"Calabaza."

1K 55 8
                                    

"AoKasa Family" ❤

.

.

.

Era cierto que lo amaba, pero habían cosas que no aceptaría hacer a pesar de todo el tiempo que llevaban juntos.

Era suficiente con haberse mudado a América para que su pareja realizara su sueño de ser parte de los Cavs, también lo era que tuviera que soportar a los paparazzi siguiéndolos hasta dónde no debían.

Porqué en efecto, ser públicamente conocido como la pareja de una superestrella no era fácil y por esa razón es que no le cumpliría su caprichito infantil sólo porque se lo había pedido con esa sonrisa que era capaz de moverle el suelo donde pisaba.

.

-Vamos Yukio. - le hablo el moreno detrás de la puerta de la habitación que compartían. -No estoy pidiendo que salgas así, solo es para seguir con la tradición.

-¡Tradición, un carajo! - le gritó el pelinegro sentado en la cama. -Somos japoneses, no americanos.

-Nada te cuesta complacerme. - lo escucho bufar dentro del cuarto cambiando así velozmente, su estrategia de convencimiento. -Si quieres luego puedo pedir el mejor nikujaga de la ciudad para compensarte.

El seguro de la puerta cedió, mostrando a un regordete pelinegro con el rostro sonrojado.

-Mejor lo preparamos juntos. - Aomine sonrió antes de besarlo con cariño.

.

.

-¿Ahora que haces? - le cuestionó Yukio al verlo sacar su teléfono. -¡No quiero ninguna foto de esto!

Daiki le sonrió burlón ante su advertencia y es que no podía tomarlo en serio cuando tenía su vientre de ocho meses, pintado como una calabaza de halloween.

-Solo será una foto. - el obturador se dejo escuchar haciendo que Yukio suspirara resignado y comenzara a acariciar su colorido vientre con una sonrisa naciente en su rostro.

El moreno sin perder el tiempo retrató ese gesto tan lindo y es que, Yukio aún siendo un hombre de expresiones serias, también sabía sonreír de forma realmente bella.

Y justo era eso lo que hacía a Aomine sentirse pleno, por ello sin perder tiempo dejó un beso sobre la pintura, ahí donde su primogénito se movía.

-Te amo renacuajo, a ti y a tu madre. - Daiki le hablo a su hijo, antes de ir a los labios de su pareja a jurar veracidad de sus palabras.

Yukio le rodeo su cuello a pesar de tener el ceño fruncido, no se acostumbraba a que le dijera madre aunque si que disfrutaba de esa sensación cálida que se instalaba en su pecho cuando lo hacía.

¡Estar lleno de hormonas le hacía sentir cosas tan vergonzosas!

El moreno comenzó a recostarlo en la cama mientras sus manos ya acariciaban su sensible cuerpo, un gemido se escapo de los labios de Yukio al mismo tiempo en que un mensaje se anunciaba en el teléfono de Daiki.

-Mgh, responde. - alcanzó a pronunciar el pelinegro ante los besos de su pareja. -P-puede ser importante.

-Tsk, más vale que así sea. - el moreno tomó veloz su móvil arrepintiéndose enseguida. -Me vas a matar.

-¿Que hiciste? - Yukio se incorporó con cuidado y con el entrecejo fruncido, a la espera de lo que su pareja diría.

-Le envíe la foto a Kise por error. - y cómo si Daiki hubiera dicho una maldición, su teléfono comenzó a sonar.

Sintió hincharse una vena en su frente al mismo tiempo que su rostro enrojecía, por un truco lo había convencido de pintar su abultado estómago como una calabaza pero ahora ni con un trato se libraría ese moreno de un buen escarmiento.

.

.

.

¡No lo resistí! Esta pareja es mi OTP crack y hace ya un tiempo que no escribía de ellos.

"De tales milagros, tales hijos... "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora