Capítulo 2.-Nuevamente, tú...

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-¡Nos vemos, fracasado...!-Se despidió sardónica Jiro, después de todo, Bakugou se quedaría 2 horas más desde la hora de su salida.

Se retiró saliendo lo más rápido que pudo por la puerta principal del establecimiento, ya que su compañero le lanzó el pequeño pañuelo con el que limpiaba las mesas.
-Pero si será puta...-Estaba tan enfurecido que no se le podía describir adecuadamente sin quedarse corto.
-Hoy estás el doble de furioso, ¿no lo crees? Dime que te pasó...-La voz que venía desde la cocina era de su otro compañero, el encargado de cocinar los postres y comidas que ahí vendían, el chef Rikidō Satō.
-¡A tí no te importa mi vida...!-Respondió con su carismática personalidad fluyendo por todos sus poros. Descansó su cabeza en su mano, sintiendo como el turno de la tarde era lo más aburrido que existía en el mundo.
-¿No escucharás música como siempre lo haces en los días que hay poca clientela?-Volvió a romper el silencio el joven chef.

El rubio evitó responder, pero Satō era más listo de lo que parecía a primera vista.
-No me lo digas: te lo robaron.
-¿Cuántas veces necesito decir que ese no es asunto tuyo?-Guardó silencio, esperando haber sido en ésta ocasión lo suficientemente tajante, pero sintió la necesidad de hablar sobre eso.-...Creo que lo perdí de camino al trabajo, quizás se salió de mi bolsillo cuando intenté bajar del jodido tren. Como sea que haya sido, ya no importa.
-Lamento mucho escuchar eso...¿Sabes? Normalmente cerramos a las 5:00 pm. ya que nadie viene después de las 4:00 pm. Si me ayudas a fregar los platos sucios podemos irnos antes.
-¿A la jefa no le molestará?
-¿Qué va, hombre? Si ella sólo viene los viernes a hacer los chequeos de las cajas.

Lo meditó por un momento y terminó por aceptar.
-Barreré primero, tú lava una parte de los platos...
-Ya lo hice... nos vemos mañana.-Lo había engañado.
-¡Serás hijo de puta...!-En ésta ocasión, lanzó la escoba en dirección a la puerta, pero tampoco logró darle.-"Cabrones..."
Continuó con la limpieza, sintiéndose más tranquilo ahora que aquel lugar estaba literalmente solo. Pensó en las palabras de Midoriya y terminó llegando a la misma conclusión que él: era un lugar muy bonito.

Ambos se conocían desde toda su vida. Cuando eran niños eran prácticamente vecinos. Solían jugar juntos y hasta secundaria estuvieron en las mismas clases. Por suerte para Bakugou, terminaron quedando en grupos distintos y ahí se perdió la comunicación entre los dos, por lo menos un poco.

Midoriya hizo otros amigos y Bakugou lo mismo y se distanciaron durante esos 3 años de secundaria, hasta que se volvieron a encontrar en la preparatoria.

Sintió nostalgia, ya que no hablaba con sus viejos amigos desde hacía mucho tiempo. Reflexionó y se dio cuanta que perdió todo contacto con ellos cuando entraron a preparatoria. Ahí, su único amigo fue el "chico brocoli" y los amigos de éste, quienes jamás le dejaron de hablar.

Terminó por enojarse. Nunca estuvo solo por culpa de la lástima que Midoriya sentía por él.

La campanilla de la puerta principal sonó, lo que era obvia señal de que un cliente había entrado.

-Lo siento, ya hemos cerrado.-Aclaró, mientras se giraba sobre él mismo para ver a esa persona.
-Pero si apenas son las 4:40...-Explicó una voz femenina, quien llevaba un enorme abrigo. Al momento de quitarselo, se dejó ver por completo: era una chica de cara redonda, cabello castaño y enormes ojos. El rubio la miró, como si la conociera.-... sólo tomaré lo mismo, no tardaré.

La siguió mirando, como si esperara una que esa chica lo reconociera a él pero no hubo éxito.

-¡Oh!, pensé que eras Rikidō.
-No importa...-Estaba sin palabras.-Si no tardarás, creo que puedo atenderte...-la trató con una amabilidad sincera.

Dejó la escoba y el recogedor a un lado y cruzó el pasillo llegando a la barra.
-¿Qué vas a llevar?-Se notaba nervioso.
-Un expreso, y una rebanada de pastel de tres leches.-Dijo con toda normalidad, era obvio que ella siempre pedía lo mismo.
-Claro... serían $6.50 dólares en un momento te lo traigo.
-Siempre vengo a éste establecimiento...-mencionó, sin que nadie se lo hubiera preguntado...-y nunca te había visto por aquí.
-Sólo trabajo por las mañanas, pero por diversas razones tuve que quedarme horas extras.-Explicó.

La chica se le quedó mirando, mientras que él comenzaba a preparar la bebida caliente.

-¿Te he visto antes en algún lugar?
-No. No lo creo...-dijo tajantemente.
-Yo creo que sí. Cabello rubio, ojos rojos, pinta de pandillero y voz agresiva...-continuó analizándolo.-¡Ah...! No, espera... no, no eres él.
-"Es tan estúpida como siempre..."-Aquí tienes, y tu pastel. Disfrútalo...
-¡Muchas gracias...!-Se le veía feliz, como una niña. Era como si olvidara de lo que estaba hablando.

Él la miró, como si no sintiera interés en ella pero por alguna razón verla así de feliz le creaba un sentimiento de querer volver al pasado. Quizás era culpa de la nostalgia que había experimentado con anterioridad o quizás por envidia, ya que esa chica parecía más feliz que él. Probablemente ambas.

Se percató que en la muñeca de ella había un reloj que parecía muy costoso. Tras analizarla a fondo, también pudo apreciar que toda la ropa de ella era costosa. Él no sabía mucho al respecto pero gracias a que su padre se dedicaba a ser diseñador de modas, podía hacer un aproximado del valor de la ropa de ella.

Cuando hubo terminado de comer y beber, la joven se levantó dispuesta a continuar con sus cosas.
-¿Cuánto dijiste que sería...?-Interrogó, al mismo tiempo que sacaba su monedero.
-La casa invita.-Dijo él.
-No, no puedo aceptarlo...
-Insisto.-Rechazó el dinero, mientras recogía los platos sucios.
Ella lo miró, extrañada y en eso se quedó asombrada, completamente estupefacta. Ella también se puso nerviosa...

-No, no está bien que me invites...
-Siempre fuiste muy lenta, ¿Tanto te tardaste en reconocerme, idiota?
-Bakugou, ¿cierto? ¿Por qué...?-Fue interrumpida.
-Sólo por que sí. Siempre te quejabas que era poco amable, y ahora que lo soy te molesta. Las mujeres son imbéciles.
-No sabía que trabajas aquí...-la voz de ella sonaba molesta, casi como si estuviera resentida por algo.
-Si lo hubieras sabido, ¿habrías venido?-Él también se puso retórico.
-¡Eres un patán! ¡No sé ni cómo te contrataron!
-¿Tienes alguna queja? ¡Ahí hay un buzón para ellas! ¡Escribe tu maldita queja sobre mí y lárgate!
-Nunca entendí el porqué eras así...
-¿Te importa...? ¿A la "Señorita Perfección" le importa algo que no sea ella?
-¡No soy perfecta!
-¡Pues actuas como si lo fueras! Eso me da asco...
-¡Patán!-Le lanzó el dinero y posteriormente se fue en dirección al buzón de quejas y sugerencias. Escribió algo en un papel y se fue, completamente ofendida.

Él la miró irse y se sintió vacío. No estaba avergonzado ni arrepentido por la forma en la que la trató...

Simplemente...

Le habría gustado hablar con ella un poco más.

*Fin del capítulo*

Las Diferencias Entre Tú & Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora