él esta bromeando.

Una de sus sucias y asquerosas bromas.

— Eres un imbécil —soltaron mis labios sin pensar.

Él repitió sus palabras pero ya sin preguntar, ahora lo estaba ordenando. 

Me estaba tomando por estúpido.

Estaba jodiendo conmigo.

Fuiste demasiado lejos Kim.

— ¡¡¡Eres un imbécil Kim!!! —solté mientras la rabia me invadía poco a poco.

Empuje su anatomía lejos de mí y luego avancé a pasos molestos para sostenerle de la camisa y propinar en el rostro que hasta hace minutos admiraba un golpe duro y certero.

Le vi desplomarse en el piso.

¿Sonreír?

— ¿De qué te ríes infeliz? —solté con un nudo de ira en la garganta — ¡Me estás viendo la puta cara de tonto!

Tambaleando se puso de pie y sacudió su ropa.

Elevo su mirada hasta mí, penetro directo en mis ojos. Su cabello largo caía entre su mirada, pero sus iris y los míos estaban conectados desafiándose el uno al otro.

— Hablo en serio —susurro.

Su entonación y sus ojos.

— Que te jodan— rabie decidido a alejarme y volver a clases.

El corrió tras de mí y me tomo por detrás.

Hizo caminar mis pasos hasta la pared estampándome de cara a ella.

Sus piernas acorralaban las mías y sus manos tomaron mis muñecas. Se ubico en el hueco entre mi cuello para hablarme a la cara.

Mi rostro raspaba contra el cemento y la pintura del mural.

— Hablo muy enserio, mi pequeño niño genio —susurro en mi oído.

Algo dentro de mí se revolvió. Los bellos de mi cuerpo se erizaron y me sentí débil, como si mis músculos se volviesen de plastilina. Sentía el estómago blandito.

Era, era una sensación horrible.

Sus labios besaron mi oído y ante aquella sensación nueva mi cuerpo se sacudió bruscamente alejándolo de mí.

Volví a golpearlo, impacte en su estómago. Era venganza. Sí el no sentía como yo le haría por la fuerza sentir este dolor.

Así era justo.

Tomo de su vientre y yo aproveché a huir.

No me sentía bien, me sentí horrible. Y aún peor me hacía sentir el hecho de que lo que más mal me ponía fue el haberle golpeado. No sé si era arrepentimiento, pero sólo sé que pensar en eso ahora me hacía sentir muy mal.

Fue peor cuando el profesor en clases preguntó por el: — ¿Dónde está Kim?

Mire hacia otro lado haciéndome el desentendido.

Sólo pensar en su nombre hacia picar mis labios.

Como imbécil deseaba tocar la zona besada, pero no lo haría, me resistía.

Un supervisor entro en el aula para charlar con el profesor. Deseaba como nunca que este día terminase para irme a casa.

— Kim está en la enfermería —dijeron— He ira a la dirección, al parecer estuvo involucrado en una pelea.

Ay... no.

Esto era mi culpa.

No, su culpa.

Su jodida culpa.

School Of Idiots In LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora