Capitulo 13

394 26 0
                                    

Ya está. Lo había dicho. Y en su corazón, había esperado que después de decir aquello, por un milagro, él la tomaría en sus brazos y le profesaría amor eterno.
Pero no ocurrió. Niall la miraba, incrédulo y horrorizado.
—________, no sé qué decir —murmuró por fin.
Cualquier esperanza que albergara su corazón murió en ese momento.
—No tienes que decir nada.
Ella salió de la habitación y Niall la siguió, golpeando el suelo con las muletas.
—Tienes que estar equivocada. Quizá te sientes sola y yo te resulto conveniente…
_________ se volvió para mirarlo cuando llegaron al salón.
—Ojalá estuviera equivocada. Pero esto no tiene nada que ver con que yo me sienta sola. Y no tiene nada que ver con la conveniencia —dijo, tragando saliva—. Niall, estoy enamorada de ti.
—Pero si nos conocimos hace una semana…
—Lo sé. Y debo estar loca. No te pareces nada al hombre de mis sueños.
—Soy un gruñón.
—Y un cabezota.
— Soy muy desordenado —siguió Niall.
—Lo sé. Y no puedo explicar por qué estoy enamorada de ti. Eres el último hombre en el mundo que yo habría elegido. Pero así es.
Su voz era firme, convencida.
Niall la estudió un momento y, en sus ojos, ________ creyó ver una batalla.
—Nunca funcionaría —dijo él por fin.
—¿Qué es lo que nunca funcionaría?
—Nosotros. No tenemos futuro —dijo Niall.
Pero ________ vio en sus ojos una ternura que le daba esperanzas.
¿Sería posible? ¿Le habría pillado a él también por sorpresa? ¿Se habría enamorado de ella? ________ dio un paso hacia él, preguntándose si podría controlar los latidos de su corazón, el intenso anhelo que la recorría, que llenaba cada fibra de su ser.
—¿Niall? —estaba tan cerca que podía sentir el calor del cuerpo masculino—. ¿Por qué no hay futuro para nosotros? ¿Porque no me quieres?
Los ojos del hombre se oscurecieron.
—Porque no estamos hechos el uno para el otro.
No había dicho que no la quería y la alegría la sofocaba. Conocía a Niall lo suficiente como para saber que no mentiría, que si no la quisiera se lo diría francamente. Pero no lo había hecho.
Echándole valor, tomó la cara del hombre con las manos y lo obligó a mirarla a los ojos.
—Dime otra vez por qué no estamos hechos el uno para el otro. Se me ha olvidado.
De nuevo, una mezcla de emociones cruzó su rostro, oscureciendo aún más los ojos azules.
—________ —murmuró él, dando un paso atrás—. Creo que estamos confundiendo el deseo con el amor.
—No. Yo sé la diferencia —protestó ella—. Sé que te deseo, que deseo que me beses hasta que me dé vueltas la cabeza, que me acaricies hasta que no pueda pensar. Sé que eso es deseo. Pero también sé que quiero compartir tu risa, tu pena y tu vida. Y eso no es deseo, es amor.
—________, yo no puedo ser tu príncipe azul. Tú misma dijiste que el hombre de tu vida debería compartir tus sueños y tus esperanzas. Yo no tengo nada de eso.
Cuanto más lo miraba, más amaba aquellos rasgos masculinos, el hoyito en la barbilla, la sombra de barba, el color de sus ojos que variaba dependiendo de sus sentimientos.
En aquel momento, sus ojos eran de un azul pro¬fundo y _________ no estaba segura de si estaba siendo obtuso o si de verdad creía imposible ser el hombre adecuado para ella.
—Al principio me engañaste con esa capa de cinismo — dijo, tomando su mano para llevarlo a la habitación de Bobby. Una vez allí, abrió la puerta y prácticamente tuvo que empujarlo dentro—. Ahí está tu esperanza, tu sueño.
—No sabes de qué estás hablando —replicó él, furioso.
Después, miró a Nathaniel, que dormía tranquilo en su cuna, para comprobar si lo había despertado.
Niall se dirigió al salón y ________ lo siguió.
—Tu esperanza vive en esa habitación. Un hombre que no tiene esperanza no mantiene una habitación intacta durante cinco años. No es una obsesión insana lo que te hace comprarle juguetes en su cumpleaños. Es la esperanza de encontrar a tu hijo.
Niall se colocó frente a la ventana, de espaldas a _________. Ella contuvo el aliento, esperando que sus palabras hubieran penetrado en aquella dura cabeza, rezando para que reconociera quién era en lugar de quién decía ser.
Cuando se volvió para mirarla, la luz de sus ojos había desaparecido y su rostro mostraba una desesperación que le partió el alma.
—Eso no es esperanza. Es expiación.
—¿Expiación? Pero eso significa culpa. ¿Por qué te sientes culpable?
Su expresión atormentada la hizo desear abrazarlo, consolarlo. Pero no se movió. Sabía que no era el momento.
—Debería haber querido a Sherry. Quizá entonces las cosas habrían sido diferentes. Debería haber hecho más, haber sido lo suficientemente bueno como para encontrar a mi hijo —empezó a decir Niall, mostrando un desprecio por sí mismo que a ________ le dolía tanto como a él—. No sé qué hice, pero debí hacer algo mal y por eso perdí a Bobby — añadió, respirando con fuerza, como intentando domar los demonios que había en su interior—. El destino decidió hace cinco años que no estaba hecho para ser padre.
—El destino no decidió eso —exclamó _________—. Lo decidió Sherry. Y tú hiciste todo lo posible para encontrar a tu hijo. No es culpa tuya que ella fuera tan egoísta.
—Ya da igual. Aunque pudiera estar contigo, Nathaniel se merece algo más de lo que yo puedo darle.
__________ pensó en su hijo, en cómo lo había llamado «papá» desde el principio. Algo que jamás había hecho antes.
—Nathaniel se enamoró de ti antes que yo —dijo suavemente—. Y ya sabes lo que dicen sobre los niños y los animales. Ellos conocen instintivamente la naturaleza de las personas…
—No sigas, ________. 
Había un horrible tono de despedida en su voz.
Niall se acercó y tocó su cara con los dedos, un roce que la entristeció tanto como el vacío que veía en sus ojos.
—Vuelve a casa, _________. Vuelve a Kansas y encuentra a tu príncipe azul. Encuentra a un hombre que pueda compartir contigo ese entusiasmo por la vida, que comparta tu fe en el amor y la felicidad.
Niall dejó caer la mano y se dio la vuelta, dejándola más desolada de lo que se había sentido en toda su vida.

Somebody to love?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora