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Ser madre.

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Sentía una gran presión en mi corazón, era como si el susto que había pasado fuera reciente. Habían pasado aproximadamente una hora desde que nos fuimos de aquel museo, de camino a nuestros hogares o al menos algunos de ellos. La ruta principal que solíamos tomar por el puente, estaba incapacitada y nos vimos obligados a tomar una ruta alterna. Apretaba la cintura de Rick, mientras este era quien sostenía la cuerda para guiar al caballo. Había decidido que debería durante el viaje ir acompañada de alguien y aunque me sintiera algo enojada por esa petición, accedí.

—¿Como te sientes?—mire fijamente los ojos color miel de mi hermana, veía sus ojeras, un poco de palidez en ella.

—Creo que ambas estamos completamente jodidas.—sonreí mirándola y ella asintió, acercándose a mi y dándome un abrazo, un fuerte abrazo.

—Eres lo único que me queda, no puede perderte también. Vuelve, por favor.—mis brazos y los de mi hermana cometían misma acción, acorralábamos nuestros cuerpos formando un gran abrazo.

Sentir ese gesto de amor hacia mi, era mucho, era algo que necesitaba; que me faltaba. Ambas sufríamos un mismo dolor, la pérdida de Nathan aún era como si estuviese reciente. La conciencia me consumía cada vez que la veía, cada vez que me dejaba saber lo entristecida que estaba por la audiencia definitiva de nuestro único hermano varón. Nunca tuve el valor de decirle a Natasha, a nadie, a pesar de que Jayden fue el único testigo; nunca habló, jamás lo hará. La abrace fuertemente, recordando meses atrás como mi tuvo que dejar su dolor atrás ante la pérdida de nuestro hermano, para cuidar y sanar mi dolor. Nada ha cambiado, cada mañana despierto y tengo a los mismos pensamientos, incluso cuando el día acaba en la noche, me pregunto ¿en donde estás ahora, Carl? Pude ver a lo lejos a Rick mirarme, mirarnos a ambas, con una gran sonrisa. Le sonreí, ese hombre era tan fuerte y un gran líder, no había duda de lo mucho que lo extrañaba. Vi como caminaba hacia acá, me solté del abrazo de mi hermana, viendo sus ojos húmedos y como ella acarició mi rostro. Natasha era una de las mujeres más fuertes que conocía, pero aún así Maggie Greene era mi ejemplo a seguir y aún desconocía la razón. Aún desconocía el por qué la veía a ella como mi madre.

—Hace mucho no veía ese abrazo entre ustedes.—Natasha y yo miramos fijamente los ojos azulados de Rick mirarnos con una sonrisa, este nos acorraló a ambas en sus brazos, abrazándonos por los hombros.—¿Estás bien?—Rick me miró y asentí, viendo cómo Daryl se paraba cerca, mi hermana no tardo en sonreírnos para darnos a entender que se acercaría a su parejo, estos ambos dándose un abrazo.

—Se que planearon intentar de convencerme para irme a Alexandria.—Rick se paró delante de mi antes mis palabras, lo miré cruzándome de brazos y viendo cómo él llevaba sus manos a sus caderas.

—Pensamos que es una buena idea, tanto para ti y para los bebés. Queremos lo mejor para ustedes.—me respondió él, mirando al suelo.—Lo único que quiero es a mi familia cerca.—añadió a su comentario.

—Puedo prometerte que lo pensaré.—le sonreí, viendo cómo él sonreía ante esta respuesta pero aún así a través de sus ojos podía ver la melancolía, de que él imaginaba a Carl en estos momentos a mi lado abrazándome o refutándole por haberme dejado venir.

—Rick, los caballos no pueden tirar de la carreta a través de este barro.—Rick giró su rostro ante Michonne llamarlo, ambos miramos como la carreta parecía no pasar a través del barro, los caballos ya no tenían fuerza para jalarla.

𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐂𝐈Ó𝐍  ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒❷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora