Capítulo I

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I

Estás castigado

Molly se fue a su casa a los diez minutos de que Liam le hubiese embarrado el cabello con goma de mascar, al final no pudo retirarse todo eso, quizá porque estaba muy desesperada y molesta como para tratar de hacer las cosas con cuidado; se disculpó con Peggy, se despidió de Noel e ignoró a Liam, quien estaba sentado en el sofá de brazos cruzados después de haber recibido un buen reclamo de parte de su hermano mayor.

Ahora estaba fastidiado, detestaba recibir regaños, sobre todo de parte de Noel. ¿Quién era él para decirle qué estaba bien y qué estaba mal? Él se había ido de casa por un año sin decir nada y luego regresó a casa sin dar explicaciones. ¿Eso era lo correcto? Por supuesto que no, con esa tontería que hizo casi le da un infarto a Peggy, pero de cualquier forma su madre lo perdonó y todo normal, como si nada hubiese pasado. El único que no lo olvidaba era Liam, él todavía seguía molesto por eso, no porque hubiese extrañado mucho a Noel durante ese año, sino porque detestaba ver a Peggy sufriendo, y Peggy sufrió mucho durante ese año.

—Liam —le habló su madre, dulcemente, después de cerrar la puerta y disculparse con Molly otra vez, luego tendría que hablar con los padres de la chica y ofrecer disculpas, qué maravilla. Su hijo menor alzó el rostro, fastidiado y ella sólo se le acercó y le jaló la oreja derecha con dos dedos de la mano derecha, alzando la voz—, ¡¿qué estabas pensando?!

—¡Ay! —se quejó Liam por el dolor, arrugando la nariz y juntando las cejas, haciendo una mueca con los labios, no era el gran dolor, pero tampoco le gustaba que su madre le anduviese jalando las orejas para regañarlo, era tan innecesario, pero de cualquier forma le dejaba muy en claro que el reclamo era serio, y eso también era fastidioso.

—¡Esa chica sólo venía a que Noel le ayudase con Matemáticas y ahora tendrá que cortarse el cabello por tu culpa! —le reprimió su madre, sin soltarle la oreja y es que en verdad estaba molesta con su hijo.

En muy raras ocasiones le jalaba de las orejas para regañarlo, sólo en ocasiones especiales, como cuando le cortó las cuerdas a la guitarra de Noel y, en respuesta, Noel aventó su celular nuevo desde las escaleras. Peggy no tenía el mejor trabajo del mundo y siempre que quería comprarle algo a sus hijos debía trabajar el doble, así que esa vez estuvo muy molesta por el desperdicio de dinero. Desde ese entonces Liam no tenía celular.

Al no recibir una respuesta, ella volvió a hablar:

—¿Por qué lo hiciste, eh?

—No lo sé... —lloriqueó Liam con la voz débil, como si estuviese a punto de llorar, y no lloraba porque le doliera que su mamá le jalara de las orejas, quería llorar porque podía ver la decepción en el rostro de su madre y eso le dolía, porque él quería mucho a Peggy y no quería hacerle enojar tan feo por sus tonterías. Y tampoco es que no supiera por qué hizo lo que hizo, claro que lo sabía, pero no pensaba decírselo a su madre, mucho menos con Noel ahí presente.

—Bien, ¿sabes qué? —Peggy le soltó la oreja, pero obviamente seguía molesta—. Estás castigado y no sé cómo le vas a hacer, pero tienes que arreglar las cosas con esa chica.

—Ay, mamá... —se quejó Liam, sobándose la oreja y mirando a su madre con un gesto de fastidio. No le molestaba estar castigado, le molestaba tener que disculparse con Molly o algo parecido, se vería muy imbécil haciendo eso, simplemente no era su estilo pedir perdón.

—No empieces con tus quejas, a menos que quieras que te de razones para quejarte —esas fueron las últimas palabras de Peggy Gallagher. Liam entendió el mensaje, suspiró frustrado y mejor se fue a su habitación, no sin antes empujar a Noel al pasar, el maldito bastardo se estaba riendo internamente de su regaño, lo sabía, lo conocía demasiado bien como para no saberlo.

¡imbécil! [liam gallagher]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora