CAPÍTULO 4.

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- No, no, no, dámela.- dije refiriéndome a la botella, todo me daba vueltas.

-Mira como vas...- dijo Moira mientras bebía un trago de ella. Abrí mi boca entre sorprendida y enfadada.

- ¿Y por qué tu puedes?- me crucé de brazos. Era injusto.- Tu estás igual o peor que yo.

- Pero yo soy la mayor...-

- ¿Qué tiene que ver eso...?- Puso cara de confusión Olena.

- Ni idea.- Respondió mi hermana riendo. Y luego era yo la que estaba mal.

- Ey Zelda,- levantó su vaso- Por ti.

Mi hermana y yo repetimos el gesto de mi amiga.

- ¿Serán guapos?- puse cara picarona.

- Si fueran feos no creo que lo celebraran...Tendría que ir yo, estar rodeada de 3 tíos, me aprovecharía de la situación. Tocar sus tonificados cuerpos...- puso cara de pervertida y nos pusimos a reírnos. Pero ella se mantenía seria.- No me digáis que no lo haríais...porque eso no se lo cree nadie. Por el amor de dios, todo el mundo tiene ojos.-

- Me están entrando las ganas de ir...- Olena estaba consiguiendo que lo que yo pensaba que sería terrible se estaba convirtiendo en algo no tan terrible. Estúpida.

- Anda que a mi...- Digo Moira y acto seguido bebió de la botella.

- No quiero sentir nada...- Que si, a lo mejor uno me podía gustar, porque como Olena ha dicho tenemos ojos y pues...las cosas como son.- Zelda, dura como una piedra, 0 sentimientos.- me dije a mi misma. Era una promesa que me hice, pero que no sabía si se iba a cumplir. Para sellar ese juramento pegué 3 tragos de la botella...

*****

Dios, que terrible dolor de cabeza. Creo que lo pasaría mejor si alguien me pegara un tiro en la cabeza.

No me acordaba de casi nada de lo que había pasado, tampoco haría mucho, hablaría con estas y poco más...

Abrí mis ojos lentamente ya que estos no se acostumbraban a la luz que entraba por la ventana, pude apreciar de que Olena dormía aún como un tronco y de que Moira no estaba en la cama. Maldita la noche que me había dado Olena, durmió conmigo en mi cama y me pegó de patadas y de manotazos...Que dolor tengo en el cuerpo...

Me puse a despertarla y como no despertaba le empecé a dar ligeros golpes, se lo merecía, esto no es nada comparado con lo que me ha hecho a mi.

- Aaahmmm...- dijo la bella durmiente mientras empezaba a estirarse en la cama, acto seguido abrió los ojos y pude ver en su mirada que estaba igual o peor que yo en cuanto a resaca.- ¿ Qué haces despierta tan pronto? Anda y sigue durmiendo- volvió a cerrar los ojos.

- No se, tal vez por que me voy en una hora y media.- dije mirando el reloj, eran las 9:00.- ¡Despierta!- le grité. Se incorporó y vi que estaba triste.- Ey, ¿qué pasa?- le pregunté.

- No quiero que te vayas...- Dijo y le cayó una lágrima. Le abracé. Y oí como la puerta de la habitación se abrió, me separé de ella y vi a Moira en pijama entrando por la puerta con una pastilla en la mano y en la otra un vaso de agua.

- Creo que va a hacer falta que nos traigas una.- Dijo Olena levantándose de la cama para ponerse sus calcetines.

- Mamá esta haciendo el desayuno, pero procurar que no os vea...- Dijo Moira y se marchó otra vez.

Si mi madre nos veía coger pastillas para la resaca se nos caería el pelo.

Olena y yo salimos de la habitación para bajar a la cocina, nos asomamos para saber que hacía mi madre y estaba de espaldas, me acerqué a un cajón pequeño que había en la cocina y comencé a buscar las pastillas.

El baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora