CAPITULO 4 ¿CASUALIDAD?

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Las noches en la sala de emergencia no son nada placenteras, heridos de choques, de bala, atropellos, suicidios. Dios es una locura. Sin importarme nada tomo muchos turnos extras, casi no salgo del hospital, no tengo vida propia he dejado que el hospital me adsorba no hay nada, no hay nadie esperándome afuera de estas paredes.

Un grito de dolor me saca de mis pensamientos. Una hemorragia producto de una puñalada. Una mujer joven de unos veinte tantos, su esposo por celos la apuñalo cinco veces, guao toda una demostración de amor.

Me coloco mi mascarilla y me dirijo a la sala de operaciones, me espera una jornada larga. Después de cinco horas de lavar, drenar, suturar las heridas y revisar uno que otro órgano dañado, gracias a Dios que solo hubo pequeños cortes en el intestino y el hígado. Salgo de la sala de operaciones para encontrarme con una mujer de avanzada edad la cual asumo debe ser su madre. Me acerco a ella.

-buenas noches, ¿es usted pariente de Mónica Ruiz?- pregunto cansado de la dura jornada.

-si soy su madre, ¿se encuentra bien?- me responde con lágrimas en sus ojos.

- sí, todo salió bien un poco complicado por los roces en algunos órganos pero ya se suturaron todas las heridas- respondo con voz pausada y con mucho cariño para que pueda estar tranquila.

Se lanza a mis brazos y ahogada en el llanto me dice palabras que no logro descifrar.

-Un momento, hábleme con calma- logro decir.

-le dije que ese hombre no le convenía pero no me escucho igual se fue a vivir con él. La maltrataba ese hombre no ama a mi hija. Quien ama nunca haría daño al ser que dice amar- lo dice con tal firmeza que no logro articular ninguna palabra.

-tiene toda la razón mi señora- logro decir –el amor es sufrido, es benigno, no tiene envidia, no busca lo suyo y no guarda rencor, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, el detalle mi querida señora es que no todos encontramos ese verdadero amor y otros simplemente no lo saben cuidar. Hable con su hija solo espero que esta realidad la haga entrar en razón, si me disculpa tengo otros pacientes que atender- y sin más me alejo de ella, solo espero que su hija tenga el valor suficiente para alejarse de esa enfermedad llamada amor.

Al entrar al pasillo principal me encuentro con mi buen amigo Marcus.

-eyyyy bonita fiesta tenías en la sala de operaciones, ¿mucha sangre?- me pregunta como si realmente hubiera sido una fiesta.

-nada fuera de lo normal sangre, sangre y más sangre lo común en heridas por arma blanca- respondo sin muchas vueltas.

-sabes mañana tengo que realizar una jornada de exámenes laborales para una institución, me preguntaba si me puedes suplir- me pregunta de lo más confiado, sabe que nunca le diría que no. Desde que nos vimos el primer día en la escuela de medicina en nuestro primer año hemos sido amigos que hasta se podría decir que somos hermanos.

-ahora que vas a hacer, que no puedes asistir a esa jornada- le pregunto sonando un poco molesto.

-oye Michael donde has estado últimamente, te he dicho que quiero pedir la mano de Andrea a sus padres y que tengo que viajar a la capital para hacerlo, mañana a primera hora sale el avión para allá- realmente no lo recordaba.

-perdóname Marcus lo había olvidado, está bien iré en tu lugar- no faltaba más que con mi esclavitud autoimpuesta pierda también la realidad del espacio-tiempo.

-ve tranquilo hermano yo me encargare de todo- digo sonando más conciliador.

-más vale que no faltes Michael, te deberé esta amigo, sabes cuánto tiempo tengo planificando la visita a los padres de Andrea-Asiento con la cabeza quien mejor que yo para saberlo si a cada momento que se me acercaba con la misma letanía una y otra vez.

LA NOVELA DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora