CAPÍTULO Nº VIII UN TOPE CON LA BRUJA, QUE DIGA REINA DAISY

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Los chicos quedaron tan tristes al ver que estaban solos y que el dragón y la princesa los había abandonado, entonces le hicieron caso a esa persona y entraron a la carroza.

Al ingresar a la misma, se pusieron en marcha muy bruscamente. Cuando vieron que la persona la cual conducía aquella carroza, era una persona que estaba encapuchada y no lograban notar si era chico, chica, señor o señora; aunque parecía más chico que chica, pero por su voz, parecía chica, bueno es muy confuso, pero ninguno de los dos hermanos se atrevía a preguntarle para no ofender a la extraña persona. Pasaba el tiempo, y comenzaban a preocuparse, ya que aquella persona estaba demasiado callada.

Entonces, cada vez se preocupaban más así que Ryan explotó -¿Quién eres? ¿Por qué nos has dicho que no te temamos? Y ¿Por qué no te quitas esa capucha y nos muestras tu rostro?–Con una voz muy temblorosa.

-Ah, por cierto, me había olvidado de contaros, bueno, yo soy la Bruj... que diga Reina Daisy, la que rige en este maravilloso mundo, y no me quito la capucha porque los servidores del Rey pueden reconocerme y matarme.

Trixie le dijo al oído a Ryan: -Debemos mentirle, sino sufriremos graves consecuencias –Y luego le dijo a la Reina: -Somos Elena y Bruno.

Ryan consideraba que Trixie le debía mentir, ya que por la historia que le había contado ella desde un principio, decía algo de una misión, tal vez querría lastimarla o algo parecido, aunque la historia que le acababa de contar la Reina, no lograba creerla.

-Así que Elena y Bruno ¿No es así? –Profirió la Reina- ¿Son humanos de la Tierra?

-No sabemos nuestro origen- Respondió Ryan muy nervioso.

-Tomen éste líquido, si son humanos y lo beben, mueren, a cambio, si son otra criatura inhumana no morirán, purificará su corazón y serán inmortales –Primero le dio una copa con aquel líquido a Ryan.

El mismo líquido era de color rojo pasando a un color rosa, y la copa era muy grande y de cristal.

Ryan cogió la copa y derramó su contenido sobre el piso de la carroza, a lo que la copa se hizo mil pedazos, la Reina Daisy enloqueció y los echó fuera de la carroza con un golpetazo a cada uno de ellos, primero a Ryan y luego a Trixie.

-Insolentes, imbéciles, torpes –Grito Daisy muy enfurecida a los chicos-. La pagarán muy caro, condena eterna, eso es lo que se merecen.

Ryan gritó, creyendo que no los iba a oír: -Vieja mamarracho, no sabes con quien te estás topando, eres una tonta ¡somos los hijos de Rose! Tenemos todo el poder sobre ti.

La carroza corría muy veloz al ritmo de los caballos, pero cuando la Reina oyó esa barbaridad, pegó un grito y les dio un latigazo muy fuerte a los dos caballos de atrás, a lo que tuvieron que frenar de golpe y volver hacia donde estaban Ryan y Trixie.

-¿Oí mal o han dicho que son hijos de Rose? –Inquirió Daisy.

-Pues, te has confundido –Respondió muy enojada Trixie.

-No, no Trixie, descuida, no nos hará ningún tipo de daño si le decimos la verdad –Susurró Ryan a Trixie.

La Reina lanzó un hechizo sobre ellos, que hizo aparecer una jaula, la cual encerraba a los dos hermanos. Luego lanzó otro, el cual transformo a los dos chicos en estatua, para que no la estorben durante el viaje. Y luego otro para aparecer la jaula con los chicos dentro de la carroza.

Cuando Daisy hizo que entraran en la misma notó un libro dentro del saco de Ryan, del mismo modo fue por el cual sentía mucha rabia, porque ella sentía que algo tramaba hacer con el libro, igualmente no hizo nada para quitárselo. Al llegar a su destino, bajó, liberó a los chicos y realizó otro de sus encantos para lograr que no sean más un par de estatuas, al liberarlos le dijo a Ryan muy enfurecida:

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