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Rencores sin razón.

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Observaba desde el puesto de vigilancia cada residente que pasaba por él área, algunos sonreían amablemente y otros tan solo pasaban. Veía a algunos niños jugar en el césped con viejos juguetes, una pareja de ancianos observarlos y como algunos adultos cuchicheaban entre sí. El viento chocaba con mi cabello ondulado y seco, ante no tener mi sombrero me molestaba como flequillos de mi cabello caían en mi ojo, tapando mi visualización. Me mantenía tranquilo ante las circunstancia, las duras circunstancias que nos estaban haciendo poner en riesgo esta comunidad. Permanecía en aquel puesto de vigilancia al menos dos horas ante tener que cuidar a Judith, viendo a estos niños no dejaba de imaginarme un futuro en donde ella pudiera tenerlo absolutamente todo. Me preguntaba a veces cómo sería el futuro, dónde estaríamos y dónde estaría ella, no podía dejar de desear que esta comunidad se salvara para que su crecimiento y desarrollo fuera como el de una niña normal. Aunque yo sé que ella nunca sería normal ante la realidad a la que debíamos aferrarnos, solo deseaba tener un futuro en donde todo fuera estable y neutral, donde no hayan más peleas y confrontaciones por un poder de

un mundo que ya no nos pertenecía. Sonreí ante visualizar a Natasha Johnson caminar con su mano entrelazada a la de Daryl Dixon, a veces deseaba escuchar por poca de ellos mismos como había florecido ese amor. Ella era una flor delicada que Daryl debía cuidar y proteger, nunca había visto a ese hombre tan feliz y tan enamorado como lo estaba ahora con esa dulce chica. Podía ver la amplia sonrisa de Natasha, en cómo su felicidad estaba completa ante la llegada de su hermana días atrás a esta comunidad en donde ahora debía verle su rostro día a día como antes pero todo era diferente. Se sentía como si estuviéramos volviendo a empezar, como si ella fuera una desconocida y no confiara en ella. Aliana Johnson y yo no habíamos cruzado extrañamente una palabra en los tres días que llevaba residiendo nuevamente a nuestro lado para mi comodidad, estaba quedándose en mi hogar donde residía con mi familia ante Rosita e Tara estar viviendo con Natasha y Daryl en el hogar que les pertenecía a Maggie Greene y Glenn Rhee. No podía establecerse en otros hogares ante la confianza y comodidad que sentía con la pareja, ante eso a papá no le tuvo sin cuidado mi comodidad y la dejo quedarse en nuestro hogar.

—Ey, Carl.—mire abajo al suelo, donde veía a Rosita tapar su rostro con la mano para proporcionarle sombra ante el día soleado.—Mi turno.—asentí ante su recordatorio, no tarde en colocar ella tela del arma para cargarla en mi espalda, bajando con cuidado por las escaleras y pasándole a mi compañera el arma.

—¿Como va esa herida?—observe el brazo de Rosita y en cómo está tenía un vendaje en su mano ante el ataque de los salvadores en Hilltop ella recibió un disparo en su brazo.

—Bueno, no dolió tanto como el de la vez pasada cuando nos atacaron los salvadores acá.—me respondió, cogiendo el arma y llevándola a su espalda.—¿Y tú cómo lo llevas?—quede confuso ante su pregunta, alzando una ceja.—Todo lo que está pasando.—me explico, haciéndome entender.—Aliana regreso, debes estar más despreocupado. Tú papá también regreso.—mire fijamente a Rosita, asintiendo ante su comentario.

—No es tan fácil como parece serlo, las cosas no marchan bien con ella.—le dije, refiriéndome sobre la situación de Aliana.—Y segundo, esta pelea contra los salvadores aún no ha acabado.—comenté.—Al menos por ahora si pero no tengo duda en que aún no hemos pasado lo peor.—suspiré, estirando mi cuerpo.

—Debemos permanecer en guardia hasta que pase lo peor.—Rosita llevó su mano a mi hombro sonriéndome.—Ya eres un hombre.—me halagó, sonreí, dándole espacio para que subiera las escaleras y llegara al puesto de vigilancia.

Era poco frecuente que mantuviera comunicación con algunos compañeros del grupo pues yo siempre estaba en mi mundo de reservación. Me fui alejando del puesto de vigilancia observando así a Rosita acomodarse sola para pasar dos largas horas vigilando desde ahí el perímetro de los muros. La soledad la había consumido desde la muerte de Abraham y ahora ante la ausencia de Eugene, más sola no podía sentirse. Lo único que tenia cercano era a Tara, quien también estaba encerrada en su mundo ante aún lidiar con la muerte de ex pareja, la enfermera Denisse. Todos lidiábamos con alguna situación que nos tocaba hablarlos con nosotros mismo, lleno de cansancio y dispuesto a ir a mi casa a descansar, no tarde en llevar mi caminata a las calles de Alexandria cruzándome con lagos residentes que me sonreían, dándome recuerdos de la primera vez que llegue aquí. Con quien único solía pasear para conocer el lugar era con Aliana Johnson, recordamos cuando nos acercamos a Ron Anderson y solíamos ir a su casa de mil en cien para charlar. A veces extrañaba viejos tiempos, viejas memorias que en su momento fueran más adecuados, fueron buenas.

𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐂𝐈Ó𝐍  ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒❷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora