-¿Cómo está? ¿Ya puedo pasar a verla? –oí a Rubén desde afuera-
-Sí, adelante –la enfermera rio-
Enseguida entró Rubén a la habitación con una gran sonrisa, al llegar a mí me dio un beso corto y sonreí.
-¿Cómo están mis bebés?
-Perfectamente, dijo la enfermera que pronto los traería
-Excelente –sonrió-
Habíamos tenido mellizos, es decir, una niña y un niño. El trabajo de parto fue de lo más difícil y agotador, jamás imaginarían cuánto.
A los pocos minutos aparecieron dos enfermeras con dos cuneros, uno rosa y uno azul. Los dos sonreímos enseguida.
-Ella es Alba Doblas –una enfermera le entregó la bebé a Rubén-
-Y él es Rubén Ángel Doblas –me entregó al bebé la otra enfermera-
-¿Cómo están nuestros nietos? –Nuestros padres entraron a la habitación junto con Lenay y Germán. Suerte que me había arreglado un poco antes-
-Bien –Sonrió Rubén-
-¿Y cómo se llaman? –preguntó la madre de Rubén-
-Rubén Ángel y Alba –dije yo-
-Son hermosos –sonrieron nuestras madres-
Al fin fuimos y seremos una familia. Tal vez legué a pensar que no quería casarme o siquiera tener hijos pero con el tiempo fui cambiando de opinión. No saben la felicidad que provoca tener una familia que haga cálidos mis días o siquiera un esposo con quien contar. Rubén fue, es y será lo mejor de mi vida junto con mis nuevos pequeños.