P r ó l o g o

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—¡Papá!—gritaba con todas mis fuerzas viendo la gran corriente delante de mí.— ¡Papá no me dejes!

—Tápate los ojos pequeña y espéranos aquí, volveré pronto con mamá.— Recibí un abrazo cálido y salió a buscar a la mencionada. Batallaba contra la gran corriente por salvar al amor de su vida y no se iría de allí sin ella.

Mis pensamientos me consumían cada vez más, no podía quedarme sin hacer nada, estaba comenzando a desesperarme. Decidida, salí en busca de ayuda ahogándome en mis propios gritos y sollozos. No tenía ni idea si había alguien por las calles a altas horas en la noche pero mantuve la esperanza. La imagen de mis padres en el río me ponía más ansiosa, no podía perder a mis padres. Corrí con todas mis fuerzas reprimiendo que mis piernas anhelaban caer y descansar.

Al borde de perder mis esperanzas y volver, por fin había encontrado a alguien.— Por favor, por favor ayúdame— trataba de tranquilizarme entre el cansancio y miedo que me consumía.— Mis padres, hubo un accidente, por favor, están en el río.

Iba de vuelta con algunos hombres que parecían igual de desesperados que yo, aunque era imposible. Hice todo lo que pude, mis padres eran fuertes, las palabras de mi padre no salían de mi cabeza ; me hacían sentir segura que íbamos a salir de ésta pesadilla y volveríamos a casa. Pero al llegar no entendía nada, la corriente estaba calmada y mis padres no estaban.

¿Acaso me estaba volviendo loca? ¿Me lo imaginé todo?

El sonido de mi alarma retumba en mis oídos. Otra vez esa maldita pesadilla de mis padres muriendo, o mejor dicho, recuerdo. Ya pasaron ocho años y aún todas esas imágenes y recuerdos me atormentan.

Me pregunto, ¿qué hubiese pasado si hubiera corrido más rápido o simplemente me hubiese quedado? Sí, tenía ocho años pero sé que pude haber hecho algo. Una semana después del accidente hallaron sus cuerpos mucho más abajo del río. Al no tener a nadie que me pudiera cuidar me mandaron con una familia y para el colmo, latina. Al parecer se habían mudado a Seúl y querían adoptar un asiático. Karla y Esteban son mis padres adoptivos, realmente son un amor.

Aish, ¿acaso esa mariposa no tiene otro sitio donde pasarse? En serio.

— ¡SONG HAERI, SI NO AVANZAS JURO QUE TE VAS CAMINANDO AL INSTITUTO! —La voz de Karla me saca de mis pensamientos dándome cuenta de la hora, mierda.

— ¡YA VOY!

Me preparo rápido, no tengo ganas de ponerme maquillaje así que no lo hago. Sólo me peino y bajo las escaleras como si fuera una rampa.

— Hae, ¿ya estás lista para tu último año? —Me pregunta Karla mientras me da mi taza de café y pan, perfecto.

— Zupungo —contesto metiéndome el pedazo de pan mojado en café.

— Puerca, no hables con la boca llena. —Me reprende Esteban mientras coge las llaves del auto.— Vámonos Haeri, yo te llevo.

Termino mi desayuno rápido, creo que ni lo mastiqué, me coloco mi mochila y me dirijo hacia la puerta hasta que la voz de Karla hace que me detenga en seco.— Suerte en tu primer día Hae, tus padres estarían muy orgullosos de ti —dice mientras se acerca a mí para darme un abrazo. Le sonrío en modo de respuesta. Realmente siempre que alguien toca el tema de mis padres se me hace difícil hasta respirar.

Primer día de escuela, que divertido.

Efecto Mariposa » Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora