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A tu lado.

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Acomode mi mochila, mientras que me sentía bastante relajado, me sentía bien. El día se mantenía nublado, mientras que había retomado el camino a donde iría desde antes de salir en busca de la chica a mi lado. Aliana se mantenía en silencio, mientras que caminábamos por la carretera sin el auto, habíamos girado a la comunidad para alertar que estábamos bien, dejando el auto atrás con ellos. Aliana tenía su cabello arreglado, en silencio caminaba junto a mi, ambos iríamos en busca de aquel desconocido que ayudamos en aquella gasolinera. Ambos íbamos en un silencio cómodo, un silencio que no nos molestaba o queríamos romper, o al menos quizás yo si. Podía sonreír toda la tarde, si, toda la tarde podría sonreír o incluso todo un mes hasta que supere cada cosa que Aliana y yo hicimos, experimentándonos uno al otro. Había sido una gran experiencia, no tenía duda que ella estaba igual que pensativa, y que deseaba compartir más momentos como ese, pues yo lo deseaba de igual forma porque sin duda algún, estaba loco por esta chica.

Quería abrazarla, más fuerte de lo que pude haber hecho horas atrás. Aún tengo grabada cada imagen de su rostro, de su semblante, de la forma en la que me miraba. Aún sentía sus manos acariciar mi piel, sentía sus labios besar cada parte de mi cuello hasta llegar a mis labios. Aliana traía mi mundo dando vuelta en todos los sentidos posibles, cada emoción que sentía me las causaba ella, incluso me las mezclaba. Veía en su rostro la tranquilidad, la paz que quizás no tuvo en muchas noches, la que quizás necesito en muchos días donde debía aguantar cosas que le rompían hasta lo más profundo del corazón. Hace mucho no veía o escuchaba esas risas que me transmitió horas atrás, esas risas que necesité para alegrarme el ambiente, o esas sonrisas inigualables que me hacían entender que todo estaba bien porque ella estaba a mi lado. Pero ahora todo era distinto, porque ambos habíamos crecido y entendíamos que el peor día de querer a alguien, es el día en que se van para siempre.

—¿Estás bien?—dirigí mi mirada a ella, ante ninguno decir alguna palabra luego de los actos que pasaron horas atrás.—¿Te lastime?—pregunté preocupado.

—No, demonios, estoy bien.—sonrió ella algo sonrojada, caminando a mi paso.—Solo que... no quiero que solo haya sido sexo, no quiero que se base de eso, somos grandes Carl, ya no somos niños, sabemos lo que hacemos, supongo que sabemos lo que queremos.—dirigí mi mirada a la carretera, evitando su mirada.

—Te preguntó porque no has dicho una palabra luego de lo qué pasó.—le digo, evadiendo lo que me dijo para aclarar el por qué hice mis dos preguntas anteriormente. Ella negó.

—Solo no sé cómo reaccionar aún, no puedo creer que hayamos hecho eso, aún puedo sentir tu tacto con el mío, lo juro.—sonreí ante ver su hermosa dentadura, ante ver sus mejillas sonrojadas.

—No hicimos algo que fuera prohibido.—dije, mientras que ambos continuábamos caminando bastante cómodos, ni siquiera me sentía cansado.

—No me evadas, por favor, seamos honestos con lo que queremos.—sentí su mano rozar la mía, ambos conectamos mirada pero los recuerdos y los sentimientos que sentí meses atrás me hicieron mantenerme en silencio.—Quiero que arreglemos todo, quiero que estemos juntos, se lo que quiero y lo tengo claro, lo que quiero eres tú; solo eso.—me musito ella.

—Estoy aquí, nunca me fui.—le interrumpí, pero ella negó, cómo si no fuese suficiente que estuviera ahí junto a ella.

—Quiero lo mismo que quieres, quiero hacer lo que es correcto para ambos y es estar juntos.—Aliana se detuvo en seco en la carretera, ambos delante de la gasolinera pero ella no se había detenido porque habíamos llegado, se había detenido porque quería una respuesta sincera de mi parte.—¿Qué es lo que te impide estar conmigo?—me pregunto mirándome fijamente, lleve mi mano a su mejilla, acariciándola y suspirando.

𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐂𝐈Ó𝐍  ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒❷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora