Niño entre adultos.

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Ji Yong no era estúpido, sabía que Seung Hyun se escondía detrás de tanques, armas y alambres de espinas, porque estaba harto de él, de la vida que llevaban, tan harto que necesitaba de algo sólido para sostenerse. Ji Yong lo sabía todo, pero no entendía cómo dos años de portar un uniforme caqui podrían ayudar de alguna forma a alguien que vivía como ellos, Y Seung Hyun, quien nunca hizo buena combinación con rutinas y grupos desde que estaba en el jardín de niños, ese mismo Seung Hyun, había pedido a los rangos más altos que le dejasen entrar más temprano.

Por supuesto que cuando Ji Yong supo del enlistamiento de Seung Hyun, fue directo con el presidente Yang decidido a protestar, insistiéndole que tenía enormes planes para el grupo. No fue escuchado.

—Deberías seguir el ejemplo de Seung Hyun y mostrar un poco de espíritu patriota. Tú y Young Bae se enlistarán el próximo año, no lo olvides— dijo Yang.

Espíritu patriota, claro. Como si Ji Yong no estuviese ya haciendo ese trabajo, parándose en el escenario ante la nación, cumpliendo sus estándares de diversión, belleza y estética catarsis, hasta el punto de ahogarse en lágrimas. ¿Por qué siempre esperaban que él diese más, siempre más, y cómo diablos iba a soportar toda esa presión ahora que estaba solo?

Seung Hyun conocía todos sus miedos, sus inseguridades, y, aun así-

Eso era todo. Seguramente lo había hecho para castigarlo, porque sabía lo aterrado que Ji Yong estaba del momento en el que la armada los pusiese en diferentes jaulas, una después de la otra, demasiado juntas para poder decirse muy separadas. Tenía que ser venganza, ¿qué más podría ser?, por las jeringas, por esos hombres... ¿habían sido cuatro, o habían sido cinco? Y dime, Ji Yong, ¿fue forzado? La pregunta lo acechaba en la oscuridad, un odioso final directo a su relación. Seguía sin estar seguro, y tal vez era mejor de esta forma, porque lo que no podía recordar, no podía lastimarle tanto.

Mala suerte que lo hacía. Y Seung Hyun no estaba ahí para repararlo. No repararse, sólo adelantada fijación para Ji Yong. Esperando cada día que cuando Seung Hyun tuviese su día libre, eventualmente él fuese a él. Nunca lo hizo, pero lo haría, Ji Yong estaba seguro de eso. Estaban hechos el uno para el otro, ¿verdad? Lo había visto en los ojos de Seung Hyun cuando hacían el amor, siempre tan hermoso. Seung Hyun era el indicado, Ji Yong lo sentía con cada nervio de su cuerpo, con cada célula de su cerebro.

Irónicamente, fue él quien hizo un lamentable desastre. No le sorprendía, estaba haciendo lo mismo con el resto de su vida, cada vez más idiota con cada año que pasaba.

Pero podría hacerlo mejor, él era del tipo ganador, todos lo decían.

Trató de terminar con el asunto de las drogas cuando Seung Hyun se había ido, pero no pudo, falló porque Seung Hyun no estaba con él. El círculo vicioso giraba como loco, y entonces hizo en lo que era bueno: lo aceleró. Se ocupó en la música, durmiendo a lo mucho tres horas al día para sacar un solo-álbum de diez canciones, cada una de ellas centradas en 'tú' más que en 'yo', al igual que solía antes torcer las letras de sus canciones. No había forma en la que Seung Hyun no comprendiese el mensaje.

He llegado a odiar los espejos
desde que ya no te reflejas a mi lado.
Busco tu imagen en los charcos.
¿Recuerdas esa calle cerca de Namsan?
Llovía en ese entonces,
Justo como ahora,
o tal vez sólo soy yo llorando,
tal vez.

Un crítico dijo, "Por primera vez, G-Dragon dejó de jugar." Lo había hecho. Él no podía jugar solo.

Cuando Ji Yong terminó con su trabajo, y todavía sin respuesta alguna de parte de Seung Hyun, ninguna jodida llamada, comenzó a persuadir a Young Bae de hacer lo mismo y crear algo significativo antes del enlistamiento.

—Por lo menos un mini, un sencillo, en pocos meses nos iremos.

—Hablas como si fuésemos a morir— Young Bae rio.

No era gracioso, para nada gracioso. Ji Yong sabía que estaba en lo correcto después de haber pasado un mes en la armada, ningún equipo de idols después de los previos escándalos, sólo papeleo y ejercicios, la angustia de las pesadas mañanas, el hedor a calcetín en las noches, el sonido de las armas de fuego que le hacían disparar una y otra vez, la gruesa y autoritaria voz que le llamaba demasiadas veces, Young Bae siempre preguntando: "¿Estás enfermo?" Lo estaba, y la armada lo había separado efectivamente de sus dos analgésicos favoritos. ¿Cómo había llegado a pensar que el servicio sería una buena terapia? No podía sanar bien, sus manos estaban temblorosas y sudorosas. Su sargento lo llevaba regularmente al médico, pensando que estaba teniendo una fiebre. Esas visitas sólo hacían pensar a su unidad que lo fingía.

Lo miraban como a un bicho raro. De pronto, ya no era el ser más genial en el planeta. Sus ojos decían: "eres un niño caprichoso entre adultos".

Ellos estaban mal, él era quien lo veía con claridad, tenía los hechos correctos. Todo el entrenamiento, la extrema tranquilidad en sus cabezas, era como un recuerdo marchante, "todos vamos a morir". Nadie parecía comprenderlo, ni siquiera Young Bae, quien solía comprender todo. Para ellos era todo práctica, juegos, tradición, algo donde presumir de sus novias, nada para morderse las uñas en la noche. Para Ji Yong, era como si estuviesen inyectándoles con una sustancia mortal.

Estaba siendo demasiado para él, su vida se centraba en destrucción. No quería morir, no ahora. No hasta una hermosa tarde, cuando Young Bae volvió de su fin de semana fuera. Estaba tontamente emocionado. —Seung Hyun debió de haber madurado gracias al uniforme. Fuera unos cuantos meses y ya está haciéndolo oficial con una chica. ¿Crees que realmente se case?

No.

No, Seung Hyun no lo haría. No lo hará.

Men Of Passion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora