Lazos del destino © [TERMINADA]

Capítulo 14

El viaje con Gideon ha sido un silencio total, tan solo se escucha el ruido de la moto al correr y el aire al soplar.

La moto para tan de repente, que logra sacarme de mis pensamientos.

—¿Hemos llegado? –inquiero

El asiente y bajo de la moto con el casco aún puesto. Me quedo observando el alrededor. Es algo así como un bosque, pero al parecer es polulado ya que hay un caminito por donde suele pasar gente.

Gideon se planta en frente de mí, y me saca el casco.

—De aquí tendremos que caminar ojitos, pero si no quieres te puedo llevar cargada entre mis brazos —sonríe un poco.

—No, gracias. Prefiero caminar. —sonrío de la misma forma.

Él toma la moto, empujándola hacia detrás de un arbusto.

—¿En serio allí la dejarás?

—Sí, no le pasará nada. Ven —me toma de la mano y me guía por la vereda.

—¿A dónde me llevas? Tengo derecho a saber, ¿no crees? Aparte está todo muy oscuro. —digo aún con mis nervios de punta.

—Ya lo sabrás ojitos, no te desesperes. Tampoco te preocupes yo conozco bien el lugar no te pasará nada. Aparte mira —señala la luna —ella nos ilumina el camino, su luz es asombrosa ésta noche. —mi cara es un poema al observar la beldad, tranquilidad y satisfacción que solo la luna me puede dar al observarla, tan impasible, radiante, tan hermosa.

Gideon acaricia mi rostro —Ella y tú se parecen mucho —le sonrío mientras me toma de la mano para guiarme hacia el camino.

...

—Gideon, ya han pasado casi veinte minutos, y aún no llegamos. Ya me duelen mis pies. —me quejo.

Frena el paso tan de repente que me quedo viéndolo un poco asustada. ¡Ugh! le habrá picado algún animal. Me le acerco un poco.

--¿Estás bien? ¿Pasa algo? —a la vez que hablo inspecciono el lugar y a él.

En un abrir y cerrar de ojos me coge por las piernas me levanta, y me carga como un bebé.

Un grito sale de mi garganta —¡QUÉ CARAJOS HACES! ¡BÁJAME!

—No, no te bajaré. Aún falta un poco por caminar, y no quiero que te canses más.

No sigo refunfuñando porque igual no me bajará. Así que dejo que me lleve, igual ya no quería caminar, la verdad me canso rápido.
Que holgazana soy, lo sé. Pero estar tan cerca de él y respirar su aroma, sentir su piel, observar sus facciones me hace tener ganas de no bajarme más nunca de su brazos.

...

—Listo ojitos, hemos llegado —me baja despacio de su agarre y me tambaleo un poco por estar de pie.
Me toma de los hombros y me voltea para que pueda ver lo que hay detrás de mí.

No puedo ocultar, ni evitar mi asombro y emoción, así que camino hacia el lugar.

Es un lago, con el agua totalmente cristalina, la luna se refleja y el ambiente complementa perfectamente el lugar.

Me volteo hacia él, y está con una sonrisa llena de satisfacción.

—¿Y...  te ha gustado?

—¡Claro! el lugar es hermoso — pero hay un detalle, muero de hambre. Y mi estómago no lo disimula.

Él se mofa al escuchar mi estómago gritar por comida. Y no puedo evitar sentir algo de pena.

—No te preocupes —me toma la barbilla, y la sube hacía su vista — yo te dije que vendríamos a cenar. Así que por supuesto te traje comida —una sonrisa burlona se le escapa, y siento levemente mi sonrojo.

Él camina hacia una piedra gigantesca a mi vista, y detrás de ésta saca una bolsa con lo que supongo es comida.

—Ven, siéntate —¿cómo es que ya había traído la comida hasta aquí? En fin, prefiero no preguntar. Él tiende una manta en el suelo. Y saca la comida, pero solo me sirve a mí.

—¿Por qué solo me sirves a mí? ¿Acaso nunca comes? —resongo

—No es eso, ya había comido. No te preocupes. —achico mis ojos, mientras él toma únicamente una manzana.

—No eres normal. Si se supone que me habías invitado a cenar, era porque comeríamos juntos —él sonríe pero de una manera que da miedo, pero que causa un catastrófico efecto en mí.

—No soy normal —lo dice con sarcasmo más para él que para mí —Mejor ya deja tanta preguntería y come.

Yo asiento, porque muero de hambre, mientras me deleito con el magnífico panorama que está enfrente de mis ojos.

La luna sigue alumbrando el lugar; acá hay un poco más de claridad así que no se me dificulta ver.
...

Él se la pasó riéndose prácticamente de mí. Lo acepto a veces cuando como parezco bebé. Pero él exagera.

Me ha traído un postre que al parecer es algo así como un dulce de leche. Está delicioso.

—¡Oye Metzy! Mira hacia arriba. —dice señalando con su mano.

Yo volteo a ver hacia arriba, y sin querer me lleno la mejilla con duelce, al parecer era lo que él quería que pasara.

Su actitud me está haciendo enojar. Así que tomo un poco y se lo embarro en toda su cara. Siendo él es más ágil que yo, logra agarrar mis manos y tumbarme al suelo.

—¿Quieres que te limpie la mejilla?

—Eh, no. Yo puedo hacerlo, gracias —respondo.

Él se acerca lentamente hacia mi rostro y pega su boca al lugar donde tengo dulce. Pero al instante de percatarme la asquerosidad que quiere hacer, aparto la cara. Y sin darme cuenta quedamos frente a frente, mirándonos fijamente a los ojos. Y estamos tan cerca que puedo sentir su respiración. Se acerca aún mas y une nuestros labios en un sutil beso que hace que hasta la parte más recóndita de mi cuerpo se estremezca, y que literalmente sienta un maldito conejo saltar en mis estómago, para atrapar las mariposas, o más bien zopilotes que vuelan dentro. Esa descripción fue rara, al igual de lo que siento.

La respiración me empieza a faltar así que aunque no quiera me aparto de él. Y el color rojo sube hacia mis pómulos sintiéndome nerviosa. No sé qué decir. Así que me dedico a admirar la luna.

—Sabía que amarías este lugar. Es el punto exacto donde se logra ver la luna en su mayor plenitud.

—¿Sabías que amo la luna?, no sé, es raro pero es como si aveces sintiera un  magnetismo hacia ella.

—Sí, lo sabía —dice con tranquilidad.

—¿Eh? ¿Cómo así?

—Intuición, nada más. —se voltea y me ve a los ojos —además el rutilante resplandor de ésta, causa que tus ojos resalten, y sean capaz de hipnotizar a cualquier persona —esas palabras me llevan al momento en que Adam estuvo en mi casa, y logró ponerme nerviosa. ¿A caso estás palabras son lo más cliché del año?

—¿Ese efecto te incluye a ti? —indago

—Ya no puedo abjurar a lo que dije ¿verdad?

Yo me río de él —Creo que no

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A eso se le llama el efecto Metzaly 😂😂😏😏🌙😍😉😉