Capítulo 3.- Destino compartido.

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Eran las 5:00 pm.
Bakugou terminó de limpiar todo y se dirigió directo a la estación del tren.

Tras el horrible día que había tenido lo único que podía darle tranquilidad era estar en su piso.

Cerró la cafetería y salió por la puerta de empleados.

Se aseguró de cerrar correctamente.
Todos los empleados tenían una copia de las llaves por si ocurría algo inesperado y se vieran en la necesidad de usarlas.
Intentó resintir el frío en sus rodillas, las cuales estaban expuestas por el diseño de sus pantalones y buscó calor en su abrigo, resguardando sus manos en los bolsillos de dicha prenda, caminando lentamente en dirección a la estación de trenes.

Sus botas se humedecieron poco a poco por culpa de la nieve que emblanquecía las calles.

A pesar de que aún había un poco de sol, no se podía sentir el calor del mismo.
Estaba deseoso de descansar.

Al llegar al andén de la estación, se percató que no había nadie en aquel lugar y no pudo evitar maldecir.
-"Mierda, ojalá hubiera estado así en la mañana..."-Pensó pero casi al instante se sintió tranquilo de no volver a sufrir el caos de hacía unas cuantas horas atrás.

La costumbre de escuchar música y relajarse un poco tras un día largo de trabajo lo traicionó, e inconcientemente, metió su mano en el la bolsa de su abrigo para buscar su celular.

Ya no estaba.

Derrotado, fue a sentarse en una banca cuando la volvió a ver. Esa chica de cabello castaño, parada a lo lejos esperando un tren.
Sin razón aparente, se enfadó pero inmediatamente se dirigió en dirección a ella.

-Tú, otra vez...-dijo el rubio, mientras resguardaba sus manos del frío que hacía.
-¿Qué quieres...?-su voz reflejó que, probablemente, seguía molesta por lo ocurrido en la cafetería.
-Estoy esperando el tren...
-Que bien por ti...-concluyó la castaña.

Hubo silencio.

-Uraraka...
-No me hables. No quiero que me vean hablando con un delincuente.
-¿...Qué tal te va en la vida?-Esta pregunta dejó extrañada a la joven.
-¿Qué demonios...? ¿Por qué preguntas?
-Por que soy alguien amable y me intereda saber cómo te va...-Ella lo miró, amenazante.-...Y porque es aburrido esperar el tren en silencio.
-Bien, me va todo de maravilla. ¿Qué tal a ti?-dijo, completamente desinteresada.
-Pues soy un jodido mesero, es claro que no estoy en mi mejor época.- Ella rió, un poco temerosa de la reacción del rubio.
-Me parece que estás exagerando, sufriendo por nada. Quiero decir, ser mesero no es tan malo...
-...Para ti es fácil decirlo, nunca haz tenido que servirle a nadie. Además no sabes lo difícil que es sonreir como tarado y ser amable.
-No me parece que se te de tan mal...-aclaró.-
-Como sea, da igual. Y... ¿estás estudiendo algo?
-Medicina. En la facultad que está por aquí; ¿Qué hay de ti?
-¿Yo...? También, claro...-Mintió.
-Debe ser divertido tener algo que hacer además de la facultad, yo sólo hago eso...-sonrió, en un reflejo inconciente.- Por cierto, ¿sigues pintando?

Él pensó un momento, como si buscara la respuesta correcta.
-Sí, hace poco terminé un cuadro.
-¡Genial! Era lo único que se te daba bien...-Sonaba sardónica.

En realidad, Bakugou llevaba casi más de un año sin pintar nada nuevo. Jamás estaba satisfecho con los resultados, por lo que había decidido dejar de hacerlo hasta volver a encontrar inspiración.

-Por lo menos a mí se me daba algo bien, no como a ti que se te daba fatal el arte y los deportes.
-No te lo tomes como un ataque, era un alago...-se sintió culpable.
-Lo siento...
-No pasa nada, sé que eres un cretino.

Pareció que no había nada más que decir. Ambos se quedaron en completo silencio.
El único sonido que rompía aquella calma era el de sus respiraciones.
Se notaba cierta tensión.

-Lo que escribiste de mi...-Bakugou rompió el silencio.- Ya sabes, la queja...
-¿Estás interesado en saber qué escribí?
-Necesito el empleo.- le dijo.- lamento haberte hablado así, pero me molestó que no me reconocieras...

Se escuchó una risita adorable, proviniente de Ochako.

-No te diré qué fue lo que escribí, pero te garantizo que no te despedirán por eso.- Lo miró y le sonrió.

Él también le devolvió la mirada y se perdieron por escasos segundos en la cara del otro.

Cualquier persona que los viera diría que ambos tenían asuntos pendientes por resolver, pero ninguno de los dos dijo nada más.

Fue una cuestión de segundos, pero ambos se miraron: los ojos de él estaban en contacto directo con los de ella y el frío permitía que su aliento, sus vahos se conectaran.

-¡Qué idiota!.- reprochó el rubio malhumorado.
-¿Qué? ¿Qué pasa?-se notaba extrañana y sorprendida de aquella reacción tan repentina por parte de Bakugou.
-Olvidé cerrar la cafetería. Debo irme...-Se disponía a irse pero fue detenido por la voz de su acompañante.
-¡Espera! ¿Te volveré a ver?
-Quizás. ¿Quién lo sabe?

Y se fue, dejándola sola con aquel clima tan inhóspito.
Había huído de esa conversación.

Tan sólo se alejó un par de calles cuando se detuvo en seco. Había llegado a un pequeño callejón que estaba cerca de un restaurante.

¿Por qué lo había hecho? ¡Estaba disfrutando de la conversación!
¿Por qué? Era la única pregunta que se le cruzó por la cabeza...
Se enfadó. Pateó un contendor de basura y se quedó ahí por un breve instante más.

-Es hora de regresar...-concluyó, retomando su camino en dirección, una vez más, a la estación con el deseo de que esa fuera la última vez que volviera a ver a aquella chica.

*Final del capítulo*

Las Diferencias Entre Tú & Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora