CAPÍTULO NºIV EL EXTRAORDINARIO MUNDO DE BOOCKXZANIA

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Una vez que Trixie terminó de explicarle todo le dijo a su hermano:

-Ahora abrázame, voy a hacer un hechizo para que entremos por fin en Boockxzania.

-¿Y por qué tiene que ser aquí dentro, de esta enorme biblioteca? –Inquirió Ryan.

-En otro lugar no se puede, sólo aquí –Explicó Trixie.

-Y ¿Por qué? –Preguntó él.

-No lo sé, sólo abrázame de una vez y déjate de preguntas –Profirió Trixie.

Ryan la abrazó con mucha timidez, Trixie dijo 'PUNCHENGELIT ABRAGAM' y en un abrir y cerrar de ojos aparecieron en el increíble, mágico, bonito y cálido mundo de Boockxzania.

Hacía bastante calor, Trixie hizo otro hechizo para que aparezca una brújula justo en su mano, entonces empezaron a caminar hacia el norte, para el lado en el que se encontraba la Montaña donde escondían a su madre.

Caminaron unos dos kilómetros, pero con el calor que hacía, a Ryan comenzaron a pesarle las piernas en cuanto las levantaba para dar pasos, y así con cada paso, hasta que le tuvo que decir a su hermana:

-Ya no puedo caminar más, me pesan las piernas, siento como si fuera a morir justo aquí.

Entonces Trixie le dijo:

-Recuéstate bajo la sombra de uno de estos enormes árboles y en cuanto estés bien, avísame y seguimos nuestro viaje.

Ryan le hizo caso, mientras que estaba descansando, Trixie empezó a hacerle preguntas como: ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?, ¿Qué sueles hacer en el pueblito dónde vives? Y así muchas otras preguntas más, se conocieron un poco más en el transcurso de unos cuarenta minutos, por fin se sintió mejor, así que se levantó y siguieron caminando en busca de su madre.

A cinco minutos de haber retomado el viaje, se cruzaron con una enorme cigüeña. La cigüeña era muy amable y les dijo:

-Hola chicos, creo que me debería presentar primero, bueno, mi nombre es Steve y soy una cigüeña de campo, ¿quiénes han de ser ustedes dos?

Trixie le respondió, con un tono de cansancio extremo:

-Eres una cigüeña muy amable, él es mi hermano Ryan y yo soy Trixie.

A lo que la cigüeña reconoció sus rostros, porque como les conté desde un principio Ryan tenía una mirada muy especial, y cuando les conté que a Trixie le quedaban espectaculares las gafas, ahora deben de entender que ella tiene la misma mirada que Ryan, y ambos tienen la mirada de su madre. Entonces la cigüeña reconoció sus rostros por eso.

Eso quiere decir que la cigüeña sintió un gran orgullo al ver que los hijos de Rose eran idénticos a ella –Rose es la madre de Ryan y Trixie- entonces muy amablemente les dijo:

-Pequeños, se ven muy agotados, ¿Quieren ir a mi casita a tomar la merienda? Suban a mi plumaje y yo los llevaré con mucho gusto.

A lo que los chicos le dijeron:

-¿Está seguro de que puede llevarnos? Igual si no puede, no hay problema.

-Desde luego que puedo, soy una enorme cigüeña por si no lo habéis visto –Exclamó Steve.

Los chicos se sonrieron y montaron entonces abordo de Steve, Trixie adelante y Ryan por detrás, anduvieron cientos de metros montados sobre el lomo de Steve, hasta que llegaron a la casita del mismo.

Una vez que llegaron a la casita, Steve los invitó a entrar y a tomar asiento en la mesa, para así merendaban, ellos se sentaron con mucho gusto. La casa del señor Steve era una casa no muy normal, sino que era algo especial, era pequeña pero al mismo tiempo hermosa y lujosa, en la sala de estar tenía dos pequeños sillones, una mesita de madera y un mueblecillo; en la cocina tenía una enorme mesa, seis sillas rodeando la misma, cosas para cocinar como heladera, parrilla, etc. Estaba toda la casa muy adornada, parecía la casa de un humano.

Ryan, al ser muy curioso, le preguntó:

-¿De dónde has sacado tan bonitos muebles? si eres una cigüeña y tienes tantas cosas maravillosas, debes de ser una cigüeña muy especial.

El señor Steve lo miró con mucha serenidad y le dijo:

-Pues, me las ha ido regalando un amigo de toda la vida, el señor Augustus, que es una especie de pájaro carpintero muy inteligente, le estaré agradecido toda la vida con las maravillosas cosas que hace por mí. Y eso de ser una cigüeña especial, me temo que no lo soy –Y se entorno algo decaído-.

Trixie intervino:

-Con todo respeto y sinceridad le digo que, deberíamos de merendar de prisa, porque tenemos que ir a buscar a nuestra madre, señor Steve.

Steve le dijo:

-¡Desde luego!

El señor cigüeña puso una jarra de leche en la mesa, también un pan muy crocante, jalea, una tetera que chillaba de lo caliente que estaba, y un azucarero lleno.

Todos dijeron a la vez:

-¡Buen provecho! –y comenzaron a merendar.

Luego de haber terminado, Trixie y Ryan se despidieron del señor Steve, lo saludaron y se fueron muy de prisa, antes de que oscureciera.

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