05: Suits

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Cuando eligió ser sastre surgieron muchos problemas, ¡demasiados! La gente se reía cuando Yixing les explicaba que era su vocación, algunas personas lo asociaban a su orientación sexual, ¡pero eso era un estereotipo absurdo! Ser homosexual no tenía nada que ver.

Su mamá siempre lo apoyó y siempre le dijo que no importaban las opiniones ajenas; su recompensa llegaría pronto.

El pelinegro pensó que haber obtenido el empleo en aquella sastrería refinada en Seúl era lo mejor que le había pasado, así tenía un ingreso estable para quedarse en Corea del Sur. Acudían distintos clientes, la mayoría eran recurrentes y con el par de conjuntos que llevaban cubrían los gastos tranquilamente, hasta le permitían a los trabajadores un gran sueldo.

—Yixing, hay un cliente nuevo, lo dejo en tus manos —le sonrió el señor Choi, un hombre de sesenta años que compartía turno con él.

—¡Por supuesto! —devolvió el gesto.

Error; su recompensa entraba a la sastrería con pantalones jeans, camiseta blanca, saco verde oscuro y lentes de sol.

—B-Buenas tardes —saludó haciendo una reverencia, abochornado por tanto atractivo en un solo hombre.

—Buenas tardes —respondió amable quitándose las gafas—, Kim Junmyeon, un gusto.

—El gusto es todo mío —sonrió— ¡D-Digo! U-Un gusto. Pase, pase —habló rápido y avergonzado.

Aquel chico coreano de veintisiete años, tan solo unos meses mayor que él, resultó ser el hijo de una familia con mucho dinero que manejaba la mitad de las corporaciones en el país, así que ¿cuál era el mejor conjunto para reuniones con viejos de billeteras grandes? ¡Bingo!

—Bien, puedes bajar los brazos —indicó anotando algunos números en su libreta—, ahora tengo que medírtelo —señaló la parte inferior del cuerpo ajeno.

—¿Medírmelo? —alzó ambas cejas.

Su rostro se tornó rojo— L-La pierna —tragó saliva—¡L-Las p-piernas!

Mientras hacía la factura por el primer traje, pensando en qué tela usaría para que aquel cuerpo espectacular se luciera lo suficiente, el castaño lo observaba de arriba hacia abajo, sus ojos pasando por los rasgos finos y extranjeros que poseía el sastre.

—¿Te han dicho antes que eres lindo? —soltó, haciendo sonrojar al menor.

—Y-Yo, uhm —tosió un par de veces—, n-no.

—¿Cuántos clientes vienen aquí? ¿De qué edad? —se giró para ver el lugar amplio e impecable.

—N-No estoy seguro de los cuántos clientes —explicó escribiendo con la muñeca temblorosa—, pero en su mayoría son hombres mayores, nada muy interesante —sonrió tranquilo, entregándole el papel con el que recogería su compra.

—Que no te interesen; volveré por el traje.

Y en cuanto le guiñó un ojo, Yixing se derritió tras el mostrador. Su compañero de trabajo le sonrió, cómplice de aquel coqueteo que solo incrementó con los meses.

—Salgo temprano hoy —habló el hombre de avanzada edad tirando con precisión las llaves en el mostrador—, no olvides cerrar.

El pelinegro asintió con la cabeza— ¡Suerte!

—A ustedes —sonrió dirigiendo su mirada al cliente recurrente que, sentado junto al sastre, quedó sorprendido por aquel tono sugerente.

Durante el tiempo que Yixing había trabajado allí supo que su compañero de trabajo a veces llegaba a ser un poco apegado a las reglas o chapado a la antigua, ¡pero vamos! Esa era alguna especia de señal, de luz verde. El señor Choi quería que libraran esa tensión cosechada por meses, ya no estaría para interrumpirlos.

—B-Bueno, puedes probártelo —indicó entregándole la prenda.

Unos minutos después, el castaño salió del probador con el traje negro que el menor había confeccionado.

—¿Qué tal se me ve? —preguntó acomodándose las mangas sobre la camisa correctamente, dándole la espalda al gran espejo a unos metros.

—M-Muy bien —se acercó para quitar cualquier pelusa con el removedor blanco que tenía desde siempre, sus manos se pasearon luego por los brazos y pecho ajeno.

Palabras no hicieron falta, Junmyeon ya se devoraba los labios ajenos, no tenía que aguantarse más y tampoco planeaba hacerlo. El menor aceptó deseoso, dejando caer su cinta métrica al suelo, desabrochando los botones del saco que él mismo había cosido.

Sí, definitivamente le encantaban los trajes.




[***]

Otra vez me limité por ser dabble, lo siento *cries in chinese*

Sweet kinky [SuLay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora