¡imbécil! [liam gallagher]

Capítulo III

iii

¿Por qué?

Molly y Noel se habían quedado hablando por veinte minutos, o tal vez veinticinco. Liam los había estado vigilando cautelosamente por la ventana, convenciéndose a sí mismo de que sólo lo hacía por ver qué tan tonto se veía su hermano al tratar de hacer sus movimientos con una chica. Es decir, sí era por eso, pero al mismo tiempo no. No por completo.

En fin, veinte minutos. Veinticinco. Lo que sea. Estuvieron juntos, hablando por un muy buen rato. Noel estaba dándole la espalda a Liam desde la perspectiva en que se encontraba y qué bueno. Fue entretenido ver a Molly interactuando con su amor platónico, era extrañamente curioso.

Ella tenía las mejillas delicadamente sonrojadas, sus pupilas brillaban agraciadamente, contrastando con el gris de su iris, y de vez en cuando le dedicaba a Noel una tímida, pero hermosa sonrisa sin mostrar sus dientes.

Qué lástima, pensó Liam. Molly tenía una sonrisa lo suficientemente bonita como para ir presumiendo de ella; incluso el mismo Sol se detendría para apreciar lo linda que era su sonrisa aperlada. Pero como todos esos pensamientos eran estúpidos, Liam decidió terminar con el martirio que era observar a esos dos hablando. Sólo hablando sin avanzar en nada.

El menor de los hermanos Gallagher dejó sus cosas junto a la ventana de en frente y rápido fue hasta a su habitación para buscar su arma: una resortera y un perdigón.

Al bajar, se aseguró de que la cortina estuviese bien colocada, así no quedaría evidencia de que él era el autor del crimen, abrió con cuidado la ventana y desde ahí, a como pudo, colocó el perdigón en la resortera, jaló la liga para tensarla bien y, cerrando uno de sus ojos, apuntó. Su objetivo era darle a Noel en la espalda, pero una vez que disparó la pequeña piedrita que había sacado del río hace ya varios años, accidentalmente le dio a su hermano en el trasero.

Nunca había tenido buena puntería, cabe resaltar.

Ni siquiera se quedó a observar bien la reacción del imbécil de Noel, rápidamente cerró la ventana y se fue corriendo a su habitación, conteniendo la risa al colocar su mano libre sobre sus labios, que estaban curvados hacia arriba en una sonrisa traviesa y maliciosa.

Mientras tanto, Noel Gallagher estaba viendo hacia todos lados con la esperanza de divisar al idiota que le había lanzado quién sabe qué al trasero. Ciertamente sí le había dolido el golpe del proyectil, pero quería mantener una postura con la chica que le gustaba. Es decir, de alguna forma tenía que impresionarla si de verdad quería llegar a algo con ella.

—¿Estás bien, Noel? —preguntó Molly un poco preocupada. Noel seguía tratando de encontrar con la vista al culpable mientras se sobaba las nalgas, ya tenía una pequeña sospecha.

—Eso creo —respondió el mayor, se aseguró una vez más, pero al no ver nada sospechoso mejor regresó toda su atención a Molly, quien estaba recogiendo lo que le habían lanzado. Un perdigón de casi dos centímetros de diámetro, o al menos eso era lo que podía calcular, a decir verdad, esa piedra no era perfectamente circular.

—Está un poco grande —dijo ella apretando el objeto con una sola mano, la preocupación seguía imperante en su delicado rostro—. ¿Seguro que no te dolió?

—Descuida —respondió él con una sonrisa cálida, no era más que un tonto enamorado. Superficialmente enamorado, diría Liam—, el dolor es momentáneo.

—De acuerdo —dijo ella con una pequeña sonrisa que él le correspondió gustoso. Tal vez esa piedrita era una extraña señal de que ya no había nada más qué decir—. Bueno... creo que ya me tengo que ir.