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DRIES

El terror en los ojos de Serena me alarmó, se podía sentir su miedo en toda la habitación, el hombre nos observaba sin decir nada.

Serena se levanto, temblorosa y con los ojos bañados en lágrimas.

-Por favor, basta de esto- suplico llevándose las manos a su rostro.

-Mi bella Serena- él se acerco a ella y quito sus manos- ¿No entiendes? Tú deberías ser sólo mía- la abofeteo y ella cayó al suelo.

Me levante y me abalanse contra él, no podía ver nada. Todo se torno rojo, la ira corría por mis venas. Mis puños impactaban contra su rostro, manchándose de sangre.

-Dries, basta, por favor- pidió ella, abrazandome por la espalda y alejándome de aquel tipo.

Su mejilla estaba roja y la acaricio suavemente, sus mejillas aún tenían lágrimas, bese sus labios con cuidado.

-Serena, jamás escaparas de tu destino- voltee a verlo.

-¡Por el poder de la luz lunar!

Serena se transformo, una luz inundo el cuarto, su lindo uniforme blanco con plata, supongo que siempre supe que era ella.

-No quieres hacerme enfadar- el hombre gruñó.

-Por el poder de la Tierra.

El tipo me observo con sorpresa, y después curvo una sonrisa sarcástica llena de satisfacción.

-Pensaba castigar a tu amigo por besarte- rió entre dientes- Ahora que se quien es, debo matarlo.

-¡Sobre mi cadáver!- rugió ella.

-No, princesa, sobre el de él- afirmo.

Antes de que se acercara a Serena, me interpuse entre ambos, dándole de lleno un puñetazo en el rostro. Sólo sonrió, empezamos a pelear a mano suelta.

Serena intentaba ayudarme pero no se lo permitía, antes muerto a que la tocara de nuevo.

-¡No!- la escuche gritar.

Un dolor agudo me atravesó.

Me ardía el vientre, caí de rodillas y sentí algo caliente, mire en dirección al suelo...era sangre.

-¡No! ¡Endimión!- la vi gritar y forcejear con el hombre.

-¡Calmate princesa! ¡Tú príncipe no te salvará!

Ella se soltó de repente y le dio una patada fuerte en el estómago, mandándolo al piso, continuo golpeándolo hasta que se harto.

-¡No soy una princesa! ¡No necesito un príncipe azul que me salve!- corrió a mi.

Cada vez sentía menos fuerzas. Sentí sus manos en mi rostro, sus labios cálidos en mi boca, puso mi cabeza en sus rodillas, sus lágrimas caían en mi cara.

-Serena...- levante débilmente mi brazo, y mis dedos rozaron sus mejillas- Te amo.

Entonces sentí como mi alma salia de mi cuerpo y cerraba los ojos.

SERENA

Estaba segura de que los vecinos escuchaban mis gritos, mi llanto desenfrenado. Mi corazón se estaba rompiendo.

Había mucha sangre en el piso, mas de lo que me gustaría admitir.

Dries cerro los ojos

-¡NO! ¡ENDIMION!- grite, acaricio su rostro desesperada- Abre los ojos mi amor, abrelos, por favor...te amo- suplique.

-Él jamas volverá a ti- murmuro Orfeo.

Lo quería destrozar con mis manos, quería que sintiera el mismo dolor que me consumía. Esa noche Damon había disuelto por completo el hechizo que Amy le puso. La niebla en su mente se disolvió, la luz de su corazón venció la oscuridad. Y se arriesgó por mi.

Quitando de mi dedo aquel anillo, quitando la oscuridad de mi.

Orfeo sabía que así fue, estaba segura, lo vi en sus ojos en cuanto nos encontró.

Lo haría pagar.

-¡Dios mío!- vi a Meissa detrás de nosotros, las manos en su boca.

Andrew, la sujeto al ver sus piernas temblar. Nashira apretó los puños y Damon se puso en guardia.

-No pueden vencerme- afirmo Orfeo- No pudieron cuando destruí su reino y no podrán ahora.

-Endimión, te juro, por mi amor, que te protegeré- prometí, aunque sabía que era inútil.

Una intensa luz dorada brillo en su pecho. Extrañamente sabía que hacer, puse mis manos en su corazón y sonreí.

-Endimión.

Sentí mis fuerzas agotarse, vi como aparecieron pequeños mechones de color plata en mi rubio cabello. Mi piel resplandecía por si sola.

-La piedra Lunar- susurro Orfeo.- Lo que mas te importó, siempre fue uno.

Entonces recordé mi último deseo.

Protegerlos.

Escondí la piedra en el cuerpo de Endimión, sabiendo que lo protegería, junto a aquellos a quienes mas amé.

Su herida cerro, y la sangre dejo de brotar.

-Serena- fue lo primero que dijo para después abrir los ojos. Esos profundos y enigmáticos ojos azul zafiro.

-Volviste, mi dulce y amado Endimión.- junte nuestras frentes, sintiendo algo cálido recorrer mi cuerpo.

-Que bellísimo momento, pero Serena es mía.

Endimión se levanto del suelo, la piedra estaba en mis manos, la observe y luego a nuestros amigos, ellos asintieron y trataron de atacar a Orfeo.

Pero algo se los impidió, una barrera negra envolvió a Orfeo, y al chocar con ella, todos cayeron.

"Por favor, protegenos"

La piedra brillo en mi mano, mis pensamientos viajaban a la velocidad de la luz.

Mis amigos estaban en el suelo heridos y sabía que esta vez podía perder a Dries de manea definitiva.

-Iré contigo si perdonas su vida y los dejas ir- susurre- Seré tuya Orfeo.

-Serena- suspiro Orfeo- Al fin piensas con la cabeza.

-¡Ni si quiera lo pienses!- trague el nudo que estaba en mi garganta y negué suavemente, no me marcharía con lágrimas en los ojos.

-Dejame despedirme, por favor- le suplique a Orfeo.

-Cinco minutos- gruño y asintió a Amy, quien le siguió.

Ahí estábamos.

Cruzamos mares de estrellas, de tiempo, sobrevivimos al cambio. Estábamos juntos de nuevo, pero yo sentía que estábamos mas lejos que nunca.

Lo vi.

Esos ojos azules, igual que los mares de su planeta.

Mi príncipe y mi salvador.

Lo amaba de todas las maneras posibles, me salvo de todas las maneras posibles.

-No te vallas- suplico y cayo a mis pies. Baje lentamente hasta él y tome su rostro entre mis manos.

-Es el único camino- susurre- Les matara si no lo sigo, me siento débil e impotente.

-Yo te protegeré de él, se que no me necesitas, eres fuerte e inteligente, pero permiteme cuidar de ti.- sujeto mi rostro.

Lo bese lentamente, sentí las lágrimas rodar por mis mejillas. Este era el adiós.

-Por toda la eternidad- susurro contra mis labios- Te encontraré e iré por ti Serena, eres mi universo.

-Dries...

Sentí como me levantaban con fuerza, Orfeo me sujetaba del brazo, Amy recogió la piedra lunar del suelo y sonrió burlona a Dries.

Una lágrima rodó por mi mejilla y me deje llevar.

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora