03: Nicknames

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—Papi tiene hambre —anunció el castaño quitándose la corbata con lentitud.

—Entonces que Papi se caliente la cena —respondió con un mohín, caminando fuera de la habitación.

Yixing no pudo lograr ser dulce con su atractivo novio, ¡no esa noche! Le había prometido ir a cenar a un restaurante recién inaugurado a unas pocas calles y, a solo diez minutos de la hora pactada, llamó para cancelar porque el trabajo en la oficina se había intensificado y no llegaría hasta la hora de dormir.

Estaba molesto, muy molesto.

—Esa no es manera de hablarme —dijo imponente, dándole el alcance en el comedor luego de haber guardado la prenda azul que antes llevaba en el cuello.

—¿Y qué si no lo es? —volvió a responder con el mismo tono frío que antes.

—Vas a ser castigado —se cruzó de brazos, esperando que el contrario se girase y le pidiese disculpas—; compórtate.

Y es que el chino no podía evitar sentirse mal, pero esa tampoco era manera de recompensar a quien siempre lo engreía con toda la ropa que quisiera, con los dulces que le encantaban y las salidas que tanto disfrutaba. Yixing había metido la pata.

—Has sido un niño malo, ¿cierto?

El aludido mordió sus labios con fuerza sintiendo sus piernas flaquear y apenas lograr sobrellevar su peso cuando el mayor arremetió contra su punto dulce. Un gemido ahogado hizo su garganta vibrar y arquear la espalda, dejando la parte posterior de su cabeza en el hombro ajeno.

—Te lo advertí —habló volviendo a embestirlo una vez; fuerte y profundo. La mesa del comedor era el único soporte que el contrario tenía— pero no hiciste caso.

Las cejas del menor temblaban, sus mejillas quemándole con cada frase que se pronunciaba tan cerca de su oído con ese tono rasposo. Lo iba a volver loco. Cubrió su boca con ambas de sus manos cuando volvió a golpear su interior, contenerse era muy difícil.

—Puedes taparte la boca todo lo que quieras, pero todavía puedo hacerte gritar, bebé —gruñó tomando sus caderas.

Yixing tenía los ojos brillosos, aturdido por las estocadas del coreano que lo llevaban cada vez más cerca de su orgasmo.

—¡Papi! —gimió manteniendo lo dulce en su tono, aferrándose con las uñas a la mesa y corriéndose, aceptando su castigo.





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Me inspiré, jé.

LOSIENTOPEROELDADDYKINKMEPUEDE,MEVOYALV(DeJunmyeon)

Sweet kinky [SuLay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora