A la mierda Charlie

11 0 0
                                    


La volví a guardar y comencé a escribir la respuesta. Terminé al ver la tenue luz del atardecer dejar de reflejarse en el suelo y posarse sobre mi cuerpo, justo al cerrarse la puerta de entrada, dejando ver a Julie con una mirada que denotaba un gran cansancio. Yo le había dicho que le podía ayudar con el dinero pero ella se había negado. Aún así me sentía un poco culpable de no poder hacer más por ella.

-¿Qué tal tu día?- Pegó un salto- Disculpa, no fue mi intención asustarte- Reí.

-Harry, no te había visto. No no, estaba solo pensativa. Hoy fue un día largo, los niños no parecen entender y ¡una niña me jaló el cabello!- Lo dijo con una mirada que decía "No se que diantres se le metió a esa loca". Esta vez solté una carcajada.

-Tienes algo en el cachete, estas algo... azul- Le pasé un trapo.

-Gracias, iré a ponerme cómoda-

Me quedé un tiempo sentado en el comedor escribiendo un artículo de la próxima edición, no habían muchos escritores y el periódico era chico. Antes de irme había pedido el permiso para tomar un tiempo a principios de la primavera. Me dijeron que en la mañana me darían respuesta.

Lou salió de su habitación y pareció no reparar en mí, así como yo no había reparado en el reloj. Ya eran pasadas las 10 y él estaba saliendo a su trabajo nocturno. Había conseguido un trabajo de guardia y no regresaba hasta la mañana siguiente. Se acomodó su chaqueta de guardia y caminó por la vereda hasta solo dejar ver el punto rojo del cigarro que tenía tras una estela de humo.

Me quite las gafas y restregué mis ojos, la cena de Juliette estaba fría junto a mi. Me estiré en la silla y observé un momento hacia arriba, no se escuchaba nada. Recogí su cena y la guarde en la nevera.

Tomé mis cosas y ordené el comedor. Al subir las escaleras se podía ver una pequeña franja de luz saliendo de la habitación principal. Guardé mis notas en el escritorio de mi habitación y me puse mi ropa de dormir. En medio del silencio escuché un sonido similar a un bufido tenue pero repetitivo, decidí ignorarlo por el cansancio y fui a lavarme la cara para acostarme a dormir. A medida que me acercaba al baño el sonido se hacia mas fuerte y claro. La puerta de su habitación estaba casi cerrada pero la luz estaba encendida, decidí tocar. Toc Toc. Nada. Una vez más Toc Toc. Nada.

-Juliette, voy a pasar-

Ella estaba acostada a lo largo de la cama en un camisón de seda abrazando una almohada, su ropa estaba desordenada por el piso y tenia papeles por todos lados. No había notado lo cansado que sus ojos, incluso al dormir, se veían. Tomé la colcha que estaba tirada al lado de la cama, sin darme cuenta una parte estaba debajo de ella y la sacudí. Me quedé quieto y tragué saliva, ella se comenzó a mover un poco reacomodándose pero sin abrir los ojos, suspiré en alivio. Ella había soltado la almohada y se encontraba boca arriba. Al principio no lo noté pero cuando terminé de recoger la cubierta, vi que su camisón se había movido dejando al descubierto su seno desnudo. Quité la mirada inmediatamente. Le cubrí rápidamente, apagué la luz y salí de la habitación.

Fui al baño y me sacudí la impresión de la cabeza lavándome el rostro, el cansancio me agarró de la mano y me guío a mi cuarto. Allí seguí pensando en ella. Ella estaba tan cansada que se había quedado dormida sin cenar y me daba la impresión que no era la primera vez... No podía dejarla sola. Tomé mi decisión.

-Harrison, tengo entendido que quieres que te demos unos días libres a comienzo de la primavera ¿Es correcto?- Dijo mi jefe bajando la nota y quitándose los lentes, El Sr. Rousseau. Un hombre pequeño y regordete bien afeitado excepto por ese delineado y sombreado bigote, aparte nadie quería decir nada pero siempre usaba el peluquín al revés.

-Es correcto, me gustaría hacerle una visita a un amigo en París de no ser mucha molestia- Respondí sentado en la pequeña silla frente a su gran escritorio, no podía dejar mi pierna quieta.

-¿París eh?- Se quedó un momento viendo hacia la ventana de su despacho- Mira chico, te voy a ser honesto. Eres de los mejores escritores aquí, no se como un chico ingles tiene más romance en sus palabras que los de aquí y te necesito. Lo siento, no te puedo dar el permiso- Se levantó de su asiento y sacó una nota de debajo de los muchos papeles regados sobre su escritorio, se le quedó mirando un momento dubitativo- Tengo una idea ¿Qué te parece ir a finales de la primavera?

-¿Señor? Si, claro ¡No hay problema!- Se acercó a mi y me tendió la mano. Me levanté de mi asiento y le doble la estatura.

Se quedo viéndome un momento

–Mejor siéntate chico-

-Si, lo siento-

-¿Sabes por que quiero que vayas a finales de primavera?-

-En realidad estaba esperando que usted me lo dijera-

-Las olimpiadas se celebrarán en París e inician en Mayo- Abrió un cajón de su pupitre y sacó un cigarro- 

-Como gustes- Tras una pequeña pausa dijo y prosiguió a encenderlo.

-Señor. Muchas gracias, no sabe lo que significa para mi. Este es...-

-Alto alto, espera un momento. Hay una condición, tu sabes que esta imprenta es pequeña ¿Verdad? Claro que lo sabes, trabajas aquí, íbamos a enviar a Charlie, su padre es uno de los peces gordos de por aquí y contribuye lo suyo para el presupuesto del periódico, pero aquí entre nos, ese niño de papi y mami digamos que... me cae mal. Hay es donde entras tú, tu me caes bien y tienes el don muchacho, solo dos personas en esta compañía la tienen, Tú y por supuesto yo. Pero yo no quiero ir, no me interesa ver a gente saltando y corriendo, prefiero quedarme sentado y comiendo ¿Me entiendes? Se que si, y es ahí donde esta la trampa, no tenemos el dinero para enviarte, a penas nos alcanza para tu salario. Así que hagamos un trato, tu te encargas de lo que te cueste y yo te doy el permiso para irte. Y no te preocupes por Charlie, su padre y yo jugamos al billar martes y viernes, yo hablo con él. Entonces ¿Trato o no?-

-Trato- Dije sin siquiera pensarlo.

-¡Esa es la actitud ganadora! Sabía que no me equivocaba cuando te contraté, ¡Sam! ¡Llama a Henry a mi despacho!- Me miró un momento- Ya, retírate niño.

Al estar saliendo de la oficina vi a Charlie pasar junto a mi, petulante, sin siquiera darme la mirada, al principio me dio pena pero luego pensé.

"A la mierda Charlie"

MilWhere stories live. Discover now