Capitulo 7

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La voz de ________ sacó a Niall del abismo de dolor en el que se había hundido. Abriendo los ojos de golpe, apartó la mano con la que estaba acariciando al niño.
—Justo a tiempo —dijo, su voz más ronca de lo normal.

_________ llevaba en una mano la pizza y en la otra una bandeja sobre la que había dos botellas de cerveza, dos vasos vacíos y un vaso de zumo para el niño.—¿Te ha hecho daño en la pierna? —preguntó, dejándolo todo sobre la mesa.
—Aún no, pero no se rinde.
Niall suspiró, aliviado, cuando ________ sentó al niño en el suelo y después de cortar la pizza, le ofreció un trocito sobre una servilleta.
Nate se dedicó a ponerse perdido de tomate, mientras ________ se sentaba y abría las cervezas.
—¿En botella o en vaso?
Él la miró, irónico.
—¿Tú crees que yo tomaría una cerveza en vaso?
Tomaron la pizza en silencio. El único sonido, el de las olas que llegaban a la playa rítmicamente y el grito de alguna gaviota.
Niall fue relajándose poco a poco, ganando distancia al pasado.
La pizza estaba caliente, la cerveza fría y, por el momento, no le dolía la pierna.
—¿Llevas mucho tiempo viviendo aquí? —pregunto ________.
—Mis padres compraron esta casa cuando yo era pequeño. Solíamos pasar aquí los veranos y hace ocho años me instalé aquí definitivamente.
—¿Siempre has sido investigador privado?
—No. Fui policía durante cinco años y hace otros cinco dejé el cuerpo y me hice investigador privado.
_________ lo miró con curiosidad.
—¿Y por qué hiciste eso?
Niall volvió la cara para mirar la playa.
—Porque me apetecía —contestó, con más sequedad de la que pretendía. Pero no se disculpó. Había cosas que no debían tocarse. Y su pasado era una de ellas.
—Creo que será mejor que siga con los informes —dijo _________, levantándose—. Lamento mucho haber preguntado. No quería meterme en tu vida privada.
Niall frunció el ceño. La disculpa lo hacía sentir como un ogro.
—No. Soy yo quien debe disculparse. Es que no estoy acostumbrado a hablar sobre mí mismo. Si lo haces, la gente se toma confianzas y eso suele llevar a complicaciones que no me interesan.
________ lo miró, incrédula.
—¿No pensarás que voy a enamorarme de ti? — preguntó, riendo.
—Pues yo no le veo la gracia —replicó Niall, indignado.
—No tienes por qué preocuparte, Niall. Tú no te pareces nada al hombre del que yo podría enamorarme. En este momento, me parece que ni siquiera me caes bien.
Aún riéndose, tomó a Nathaniel en brazos y entró en la habitación.
Niall se quedó mirándola, preguntándose por qué lo irritaba que una mujer a la que apenas conocía estuviera tan segura de que nunca podría enamorarse de él.

_________ hizo todo lo posible para concentrarse en los informes, pero no podía dejar de mirar a Niall, sentado en el sofá, mirando al vacío.
Estaba anocheciendo y habían encendido las luces. A pesar de la iluminación, las sombras del atardecer parecían reflejarse en su rostro.
_______ se preguntó si le dolería la pierna y por enésima vez, se sintió responsable. No podía creer que su hijo, tan pequeño, hubiera hecho caer a aquel hombre tan grande.
El culpable estaba dormido en el suelo, como un bendito.
Era difícil para ella admitir el afecto que el niño parecía sentir por Niall. A Nathaniel no parecían molestarlo en absoluto sus gruñidos ni su expresión huraña.
_______ frunció el ceño, intentando concentrarse de nuevo en la pantalla del ordenador.
—¿De verdad seguiste a esta mujer, Beth Daniels, durante cuatro días?
Niall la miró entonces.
—A todas partes. Me quedaba frente a la peluquería mientras se arreglaba el pelo, la seguía a la tintorería, la observaba mientras almorzaba con sus amigas y me sentaba tras ella en el cine mientras se comía un kilo de palomitas.
—¿Y ella nunca sospechó que la seguías?
Niall sonrió, y el gesto hizo que sus ojos se iluminaran.
—Ya te dije que soy muy bueno.
— Yo me daría cuenta si alguien estuviera siguiéndome.
—Si te siguiera yo, no —rió él—. En el caso de Beth Daniels, su marido me contrató para comprobar si lo estaba engañando
________ tomó las fotos que iban con el informe. Una mostraba a una atractiva rubia llamando a la puerta de la habitación de un hotel. La siguiente era una fotografía de un hombre alto y moreno abriendo esa puerta y la tercera, la rubia saliendo de la habitación.
—Pues parece que sí.
— Sí —asintió Niall—. La tercera noche, cuando su marido estaba en una cena de negocios, la señora Daniels tuvo una cena privada.
________ dejó las fotografías sobre la mesa, con expresión triste.
—¿Y por qué no le preguntó el señor Daniels si lo estaba engañando?
Él la miró, con expresión de sorpresa.
—Porque las mujeres mienten.
Había una vehemencia en esa respuesta que sorprendió a ________.
—No todas las mujeres mienten. A mí esto me parece un poco…
—¿Rastrero? —terminó Niall la frase por ella—. Yo soy un tipo rastrero que hace un trabajo rastrero.
_________ se puso colorada.
—No quería decir eso. Quería decir que me parece muy triste que sea una tercera persona la que tenga que averiguar si alguien está engañando a la persona que quiere. O a la que se supone que quiere.
Niall sonreía cínicamente.
—En mi trabajo y en mi experiencia, he aprendido que el amor es solo una fantasía para esconder otras necesidades, quizá no tan puras.
—¿No creerás eso de verdad?
El brillo de dolor en los ojos azules del hombre le decía que no estaba bromeando. Todo lo contrario. Niall apartó la mirada, como si temiera que ella leyera sus pensamientos.
—Lo creo firmemente —dijo por fin. Cuando volvió a mirarla, la vulnerabilidad que _________ había creído ver en sus ojos, había desaparecido — . El amor es una fantasía, un concepto creado por los poetas y extendido por la industria del entretenimiento. Los únicos matrimonios que duran para siempre son los que están basados en intereses económicos.
_______ lo miró, incrédula. Su cinismo despertaba una extraña tristeza en ella. ¿Cómo podía vivir sin la esperanza de encontrar el amor verdadero? La suya debía ser una existencia vacía, desierta.
—Eres un caso, Niall Horan. Yo diría que alguien te ha hecho mucho daño.
—Y yo diría que tú vives en un mundo de fantasía. Tú precisamente deberías saber que el amor no es real. Creíste que tu novio te amaba y mira lo que ha pasado. Eres una madre soltera porque creíste en esa tontería del amor.
—Eso no es verdad —exclamó ________—. Soy una madre soltera porque me enamoré del hombre equivocado, no porque creyera en el amor. Y no pienso volver a cometer ese error nunca más.
—Ya —murmuró Niall, sarcástico—. La próxima vez, conocerás a tu príncipe azul, que está esperándote en alguna parte.
—Eso es —dijo ella, firmemente convencida—. Y viviremos felices el resto de vuestras vidas.
La convicción que había en su voz era casi entrañable.
—¿Siempre has sido tan ingenua?
__________ sonrió. Aquella discusión empezaba a ser estimulante. No se sentía en absoluto ofendida por sus comentarios. Estaba tan convencida de aquello que nada ni nadie la haría cambiar de opinión.
—Uno de los dos es un ingenuo, pero yo que tú no señalaría a nadie.
Niall sonrió también, una sonrisa auténtica que iluminaba sus ojos y que causó una especie de pequeña explosión en el corazón de _________.
—Yo no soy el ingenuo, _________. Es que no creo en los cuentos de hadas.
—Pues espero que un día quieras a alguien de verdad y, cambies de opinión.
De nuevo le pareció ver una sombra de dolor en los ojos del hombre. Pero tan rápido como apareció, había desaparecido.
—Lo dudo mucho.
En ese momento, sonó el teléfono.
Niall alargó el brazo para descolgar el auricular mientras ___________ se concentraba de nuevo en los informes.
—¿Qué? ¿Cuándo? —lo oyó exclamar. Su voz sonaba muy tensa y _________ temió pulsar la tecla de impresión porque intuyó que aquella conversación era muy importante —. Gracias por llamar —dijo Niall antes de colgar—. ¡Maldita sea! —exclamó después, golpeándose la escayola.
—¿Qué pasa?
—¿Que, qué pasa? —repitió él, intentando levantarse—. Lo que pasa es que un hombre al que llevo un año intentando localizar estará mañana en un sitio y yo tengo una escayola en la pierna, así que no voy a poder seguirlo.
— Yo podría llevarte —se ofreció _______.
Niall la miró como si hubiera perdido el juicio.
—¿Y qué sabes tú de seguir a alguien?
Ella se encogió de hombros.
—Lo que he visto en las películas. Se compran un montón de hamburguesas, se sienta uno en un coche a esperar y ya está.
Niall tuvo que sonreír.
—Pues no vas muy descaminada. No es peligroso, pero podría ser un día muy aburrido.
— Qué va. Me encantaría poder contarle a mis amigas que estuve siguiendo a un sospechoso durante mis vacaciones.
________ no sabía por qué quería hacer aquello. Quizá porque seguía sintiéndose responsable por la escayola de Niall. O quizá porque algo en la oscuridad repentina de sus ojos la retaba a devolverles la luz.
— Muy bien —asintió Niall—. Si esto no fuera tan emocionante para ti y yo no hubiera estado siguiendo a ese tipo durante tantos meses, nunca aceptaría tu oferta.
—Pero como yo misma me he ofrecido… —sonrió _______—. Además, no tienes alternativa.
—Eso es verdad —suspiró Niall, mirando a Nathaniel—. Supongo que no puedes dejar al enano en el hotel mientras dure la operación.
—No —dijo ella, preguntándose cuándo había dejado de ofenderla que se metiera con su hijo. Quizá era desde que salió a la terraza y lo vio acariciándolo—. Y solo admitiré que lleve el cinturón de seguridad —añadió, antes de que él sugiriese alguna otra forma de sujeción.
—¿Seguro que no puede quitarse el cinturón de seguridad?
— Seguro, Niall. No te preocupes. Te prometo que Nathaniel no va a atacarte —sonrió, pulsando la tecla de impresión—. Ya está. Este era el último informe.
—Muchas gracias.
—¿A qué hora debo estar aquí mañana para iniciar la operación?
—A las seis.
—¿A las seis? —repitió _______, horrorizada.
—Eso he dicho.
—Pues será mejor que me vaya ahora mismo — dijo ella entonces, inclinándose para tomar al niño en brazos. Nathaniel se despertó, pero después de echarle los brazos al cuello volvió a quedarse dormido.
Niall tomó la bolsa de los pañales y el bolso de _________ y los colgó del brazo de las muletas.
— ¿Seguro que quieres hacerlo? —preguntó, en el porche.
—Claro que sí.
—Entonces, nos veremos por la mañana.
—A las seis en punto —dijo _______, sonriente.
—Gracias por todo —se despidió él, devolviéndole la sonrisa.
De nuevo, la sonrisa del hombre provocó una pequeña explosión en su interior.
—De nada —murmuró ________, bajando las escaleras del porche con las piernas temblorosas.
Aquella sonrisa masculina, sin cinismo alguno, completamente auténtica, tenía el poder de enviar un escalofrío por todo su cuerpo.
Después de colocar a Nathaniel en su sillita, se sentó frente al volante. Niall seguía en el porche.
Incluso con muletas y una escayola en la pierna, aquel hombre era más sexy que el demonio y, por un momento, _________ se preguntó cómo sería estar entre sus brazos, ser acariciada por aquellas manos fuertes y grandes, ser besada por aquellos labios sensuales…
—¿Qué me está pasando? —murmuró para sí misma mientras arrancaba el coche.
Cuando Niall sonreía de esa forma y sus ojos azules se iluminaban como estrellas algo le ocurría por dentro. Algo que no entendía
Se preguntaba cómo sería Niall con una permanente sonrisa en los labios. ¿Cómo sería si algún día recuperase la esperanza, si su corazón se llenase de amor? La posibilidad la dejó sin aire.
Mientras se alejaba de la casa, pensaba en el día siguiente. ¿Cuánto tiempo tendrían que estar metidos en el coche?
Había prometido que lo mantendría a salvo de Nathaniel, pero ¿quién iba a salvarla a ella de Niall Horan?

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