El silencio de los obreros

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Resuena fuerte el martillo,

dando golpes sin parar,

y chirrían como un grillo

sierra y serrucho al cortar.

La mezcladora me asusta,

pues siempre escupe cemento

cuando lo hace, y bien gusta

de ensuciar el pavimento.

Y el teléfono no para.

¡Cómo le gusta sonar!

Si pudiera lo apagara,

pues lo voy a estrangular.

En otro lugar, más lejos,

se escucha alto una ambulancia.

—¡Se arrancó un dedo aquel viejo

y sangre hay en abundancia! —

oigo decir al plomero,

mientras suelta la mandarria.

Su oratoria es la de Homero.

¡Qué armónica su fanfarria!

Otro cliente se queja

del ruido ensordecedor,

y, mientras, cruje una reja

y ruge fuerte un motor.

Estoy en un mundo cruel,

viviendo como carneros,

pero me conforta el

silencio de los obreros.

Hastío Laboral ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora