capítulo 7

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El estridente sonido de mi alarma me despierta agitada de un mal sueño, agradezco que haya sonado no solo porque me alerta de no llegar tarde al consultorio, sino también me alivia de haber despertado. Odio los días en que no puedo dormir bien a causa de las pesadillas, creo que desde que soy Alexandra Alarcón la única manera en la que soy realmente vulnerable es mientras duermo.

Preparo mi desayuno y me siento tranquilamente en la muy despejada mesa del comedor a degustar el pan tostado con mantequilla y jugo de naranja que me he preparado, una vez terminado cepillo mis dientes y salgo.

El sol esta brillando como nunca, la calidez del día me fortalece y decido caminar, aun es temprano y el consultorio esta solo a unas ocho cuadras aunque nadie lo sepa. No he tenido contacto con mis padres desde hace por lo menos cuatro años o incluso mas, a ninguno de los dos parece importarle y trato de yo también restarle importancia, a tal punto que ni ellos saben donde vivo.  Desde que abrí el consultorio Vanesa ha ido un par de veces y me temo que ha sido por coincidencia u obligación.

Llevo conmigo la bolsa con mi ropa deportiva, al salir del trabajo iré a mi nuevo gimnasio, el cual también esta muy cerca. Saludo habitualmente a los pocos pacientes que esperan en el área reservada para tal fin y Sara me recibe con una sonrisa para indicarme mis labores agendadas para el día de hoy. Al finalizar con todos y cada unos de los citados me permito reposar en mi escritorio y revisar algunos documentos como facturas de servicios que hay que cancelar.

-¿puedo?- veo media cabeza de Sara a través de la puerta y le sonrió como afirmación.

-¿fue muy dura la reseca?- le pregunto sin despegar mis ojos de las facturas y conteniendo la risa.

-ni me lo diga, no vuelvo a tomar.

Toma asiento frente a mi y me hace entrega de el dinero relacionado del día. Tomo el sobre y lo deposito en la caja sin mirarlo siquiera, Sara me ha demostrado que puedo confiar plenamente en ella.

-yo también dije lo mismo la primera vez-enarco una ceja y la miro directamente a los ojos.

-yo también lo digo siempre.-ambas soltamos una carcajada esta visto que no es la primera vez que bebe.

-¿ya me puedo ir? Necesito terminar un trabajo de la uni.-me pone ojitos de perrito y hace un puchero con la boca.

La muy perra sabe que no podre resistirme con eso.

-claro, ve.-pongo los ojos en blanco pero al final le termino sonriendo.

Llego al gimnasio poco después, la caminata me sirvió como calentamiento antes de reiniciar nuevamente mis rutinas. Saludo a la recepcionista y confirmo mi asistencia. Simulo muy bien una risita debido a que la mujer es gordita, no me burlo de ella, no, jamas haría eso, e incluso es muy linda, pero me parece irónico al tratarse de un gimnasio.

Retiró mi ficha y camino hasta la entrada, pero me devuelvo para hacerle una pregunta a la mujer que anteriormente me atendió y quien mantiene su atención a un computador frente a ella, al girarme compruebo que se trata de un juego de solitario lo que la tiene tan concentrada.

-lo siento...-la señora vuelve su vista a mi y parece poner en pausa el juego.

-¿si?

-note en la publicidad del lugar que van abrir clases de defensa personal ¿tendrá información sobre eso?

Cuando la mujer se dispone a ofrecerme toda la información al respecto, mi enfoque hacia ella desaparece a causa de una bomba sexy que camina en mi dirección. Un muy guapo hombre, alto, fornido, muy fornido, los músculos se tensan con cada paso que da, viste ropa alicrada y se le ven unas piernas y un... su sonrisa, oh si, su sonrisa es... Perfecta. Literalmente lo he desnudado con la mirada, no puedo evitar sonreír como una tonta y poner casi la misma cara de Sara cuando me pide salir temprano.

-...¿le interesa?... ¿señorita?- la mujer hace un chasquido con los dedos en mi rostro y espabiló saliendo de mi ensoñación.

-¿que?- el hombre a mi lado ríe, aparentemente se a dado cuenta de que me lo estaba comiendo con los ojos y siento mis mejillas arder al instante, totalmente avergonzada.

-¿no escuchó nada de lo que le dije cierto?-la mujer también lo ha notado- él puede explicarle- señala el monumento a mi lado y me permito volver a mirarle- él es quien da la clase.

Le sonrió tímidamente y él me deleita con una gran sonrisa, siento derretirme en el suelo, pero lo disimulo muy bien.

-hola, soy Sergio.-extiende su enorme mano derecha y no puedo evitar mirarle todo el brazo. Este hombre es realmente musculoso.

-hola... Soy Alexandra.-pero puedes llamarme "tuya" mi amor, pienso rápidamente devolviéndole el apretón de manos.

Su firmeza para estrechar mi diminuta mano en aquella tan enorme me debilita aun mas.

-¿necesitas información?

De ti lo necesito todo papasito.

Tenemos galán, si recibo al menos dos votos subiré a nuestro bello Sergio en el próximo capítulo. Muack

EreS DROGA (me elevas, pero me ahogas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora