Un ciclo desequilibrado.

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Es la historia de un dragón que se comió su propia cola.

La esperanza era lo peor. Seung Hyun se había casado y no le importaba. Esa era la realidad. Aunque todavía podría cambiar de opinión. Eso era la esperanza. Eso que lo mantenía despierto en la madrugada, lo que lo mantenía alerta siempre que el internet le proporcionaba fotos de un solitario y pensativo Seung Hyun con un encabezado que anunciaba "Choi Seung Hyun solo en un restaurante: ¿matrimonio en crisis?" La esperanza era lo que le hacía llorar en la noche cuando se tocaba a sí mismo una vez que las luces se hubiesen ido, porque sabía que nunca podría dejar de pensar en él, y eso le dolía. Ya no era un "no quiero superarlo", ahora era un "no puedo superarlo". Un día podría convertirse en un "nunca pude superarlo".

—¡Sigan marchando, nada de echar la pereza!

Ji Yong mantuvo su paso. Él despreciaba los entrenamientos, lo hacían sentirse exhausto física y mentalmente. Y ahora era incluso más difícil desde que YoungBae había enfermado de fiebre y llevaba tres días en un hospital. Ji Yong realmente no podía hablar con los demás, no sabía acerca de qué, y ellos pensaban que él no quería hablarles ya que se sentía superior a ellos. Quizá sí lo hacía. Él pensaba que nunca lo entenderían. Quizá no podían.

Sólo Seung Hyun podía. Pero, ahora que había hecho algo tan incomprensible como casarse, ¿todavía podría? ¿él, quién había dicho que consideraría el matrimonio después de haber cumplido cuarenta?

—¡Descanso de diez minutos!

Genial. Ji Yong podría sentarse sobre el pasto, hundirse en la soledad y hacer nada. ¿Qué puedes hacer en diez minutos en un campo abierto con docenas de hombres a los cuales no les agradas? ¿Mirar tus agujetas? Eso fue lo que terminó haciendo. Hacía calor, el Sol quemaba su cuello al punto de querer arrancarse la piel.

—Oye, Kwon.

Miró hacia arriba. Uno de los hombres que se llamaba Lee estaba parado frente a él con una enorme sonrisa en su casa. Era menor que Ji Yong, engreído, sociable y con un alto autoestima; el contrario de lo que se había convertido. Era popular en la unidad, pero a Ji Yong no le terminaba de agradar. Era demasiado osado, demasiado despreocupado, su risa en la noche era demasiado ruidosa, como el raspado de una uña en el vidrio. Había algo incorrecto en la forma en la que miraba a los demás, justo como si mirase un tablero de juego.

—Hey, Lee— respondió sin una gota de entusiasmo y volvió a concentrarse en sus zapatos. No quería hablar con ese hombre, prefería entablar una conversación con sus agujetas, apostaría que sería mucho más entretenida, pero Lee no captó la indirecta.

—¿Tu amigo sigue enfermo?

—Sí.

Lee se sentó a su lado. Ambos miraban a su cabo regañar a alguien por quitarse la chaqueta. El calor era insoportable pero aun así no podía quitársela. Ji Yong no pudo evitar sentirse completamente desesperanzado.

—¿Te gusta aquí?

—Eso no importa, aquí es donde debo de estar— Ji Yong se dedicó a dibujar círculos en el polvo con su bota. Un círculo cerrado, un ciclo. No había salida. Justo como se sentía su vida ahora.

—Estoy igual, las rutinas te joden la mente. Cuando ese intento de cabo dice 'izquierda, derecha, izquierda, derecha', siento que voy a morir— Lee le dio una sonrisa simpática. —Afortunadamente siempre hay formas de relajarse. Esas que te ayudan a ponerte alas y volar en lo alto, si entiendes lo que quiero decir. Podrían hacer tu vida aquí menos pesada y yo podría darte un poco.

Men Of Passion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora