Capítulo 6.

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Leonardo estaba completamente a oscuras cuando vio el reportaje, no se sobresaltó al ver la noticia enmudecida de Alejandro Quintero con el pecho marcado con el mensaje que le había dejado Carlos, de hecho estaba esperando a que lo hiciera, aunque se dijo que fue muy extravagante. Sintió además que su flujo sanguíneo aceleraba al tener noticias del portador original de una buena parte de la sangre que corría ahora por sus venas infectadas. Su cuerpo temblaba emocionado, aceptando el reto impuesto por el criminal que se había robado la atención de la prensa del país, e incluso de algunos reporteros internacionales, queriendo simplemente llamar la de su hermano, pensando que ese lazo que comenzaron a compartir cuando eran niños, ahora no era menos que una maldición que lo llevaría a una desgracia que acabaría con su vida.

—Acepto el reto, hermano —dijo, haciendo eco en la soledad que lo rodeaba, con el rostro iluminado por la tenue luz emitida por el televisor frente a él, su mirada era la misma que tenía cuando accedió fortalecer los lazos con aquel niño que apenas llevaba conociendo tres años y que, ingenuamente, aceptó e integró a su vida como una parte de sí mismo, sus ojos estaban vacíos y desesperanzados, resignados a la pérdida de la vida tal y como la conocía para sumergirse en una fosa repleta de gusanos hambrientos que no dudarían ni un segundo en arrancarle la carne y saborear la sangre que le había brindado Carlos. A continuación apretó su puño y le dio un golpe de cólera al apoyabrazos del sofá de cuero negro, acalambrándose después del fuerte impacto que cubrió su habitación unos segundos.

Apagó el televisor y se levantó, confundiéndose entre la oscuridad, caminando hacia la puerta a un ritmo enfurecido, martillando el silencio a cada paso, sin necesidad de tantear, pues sabía el camino de memoria. Se deslumbró con la luz del pasillo que daba hacia la sala al salir, posó el brazo frente a sus ojos para que hiciera de visera y se dirigió hacia el despacho de su tío Steve, que debía estar viendo las noticias desde su confortable cama. Una vez dentro, se dirigió hacia el escritorio al fondo, iluminado por la luz de la luna que traspasaba el ventanal detrás, concediéndole al mueble un aura plateada que alumbraba los espectros de polvo que se elevaban y revoloteaban cuando Leo los pasaba. Seguidamente abrió el segundo cajón a la derecha, quitó varias carpetas que estaba en la parte superior y encontró lo que estaba buscando, lo que le aseguraría el fin de todo ese juego absurdo que había iniciado cinco meses atrás, cuando Leonardo recibió gustoso la sangre de aquel asesino que aún conservaba un sentimiento de hermandad hacia él, y que, el mismo Leonardo, a pesar de todo el resentimiento que se generaba en su interior, compartía.

Contempló el arma a la luz de la luna llena que le miraba con indiferencia, el aura plateada que emanaba la Beretta fue similar a la de un fantasma asesino hambriento de almas condenadas. La sangre de Carlos en su brazo izquierdo casi le hace apretar del gatillo buscando la satisfacción en un estruendo ensordecedor. Leonardo usó todas sus fuerzas para bajar al monstruo que en su mano respiraba muerte y lo dejó en el escritorio sobre las carpetas para buscar la sobaquera, creyendo escuchar voces que lo incitaban a disparar.

Consiguió la sobaquera en un estante cerca de la puerta, se lo colocó y lo cubrió con su gabardina negra, luego tomó el arma y la observó casi hipnotizado por unos segundos, sacudió su cabeza y la enfundó para después acomodar las carpetas dentro de la gaveta y pensaba: Calma, pronto dispararás, una sola bala. Cobrarás una sola vida, una vida maldita y enajenada. Por ahora sólo permanece en silencio o él podrá escucharte cuando nos acerquemos lo suficiente como para no fallar. Leonardo sabía algo de artes marciales, practicó un par de años con Carlos a eso de los quince años, pero luego lo dejó, Carlos en cambio llegó más lejos que él, con el heroico e infantil argumento de querer protegerlo cuando estuviera en problemas. Ahora temía que usase todo lo que aprendió con la excusa de defenderlo en contra de él, llevaba todas las perder, y estaban apostando sus vidas en la contienda.

Hermanos Más Allá de la Sangre #BLAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora