Capitulo 15 (Ultimo Capitulo)

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—El señor Johnson, de la habitación doscientos cuarenta y uno quiere que vayas a verlo —le dijo Roberta Stamm—. ¿Te importaría ir a echarle un vistazo? Sé que estabas a punto de irte a casa, pero…
—Claro que no —la interrumpió ________, saliendo al pasillo.
Era su primer día de trabajo. Su abuela había intentado convencerla de que se quedara en casa aquella semana para disfrutar de sus vacaciones, pero ella había querido volver al trabajo inmediatamente tras su regreso de Masón Bridge.
Necesitaba tener alrededor gente realmente enferma, gente que necesitara consuelo para no pensar en su corazón roto. Necesitaba hacer cosas para no pensar en Niall Horan.
Y aquel día no había parado. Desgraciadamente, _________ había descubierto que, hiciera lo que hiciera, por mucho que se concentrara en una tarea, no podía dejar de pensar en él.
Cuando entró en la doscientos cuarenta y uno, sonrió al hombre de cabello gris que estaba tumbado en la cama.
—Hola, señor Johnson. La enfermera Stamm me ha dicho que quería verme.
—Preferiría ver las cuatro paredes de mi casa — replicó el hombre, con sequedad.
—No tardará mucho en irse a casa —lo tranquilizó __________. El señor Johnson había sufrido una neumonía, pero estaba a punto de ser dado de alta—. ¿Qué puedo hacer por usted?
—Esta mañana, me colocó las almohadas muy bien y me gustaría que volviera a hacerlo.
—Eso no es difícil —sonrió ________, tomando una de las almohadas y colocándola a gusto del paciente. Después, hizo lo mismo con la otra—. ¿Ahora está mejor?
El señor Johnson se echó hacia atrás y cerró los ojos.
—Mucho mejor —contestó, con una sonrisa tímida.
—Ahora tengo que irme a casa, pero Polly Man—son está de guardia y a ella se le da muy bien colocar almohadas.
El hombre asintió.
—Que pase una buena noche. Ojalá yo estuviera en mi casa.
_________ sonrió de nuevo.
—Estará de vuelta en casa antes de que se dé cuenta, ya verá.
Después de despedirse, salió de la habitación y volvió a la sala de enfermeras para buscar su bolso.
Temía la noche que se avecinaba porque Nathaniel estaba muy inquieto desde que volvieron de Masón Bridge. Era absurdo pensarlo, pero parecía echar de menos a Niall tanto como ella.
—________ Criswell a la unidad de urgencias.
_________ se quedó inmóvil. Por un momento, la voz que salía por el megáfono le había parecido la voz de… de Niall Horan. Pero eso era imposible.
Niall estaba en Florida. Niall la había echado de su vida.
Mientras pulsaba el botón del ascensor para bajar a urgencias, se preguntaba si le pedirían que hiciera una guardia aquella noche. Aunque no era normal que la avisaran cuando estaba a punto de marcharse a casa. Y aquella noche no podría quedarse porque tenía que ir a buscar a Nathaniel a la guardería.
Desde que volvió de Florida, estaba muy cansada y sabía bien que era un cansancio nacido de la depresión. Echaba de menos a Niall.
Tiempo, se recordó a sí misma. Solo el tiempo cura lo que está roto.
__________ escuchó sonido de voces airadas antes de entrar en la sala de urgencias.
—Señor, no puede usar el megáfono —estaba diciendo Nancy Noland, una de las enfermeras.
—Es un asunto de vida o muerte. No sea tan mojigata y déjeme usar el micrófono otra vez.
_________ se quedó inmóvil al otro lado de la puerta. Niall. Nadie más tenía aquel tono exasperado. Nadie más podía ser tan gruñón.
¿Qué estaba haciendo allí? ¿Para qué había ido al hospital?
No tenía ni idea. Pero estaba a punto de averiguarlo.
Temblando, empujó la puerta. Y allí estaba, en la sala de enfermeras. Niall . Con la pierna y los dedos de la mano escayolados y la misma expresión hosca de siempre.
—Solo déjeme llamar otra vez.
Nancy negó con la cabeza.
—¿Por qué no se sienta un poco y se tranquiliza?
—No puedo tranquilizarme —contestó él.
—¿Niall? —lo llamó _________. No sabía quién se alegraba más de verla, Nancy o él.
—¡Ah, por fin, gracias a Dios!
Niall dio un paso hacia ella.
—¿Qué… qué estás haciendo aquí? —preguntó ________, haciendo un esfuerzo para no echarse en sus brazos.
—¿Tienes idea de cuántos hospitales hay en Kansas?
—Pues no —contestó ella, atónita.
—Muchos. Llevo dos días buscándote.
—¿Cómo has llegado aquí?
—María me llevó al aeropuerto y desde que llegué a Kansas he estado sacando de quicio a los taxistas intentando encontrarte —contestó él.
—¿Y para qué querías encontrarme?
_________ no quería tener esperanzas. Quizá él había tenido que ir a Kansas para resolver un caso y había aprovechado para saludarla.
Niall miró a las enfermeras, todas muy interesadas en la conversación, y tomando a _________ del brazo, la llevó hasta la puerta.
—Cuando te fuiste, te llevaste algo mío.
Ella lo miró, incrédula. ¿Creía que le había robado algo? Era increíble.
—¿Y qué crees que me he llevado? ¿Una maleta llena de cajas de pizza vacías?
Niall levantó las cejas, sorprendido. Y entonces soltó una carcajada. La risa del hombre la envolvió como un abrazo.
—Estoy llevando esto fatal —sonrió, tomando su mano—. _________, yo quería que fueras uno de esos barcos que pasan en la noche, que pasaras por mi vida sin hacer olas.
—Lo sé —murmuró ella.
—Pero has hecho olas. Muchas, _________. Y cuando te fuiste, te llevaste mi incredulidad, mi cinismo y… mi corazón.
Por primera vez, _________ se permitió un pequeño rayo de esperanza.
—¿Víctima o superviviente? Eso es lo que tú me preguntaste la última noche. He sido una víctima durante cinco años, pero ya no lo soy. De algún modo, me he convertido en un superviviente que ha pasado por el infierno y ha salido de él creyendo que la felicidad es posible, que el amor es posible… que lo nuestro es posible.
Niall había tenido que gritar la última frase para hacerse oír a causa del ruido de una ambulancia que llegaba a la entrada de urgencias.
—¿Lo nuestro? —repitió ella. ¿Lo había oído bien?
Dejaron de hablar cuando los enfermeros sacaron a una mujer de pelo gris en una camilla.
—Le dije que solo eran gases, que no era el corazón, pero él no me quiso escuchar —estaba protestando la mujer—. Nunca me escucha.
Niall se volvió hacia _________.
—Cásate conmigo.
Ella lo miró, atónita.
—¿Cómo?
Se preguntaba si el ruido de la sirena había destrozado sus tímpanos. Podría jurar que Niall acababa de pedirle que se casara con él.
La anciana los miró entonces.
—Si lo quieres, cásate con él. La vida es corta y antes de que te des cuenta, estarás en el hospital por comer algo picante.
_________ se volvió para mirar a Niall de nuevo. Pero él no le dio oportunidad de decir una palabra. La abrazó con fuerza y enterró la cara en su pelo durante unos segundos.
—Supe que serías un problema desde que te vi en la playa —dijo con voz ronca—. Esos rizos tuyos brillaban bajo el sol y verte con ese biquini azul me hizo olvidar el dolor durante unos segundos. Te amo, _________. Te deseo… te necesito en mi vida. Cásate conmigo. Por favor, ¿quieres decir que sí?
Estaba desnudo frente a ella y _________ veía una gran vulnerabilidad en sus ojos azules.
La esperanza que no había querido sentir por miedo a que fuera falsa, afloraba dentro de ella. Las palabras de Niall corrían por sus venas como el alcohol, haciendo latir su corazón con fuerza. Aun así, vaciló.
—Antes de contestar, tengo que saber algo, Niall.
Temblaba ante la importancia de la pregunta. Aunque lo amaba, sacrificaría su amor si la respuesta no era la que esperaba.
—Tengo que saber si podrías querer a Nathaniel, si lo querrías por él mismo, no porque es un niño que reemplaza a Bobby —dijo después, con lágrimas en los ojos —. Nathaniel no puede ser el hijo que perdiste, Niall. Sería una carga demasiado grande para él.
Niall sonrió, una sonrisa tierna que la tranquilizó un poco.
—Tengo que ser sincero contigo, __________ —dijo, acariciando su cara—. Siempre habrá un sitio en mi corazón que le pertenece solo a Bobby. Pero tengo un corazón grande y en él hay sitio suficiente para un pequeño «Terminator». Quiero a Nate y te amo a ti.
Por un momento, ________ no pudo decir nada. Lágrimas de alegría llenaban sus ojos y enredó los brazos alrededor del cuello del hombre, llorando y riendo al mismo tiempo.
—¡Eh! —los llamó la mujer del pelo gris desde el pasillo—. ¿Vas a casarte con él o no?
Niall apretó a ________ entre sus brazos, como si tuviera miedo de su respuesta. Ella miró sus ojos… los ojos del hombre que amaba, los preciosos ojos del hombre que había estado siempre en sus sueños.
—Sí —contestó—. Voy a casarme con él. Antes de que pudiera decir otra palabra, Niall selló aquella frase con un beso.
Un beso lleno de intensa, casi desesperada pasión, de amor y todas sus interminables posibilidades y sueños. Aquel beso la llenaba de calor, como si se hubiera tragado el sol. Y supo entonces que aquel era el hombre de su vida.
Cuando Niall se apartó, la anciana había desaparecido en la consulta de urgencias.
—Cariño…
—Sigo sin poder creer que tú has resultado ser mi príncipe azul.
Él sonrió, con los ojos llenos de amor.
—Ahora ya no importa, ¿no crees? Lo único importante es que soy el hombre de tu vida y tú la mujer de la mía. Y que vamos a vivir juntos para siempre.
—Para siempre.
De nuevo, volvieron a besarse.
—Y hablando de «Terminator», ¿dónde está?
—En la guardería —contestó ________, mirando su reloj —. Tengo que ir a buscarlo ahora mismo.
—Pues vamos —dijo Niall. Se dirigieron al aparcamiento de la mano. Él seguía utilizando una muleta, pero parecía defenderse mejor—. Pensarás que estoy loco, pero sigo pensando que aquella mañana, en la playa… no me tropecé con Nate. Yo creo que se puso en mi camino a propósito.
—Si eso es cierto, deberíamos darle las gracias —rió ella—. Si no te hubiera hecho tropezar, ahora solo serías un hombre que pasó corriendo por la playa.
Niall se inclinó para besar su cuello.
—Es verdad. Recuérdame que le compre un buen regalo de cumpleaños.
_________ sintió un escalofrío de placer.
—Yo creo que el mejor regalo eres tú.
Él la miró, emocionado.
—Te amo, _________. Y merece la pena haberme roto una pierna por ti. Y ahora, vamos a buscar a nuestro hijo.
_________ salió del aparcamiento del hospital y se dirigió hacia… la felicidad eterna.
Nathaniel estaba deprimido. Llevaba deprimido desde que volvió de Florida, pero aquel era el peor día de todos porque había tenido que enfrentarse con las fastidiosas Claire y Julie en la guardería.
Llevaban todo el día tomándole el pelo porque había vuelto de la playa sin un papá, como les había prometido. Nathaniel había pasado casi todo el día en una esquina, jugando solo e intentando no prestar atención a sus torturadoras.
No lo entendía. Había hecho todo lo posible para que Niall fuera su papá. Sabía que a su madre le gustaba Niall y pensaba que a él también le gustaba ella. No entendía cómo los adultos podían estropearlo todo de esa forma.
Aquella noche, su mamá estaría tan triste como lo estaba todos los días desde que volvieron de la playa. Ella intentaba disimular, pero Nathaniel sabía que estaba triste. Echaba de manos a Papá Niall y él también.
Mientras ponía un bloque rojo encima de otro azul, Nathaniel se preguntaba si tendría tiempo de construir un edificio antes de que su madre fuera a buscarlo.
—Hola, Nate.
La voz le resultaba familiar. Nathaniel levantó los ojos y vio a Papá Niall con su madre, en la puerta.
Inmediatamente, se puso de pie, con expresión de felicidad… una felicidad más grande que un pirulí, más grande que un camión rojo con las ruedas brillantes.
—¿Papá?
Cuando dio un paso hacia Niall y vio la cara de felicidad de su madre, entendió que su sueño se había hecho realidad. Niall abrió los brazos y Nathaniel corrió hacia él.
De repente, estaba en los fuertes brazos de Papá Niall, que lo levantaba hacia el cielo.
—¡Papá! —gritó el niño, feliz.
—Eso es, cariño. Voy a ser tu papá para siempre.
Nathaniel enredó los bracitos alrededor de su cuello, pensando en todas las cosas maravillosas que iban a compartir. Papá Niall le pasó una mano a su mamá por encima del hombro.
—Vámonos. Tenemos que planear el futuro.
Nathaniel miró por encima de su hombro a Julie y Claire, que lo observaban, atónitas.
El niño sonrió y les dijo adiós con la manita mientras salía con su papá de la guardería.

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