Capítulo 1

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—Kael! —gritó su madre. — Ya levántate, o volverás a llegar tarde.

—Si...ajá...ya voy. —al parecer ni siquiera había entendido lo que le dijeron.

Todos los días eran lo mismo, la madre de Kael, Teresa, gritaba para levantarlo y al final subía a su habitación para jalarlo por los pies y sacarlo de la cama.

Literalmente sacarlo de la cama.

—¡Ya, ya desperté! —dijo Kael sobándose la cabeza.

Su madre sonrió y con voz tierna dijo:

—Cariño, tu desayuno está en la mesa.

Él se metió al baño, y se cambió.

Al bajar la abuela estaba sentada en su silla, era una señora muy activa para su edad...ni siquiera sabían cuantos años tenía exactamente.

—Kael, necesitas levantarte más temprano. —dijo su madre. —El director está pensando seriamente en hablar con los profesores de tu primera clase y no dejarte pasar.

—No lo creo, los profesores me quieren. — puso cara de ángel, su abuela rio.

—Está bien que tengas excelentes calificaciones— empezó Teresa. —, pero la puntualidad es una virtud.

Kael ya tenía 17 años y para sorpresa de su abuela, él aún no mostraba rastros de tener el don.

Hasta esa mañana.

La abuela, en realidad era su bisabuela, pero algo característico de las celestinas es que viven más de lo habitual, ella aún tenía el don...un poco gastado, pero lo tenía.

Y ahí estaba, en su meñique derecho de Kael, un pequeño anillo dorado. Solo su bisabuela lo podía ver, él ya lo vería cuando uniera a su primera pareja.

Aquel anillo significaba que la celestina ya estaba lista, que había llegado a la madurez exacta para saber que era el amor, y con Kael se dio cuenta que eso que decían de que las mujeres maduran antes que los hombres, era cierto.

Su bisabuela a los 15 años ya había juntado a su primera pareja por lo que estaba preocupada por su sucesor, ya que su nieta no planeaba tener otro hijo y las que heredaban el don eran las primogénitas.

Kael se levantó de la mesa, se despidió de su madre y abuela, pero ella lo tomó del brazo y le dijo:

—Si ves algo raro no te asustes. —le sonrió.

—Ah? —Creo que a la abuela ya le está afectando la edad, pensó.

El padre de Kael, Dann, era un hombre de negocios por lo que paraba de viaje, pero al ser él su único hijo le daba buenos regalos, entre ellos: una motocicleta.

Kael se subió a su moto y se fue a la escuela.

Lo sé, se supone que ir en una moto lo hacía llegar más rápido, pero ni así, las veces que llego temprano eran contadas.

***********

Ya en la escuela, el timbre ya había sonado y no había nadie en los pasillos. Y eso le gustaba para ser sincero, caminaba libremente por los pasillos sin el griterío que hay en las mañanas.

Tocó la puerta de su clase y el profesor de Historia le abrió.

—Otra vez tarde. —Kael solo sonrió, y el profesor hizo la seña de dejarlo pasar.

Tomó asiento, sacó sus libros y se puso a releer el tema.

Cuando vio hacia la pizarra para tomar algunos apuntes, se fijó en algo... ¿una pita?

¿Qué es eso? ¿Un hilo?

Kael se agachó y gateó un poco dos asientos más adelante y trató de tocar el hilo, pero lo traspasó con la mano.

Al sorprenderse se quiso levantar y se golpeó la cabeza con la carpeta.

—Kael, que haces ahí? —Tom, su compañero, lo miró extraño.

—Umm...se me cayó —no sabía que responder hasta que vio su lapicero en la mano —, mi lapicero, si, mi lapicero se me resbaló.

Al levantarse se percató que en el meñique derecho de Tom estaba amarrado ese hilo rojo que veía llevaba hasta algún lugar fuera del aula.

Debo estar alucinando, pensó.

Pero por más que se "limpiaba" los ojos, ese hilo seguía ahí.

O mi madre aún no me despierta, o me estoy volviendo loco.

Se la pasó mirando ese hilo toda la hora de clase hasta que sonó el timbre, esperó que Tom se fuera de clase para seguirlo. Luego de caminar un rato por el pasillo lo vio abrazar a una chica, era su novia.

Mientras Tom estaba quieto podía saber a dónde llegan ese hilo.

La gente lo miraba raro, ya que se agachaba un poco para no perder el hilo. Hasta que chocó con una chica que también tenía un hilo, pero no era el otro lado del hilo de Tom.

Kael...cálmate, ¿porque estoy siguiendo un hilo?

Fue a la enfermería, porque no sabía que era lo que están pasando. Todo se veía normal, no estaba opaco como si de un sueño se tratara, tampoco al abrir una puerta lo llevaba a la otra punta del mundo, así que no, no estaba soñando.

En la enfermería le dijo a la encargada que tenía mareos, fingió tambalearse un poco, después de estar media hora echado en una camilla y "no sentirse bien", la enfermera le escribió una nota para que pueda regresar a casa.

—Ten cuidado al regresar, no te vayas a desmayar en el camino. —dijo amablemente la enfermera.

—Si, no se preo...—entonces notó en su dedo meñique de ella un aro rojo, delgado, como si fuera un hilo atado, solo que este no iba a hacia ningún lado. —Gracias.

Kael salió de la enfermería, le mostró al vigilante su nota de permiso, en el estacionamiento subió a su moto, aunque no sabía si era buena idea subirse estando en ese estado.

Estaba delirando.

Sin darse cuenta ya estaba en casa, trató de llegar lo más rápido que pudo.

Agitado, bajo de su moto y la guardó en la cochera. Respiró hondo y entró a casa, la abuela estaba sentada en la sala viendo un programa de cocina.

—¿Querido porque regresas tan temprano? —preguntó ella sin quitar la mirada de la tv.

—Me sentí mal. —volteó a mirarlo. Estaba sonriendo.

—¿Será por algo como esto? —la abuela alzó su mano derecha, en su meñique había un aro dorado, brillaba.

¿Como no había visto antes ese anillo?

—Como...—Kael no sabía que decir, ese anillo brillaba, era como una aureola, pero...en un dedo.

—Ven cariño, siéntate. —Él se acercó sin más, si su abuela le iba a dar las respuestas a lo que pasaba, la escucharía.

—Abue, estoy empezando a alucinar. —Tomó asiento a su lado, ella rio. —No te burles, hablo enserio.

—Hay mucho que contarte, tenemos algunas horas antes de que llegue tu madre.

—¿Qué me está pasando?

—Es normal, aunque a mí me pasó más joven.

—Abue, habla más claro. —Todo esto lo estaba desesperando.

—Eres una celestina, bueno ¿un celestino? —Miró a su abuela como si estuviera loca. —No me mires así jovencito, las celestinas siempre fueron mujeres, no sé qué pasó contigo.

Espero les guste esta historia y enserio apreciaría mucho leerlos en los comentarios ♥

Querida Celestina ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora