Capítulo 9

401 48 3
                                    


La noche cayó y no dejo de pensar en el porqué Gideon, ni siquiera se comunicó conmigo por celular, o alguna otra vía.

De sus amigos solo han llegado Steve y Owen, pero el resto tampoco a venido aún a la universidad, al igual que él.

Sin querer mis pestañas se cierran y caigo en un profundo sueño.

...
La luna está en su plenitud. Tan grande y pura.

La mano de él sostiene la mía, y es como si hubiesen sido creadas para encajar una sobre la otra.

Los dos admiramos la luna, mientras me abraza.

Adam, gracias por siempre estar conmigo en cada momento, por cuidar de mí siempre.— él me sonríe, con esos embelesadores labios que parecen tan rutilantes ante mis ojos, que provoca que mi ser se estremezca.

No tienes nada que agradecer, siempre estaré contigo, mi Luna.

...

Me despierto de golpe, miro a mi alrededor y todo está en penumbras, aunque logro distinguir que estoy en mi habitación; solo fue un sueño.  Me recuesto nuevamente y trato de procesar un poco ese sueño tan real. Y de nuevo, al recordar ese sueño extraño, donde me encuentro con Adam, nuestra indumentaria era acorde a lo que se usaba hace siglos. Pero no entiendo por qué Adam, sigue apareciendo en mis sueños. No creo haberlo visto antes, aunque tengo la sensación de que ya lo había visto antes, es algo ilógico, ya que aunque lo hubiese visto no es motivo para tener este tipo de sueños.

Mis pensamientos se vuelven confusos y contradictorios. –Creo que mejor trataré de dormir otra vez –me volteo hacia la izquierda y justo a mi lado esta la figura de un hombre. —me quedo paralizada, observando la figura, y mi corazón empieza a latir muy rápido mientras a mi mente vienen imagenes de innumerables escenas de películas de terror, ni siquiera un grito fue capaz de salir de mi boca, trato de hacer un esfuerzo por gritar, y quizás alguien me escuche y venga a auxiliarme, al fin un grito a medias y de acción retardada logra escapar, pero mi boca es tapada por unas grandes manos, impidiendo que el grito sea escuchado.
Mi corazón late a mil por hora, casi que sale de mi pecho, hasta que escucho una voz familiar:

—Tranquila ojitos, cálmate —¡esa voz! Inmediatamente me percato de que es Gideon.

Hago intento de quitar su mano de mi boca.

— Te quitaré mi mano, pero no grites ¿Vale?

Yo asiento, aún con du mano en mi boca y él retira su agarre.

—¿Qué carajos haces aquí? — hablo con exigencia, pero casi en un susurro para que mi familia no se de cuenta que está metido un hombre en mi cuarto a plenas horas de la madrugada.

—Necesitaba verte –habla con obviedad, pero en un tono taciturno.

— ¿Pero a caso no podías esperar hasta llegar a clases?

—No quería esperar —afirma.

—¿Desde qué horas estuviste viéndome dormir? –una parte de mí piensa en que talvez haya estado babeandome sobre la almohada o haciendo algún sonido vergonzoso, pues esto no es una bonita película donde siempre la protagonista duerme y se ve como un ángel, aunque quisiera, pero justo ahora si no fuera por la oscuridad de mi cuarto, Gideon me vería como una loca del manicomio, o como la loca de los gatos que sale en los Simpsoms –Y además ¿ya notaste que son las dos de la madrugada? —le digo algo exaltada.

—Lo suficiente para escuchar mi nombre salir de tus labios. Y sí ya lo noté — se le escapa una sonrisa pícara.

— ¿QUÉ? Eso no es cierto. Más bien dime cómo lograste entrar

— Claro que dijiste mi nombre. Y luego como media hora después tuviste como un sueño muy bueno, porque logré ver alguna que otra sonrisa. ¿Qué soñabas? —se sienta a mi lado y yo me reincorporo para estar a su altura, aunque esa última pregunta me hace recordar nuevamente el extraño sueño que tuve con Adam, que obviamente no se lo contaré.

—No me evadas la pregunta, más bien responde lo que te he preguntado —en realidad yo estoy tratando de evadir su pregunta acerca de mi sueño.

—Tengo mis técnicas, ojitos —le lanzo una mirada despectiva, aunque no estoy segura si logra verla. Pestañeo un poco para adaptarme un poco a la poca claridad que hay — Quiero que me cuentes tu día, dime ¿Me extrañaste?

—¡¿Qué?! ¡Has venido a mi casa en medio de la madrugada a decirme eso! Además, ¿Por qué te extrañaría? — la verdad es que el muy tonto me hizo mucha falta, pero no me permito aceptarlo en voz alta, pero por otro lado aunque la compañía de Adam, fue muy amena, no niego que pensé mucho en Gideon.

— Bueno lo que tú digas.

Pasamos conversando de tonterías, pero no nos contamos qué hicimos ese día. Ambos preferimos evitar ese tema, pero no me deja de intrigar porqué faltó a clases.

Mis pestañas se están cayendo de sueño. Y los bostezos son más seguidos.
—Duerme, me quedaré aquí a velar tu sueño, ¿te parece? — la verdad es que no quiero que se vaya.

Solo asiento a su pregunta, y me deposita un beso en la frente.

Me volteo hacia el lado opuesto de donde está él. Siento su mano abrazarme, y eso me reconforta.

Y el Dios del sueño me carga en sus brazos, invadiendo mi ser con su esencia.

Lazos del destino ©  [TERMINADA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora