7.

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DRIES

Estaba molesto, e incluso eso se quedaba corto, Damon tenía a Amy pero aparecer eso no le importaba a Serena, quien se la paso todo el tiempo que podía junto a él.

Durante el almuerzo fue peor, tuve una gran fuerza de voluntad al no clavarle el tenedor a mi amigo, quien tenía toda la atención de la chica que amaba.

Pase cada minuto deseando volver a casa y alejarme de ella, quería poner en orden mi cabeza, iba caminando hacía el estacionamiento cuando ella se pato frente a mi.

-¿Me puedes llevar a casa?- miraba hacía el suelo.

-¿Y Damon?- escupí.

-Llevara a Amy a su casa- ella suspiro- Si no quieres puedo ir caminando...

-Te llevaré.

Ella camino a mi lado, parecía nerviosa y jugaba con un extraño anillo en su dedo. Era la primera vez que la veía usar joyería.

Cuando subimos al auto, me dedique a ver la piedra negra que portaba, era un anillo bastante sencillo, evidentemente era de plata, ella seguía jugando con la priedrita nerviosamente y observaba por la ventana.

-Lindo anillo- susurré.

-Gracias.

-¿Damon te lo dio?- probable había sido así pero quería oírlo de sus labios.

-No, es un regalo de un...amigo, un viejo amigo- explico, parecía perdida y no dije nada mas.

Maneje sin aumentar la velocidad, era egoísta de mi parte pero quería pasar mas tiempo con ella.

-Este no es el camino a casa- la escuche decir- ¿A dónde vamos?

-A un lugar especial.

-Tenemos que ir al instituto mañana...

-Nos tomaremos el resto de la semana.

No dijo nada más, suspiro aburrida mientras dejábamos atrás los grandes edificios. Los árboles y el color verde empezaban a dominar el lugar.

Serena se quedo dormida antes de llegar a las afueras de Crystal Moon, sus mejillas estaban rojas y su pecho subía lentamente. Mi auto se impregno con su dulce aroma.

Al llegar a la casa, la desperté, sus maravillosos ojos azules me enfocaron de inmediato.

-¿Dónde estamos?- pregunto preocupada.

-En un lugar especial- ella fruncido el ceño y observo el lugar.- Es una casa de mis padres, veníamos aquí cuando era niño.

Ella asintió lentamente, nos bajamos del auto y caminamos a la casa. Serena parecía maravillada con la casa, observaba los cuadros que colgaban en las paredes.

Tome su mano y la guíe hasta el "jardín" trasero, ella se llevo las manos a la boca.

-Es precioso Dries.

Corrió por el césped, y se detuvo a unos pocos pasos del lago.

-Me alegra que te guste Serena.- dije con total sinceridad.- A mi madre también le gustan las rosas rosas.

La Luna brillaba solemne en el cielo estrellado, los pétalos de los árboles que ahí florecían, volaban con el viento, las rosas esparcían su aroma y Serena...

Serena estaba parada frente al lago, contemplando la imagen hasta el último detalle, la sonrisa de felicidad en su rostro me hizo sentirme orgulloso.

Me acerque a ella sin hacer ruido y la abrace por detrás, quitando lentamente su peluca y sintiendo como se tensaba en mis brazos.

-Nadie esta aquí Serena, eres libre- susurré a su oído y dejo que le quitara ese estorbo de la cabeza.

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora