14. acid

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Ewan esa noche llegó asustado y enfado a su casa, después de lo ocurrido, aquella noche no pudo dormir recordando la oscura mirada de Alex, recordando lo ido que estaba y lo nauseabundo que fue tenerlo encima en contra de su voluntad.

Al día siguiente, aún preocupado, nada más llegar a la empresa se fue directo al último piso y así encontrarse con Caleb, y contarle lo ocurrido, pero no encontró a nadie tan solo a la mujer de la limpieza.

Acercándose a la puerta del despacho intentó agudizar el oído esperando algún sonido detrás de la puerta.

- Joven, si busca al señor Payne, hoy no asistirá a su trabajo.

Extrañado por la información que le había aportado la señora de la limpieza, le agradeció, volviendo a su trabajo.

Sentado en unos de sus espacios de trabajo, con el ordenador encendido, comenzó a buscar información sobre, el ahora conocido, Caleb, encontrando su perfil en sus redes sociales y alguna que otra noticia.

De golpe en su cabeza, recordó donde podría estar, haciendo que sus dedos tecleasen rápidamente buscando el nombre de Edgar Payne, encontró imágenes de su casa y así poder encontrar el lugar de residencia, una vez satisfecha su curiosidad volvió al trabajo.

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Bajó las escaleras rascándose la cabeza, llevado por el delicioso olor del café recién hecho, una vez cerca a la barra, asomó su nariz encontrándose con un Caleb silencioso mientras estaba de espaldas colocando pan en la tostadora.

- Buenos días.

Caleb que no lo había escuchado bajar, se giró con un rostro inexpresivo y forzando una sonrisa ante el buenos.

- Buenos días.

- No hacía falta que preparases nada, tendrías que haberte quedado en la cama.

- Ahá, y quedarme pensando en la cama hasta comerme la cabeza. - Ambos se miraron, sonrieron esta vez sin forzar, cuando Caleb se dio cuenta que llevaban demasiados segundos mirándose fijamente y notar la atracción y necesidad de acercarse, retiró su mirada. - Café con leche natural, ¿verdad?

Edgar que no se había quedado atrás en darse cuenta, en lo que provocaban sus miradas intensas, se puso nervioso, afirmando ante la pregunta.

Se sentaron en la barra una vez preparado todo el desayuno, se sentaron uno al lado del otro en un agradable silencio, Caleb se revolvió en el sitio incómodo para decir algo.

- Gracias.

- ¿Eh? ¿Por qué?

- Por obligarme a quedarme.

Edgar sonrió mientras mordía su tostada.

- Es el agradecimiento más extraño que me acaban de dar. - Rieron en voz alta. - Pero de nada.

- Gracias también por dejarme dormir aquí. - Cuando vio el movimiento de ojos de Edgar y sus intenciones de hablar. - Si, se que puedo venir cuando quiera, pero es inevitable, sigue sin ser mi casa.

- Hace mucho que nos conocemos Caleb, quizás... - Ese quizás llamó la atención del moreno. - ¿Por qué no te traes algo de ropa? - Eso hizo que Caleb mirase la camiseta prestada de Edgar, que le había dejado para dormir. - Quiero decir, no me importa dejarte mi ropa, es para que estés más cómodo.

Caleb sin saber que responder afirmó con la cabeza sonriendo, continuaron desayunando, mientras bebía un sorbo de café, recordó la llamada de Angie.

- Tu madre... ¿Ha dicho algo?

- Si te soy sincero... había sonado demasiado emocionada por teléfono.

Despierto (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora