capítulo 2

12 3 0
                                    

Recuerdo con pesar y mucha tristeza la primera vez que pude experimentar el rechazo por parte de mi madre. Considerarme la causante de su fracasado matrimonio no fue tan obvio hasta que yo tenia apenas siete años.

Con tres meses de embarazo de su tercer intento para tener el tan deseado varón Ferrer, mi madre se mantenía en constante reposo debido a la pérdida del segundo de cinco meses. Pero yo apenas era consiente de lo poco que pasaba a mi alrededor e insistía en salir a jugar.

Corrí escaleras arriba en busca de Vanesa para que me llevará al jardín a jugar. Mi madre reposaba en su habitación leyendo un libro que desde donde sé, nunca termino.

Corrí a su encuentro una vez que abrí la puerta para subirme en su regazo y pedirle que me llevara a jugar. Antes de siquiera haber llegado a la cama, Vanesa me detuvo bruscamente con un movimiento de mano.

Me reprendió por lo que pretendía hacer antes de que me interrumpiera bruscamente y se dispuso a acariciar con ternura su pequeño abdomen apenas inflamado.

Un puchero escapo de mis labios y lágrimas cristalizaron mis ojos cuando me negó el derecho de salir a jugar con ella, pues debía proteger al bebe bajo un reposo absoluto.

Salí sin decir absolutamente nada y me escabullí sin ella y su debido permiso al jardín, resbale en el columpio y me rasgue la rodilla, entre llorando pero antes de subir las escaleras ya mi madre venia bajando con un pequeño dolor en el vientre.

Paso por mi lado ignorando por completo mi llanto. La mire con dolor mientras tomaba el teléfono para llamar a una ambulancia.

Llegamos al hospital y pocas horas después pude entrar a verla. Me pidió a gritos con lágrimas resbalando por sus ojos que saliera de allí.

No entendí la gravedad de la situación, salí despavorida del lugar y corrí por los pasillos llorando, una enfermera acudió a mi y me limpio la herida de mi rodilla e hizo mimos para que olvidara lo que me paso.

Al cabo de un rato llegó mi padre, yo aguardaba sola en el pasillo frente a la habitación de mi madre, Harry paso por mi lado sin mirarme siquiera.

Poco después descubrí que ya no tendría un hermanito.

                           ***

Tres hombres entraron a la habitación en la que me encontraba, dos de ellos comenzaron a rondar la habitación y el tercero se acerco sigilosamente a la cama propio de un animal feroz a punto de asechar a su presa.

Trague grueso, un nudo terrorífico se instalo en mi garganta cortandome la respiración, desvíe la mirada a mis piernas evitando volver a ver aquellos ojos despiadados que eran lo único que dejaba al descubierto su mascara.

-Hola gordita-un sollozo escapó de mis labios, no solo por el miedo que mi cuerpo comenzaba a sentir sino por la palabra con la que decidió llamarme- tranquila, no llores- levanto su mano con la intención de secar mis lágrimas pero me aparte.

Se levanto con notable enojo y cuando creí que iba a darme un espacio de distancia entre los dos, se giro golpeando mi rostro con tal magnitud que mi cuerpo impacto abruptamente contra el colchón.

Sentí la sangre acumularse en mi boca y la escupí para evitar ahogarme. Me quede así, tirada en el sucio colchón al que ahora llamaba cama, esperando que decidieran que hacer conmigo. Lágrimas sin control desbordaban por mis ojos, el miedo era lo unico que sentía recorrer mi cuerpo.

-eso no era necesario- escuche que le susurraba uno al que me acaba de golpear.

-tu no te metas, sabes muy bien cual es tu lugar aquí.-después de de dedicarle una mirada despiadada se volteo hacia mi con el mismo gesto.- tranquila gordita tu papi pronto te sacara de aquí... Eso si, si colaboras puede que salgas completa.

EreS DROGA (me elevas, pero me ahogas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora