Empezó a ver borroso, estaba usando demasiada fuerza en su cuello, así que en un momento en el que vio una abertura le pegó un rodillazo en las costillas haciendo que se moviera. Usó sus enseñanzas sobre él, aunque ese era Ace estaba claro que no estaba en sus cabales, ni tampoco en plenas facultades, puede que usara la fuerza bruta de Ace, posiblemente fuera Ace, pero no pensaba como él.
Cambió su posición con él poniéndose sobre su cuerpo e intentó inmovilizarlo, se lo puso bastante difícil, intentaba golpearla en cada minúsculo descuido que tenía, pero al final lo consiguió, como aquella vez que le enseñó en el barco, por fin había aprendido a hacerlo sin que él pudiera liberarse, aplicando el peso de su cuerpo para inmovilizarlo.
—¡¿Qué demonios te pasa!? ¡Despierta! ¡Soy yo joder!—Le gritó.
El calor del cuerpo que tenía debajo la alarmó y le sobraron exactamente dos segundos para liberarlo de su agarre antes de que se prendiera fuego como una antorcha. Por suerte ya aprendía a diferenciar esas subidas de temperatura provocadas por su fruta del diablo, porque le había sobrado un pelo para que la abrasara viva.
—Reacciona Ace... soy yo...—Le dijo con la voz quebrada.
El chico se había levantado del suelo, de forma lenta, casi robótica, esos movimientos también los había captado en los hombres a los que había tumbado con el somnífero, seguramente todos esos hombres tenían su conciencia alterada con algo que los volvía así, puros salvajes con ansias de sangre.
Intentó coger el somnífero que guardaba entre su ropa, para dormir a Ace, si estaba actuando por culpa de alguna sustancia esperaba que se le pasara cuando dejaran de suministrarle esa droga y si se lo llevaba de allí, aunque fuera dormido, suponía que se le pasaría, o eso esperaba. No le dio tiempo, sin embargo, a buscar las pequeñas bombas de humo porque él ya la había lanzado por los aires empotrándola esta vez con la pared.
Estaba completamente adolorida observando como él iba a su encuentro prendiendo uno de sus puños. Nunca había pensado en la posibilidad de que ese chico usara ese ataque contra ella, había visto lo que ese puño de fuego, aquel que le daba su apodo de pirata, podía llegar a hacer. Definitivamente iba a morir.
—Aun no puedes matarla querido...
Se escuchó una voz de mujer y de repente lo vio frenar en seco, con su puño aun en llamas como si la sola voz de la mujer lo controlara. Tras él una mujer con un sinuoso vestido rojo con cuello de cisne apareció de la nada, seguida por tres hombres más. Tenía un cabello ondulado y negro que le llegaba hasta la cintura, pero lo que más llamaba la atención de su apariencia eran sus dos estilizados y rojizos ojos y el brazalete que llevaba enroscado en el brazo, cuya piedra era del mismo color que sus orbes.
La mujer paró de andar cuando se colocó al lado del chico y apoyó su brazo en su hombro, era una mujer alta y entre eso y los zapatos de tacón, no le había costado nada ser solo dos dedos más baja que Ace. El fuego del chico se apagó cuando ella lo tocó, sorprendiendo a Sara. Ella no había podido pararlo de ninguna de las maneras, ni gritándole, ni siquiera a golpes, y esa mujer solo con hablar y tocarlo lo había parado, como si hubiera descubierto un interruptor secreto que apagaba la ira del moreno.
—Tú debes de ser la sanadora del cielo ¿Me equivoco?—Preguntó la mujer.
La chica seguía en el suelo, adolorida y cansada, llena de rasguños provocados por la pelea con Ace, aunque desde hacía rato había dejado de mirarlo desconcertada para centrar su atención en los ojos ladinos de la mujer que parecía ser la principal culpable de su estado.
—Sabía que si me lo llevaba no tardarías en aparecer...—Dijo mirando a Ace—Ay el amor... aunque debo reconocer que tienes buen gusto...
Mientras decía todas aquellas palabras la mujer empezó a jugar con los mechones ondulados y revueltos del cabello de Ace y él seguía allí, dejando que esa mujer se apoyara en su hombro, que lo tocara, obedeciendo como un perro a su dueño. Definitivamente nunca había tenido tantas ganas de sacarle los ojos a alguien.
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Mundos paralelos
FanficUn día tranquilo mientras Sara y su hermano descansaban en su casa, algo extraño ocurrió, algo que los tele-transportó a un mundo donde nunca pensaron estar, el interior del mundo de one piece, manga que su hermano estaba leyendo cuando las cosas em...