Final

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- ¿Cómo te sientes?

Su mirada perdida volvió a los ojos de Edgar cuando le habló, su cuerpo estaba entumecido, la sensación de euforia se disipaba entre los huesos, a pesar del calor que tenía tenía la necesidad de acercarse a Edgar de pegar sus pieles con mimo.

- Bien, algo cansado. - Se escondió en el hueco del cuello de Edgar, sintió como su brazo rodeaba su baja espalda.

- ¿Quieres dormir?

Se separó de su cuello negando con la cabeza, se sintió atrevido como un adolescente, antes de hablar Edgar fue mucho más rápido, quedando encima de él mientras reían.

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Se quitó los auriculares mirando la puerta de entrada.

Estaba trabajando en casa, estaba de vacaciones tras el caos en la editorial, se había estado viendo con sus familiares.

Se levantó para abrir la puerta.

- ¿Q-qué haces aquí?

Lo vio, estaba distinto.

Más sano.

- ¿Puedo pasar?

Sus ojos azules miraron el interior del piso, con la esperanza de poder entrar.

- Si.

Se hizo a un lado, escuchando la bolsa que tenía Alex en su mano. Vio como se iba directamente a la cocina, no le extrañaba que fuese por su cuenta por su casa, no era la primera vez que venía de visita.

- ¿No trabajas?

Lo miró con detenimiento como sacaba una botella de vino y dos paquetes de comida, se sentó en uno de los taburetes mientras Alex descorchaba la botella y servía dos copas.

- No, tengo libre, - Olió el vino, era afrutado. - después de sacar la revista, el jefe del departamento de artes se encargó en darnos dos semanas después de estar casi viviendo en la oficina.

- ¿Y por qué sigues trabajando?

Sus ojos fueron hacia él escuchar aquel tono reprobatorio, rió cínico como si no hubiese escuchado nada.

- ¿De que hablas? - Le dio un gran trago al vino. - No es asunto tuyo.

- Debes descansar.

No quiso escucharlo, la copa de vino era mucho más interesante así que centro toda su atención en ella, hasta que uno de los paquetes que había traído Alex estaba abierto delante de él.

- Come.

La incomodidad no dejaba fluir las palabras, pero un sobre que acabó al lado de se su comida hizo que sus ojos lo mirasen.

- ¿Qué es esto? - Miró a Alex en blanco - ¿Es una broma?

Alex no lo miraba, y su rostro no mostraba ningún gesto. Boqueó en el aire, rodeó la mesa para empujar el sobre sobre su pecho.

- No lo quiero.

Y antes de que se girase para irse a su escritorio, Alex lo detuvo sujetándolo del brazo, intentaba abrir su mano para darle el sobre.

- Suéltame.

- Agárralo y guárdalo.

Cuando Ewan consiguió soltarse se fue al salón sin mirarlo.

- Cuando termines lárgate, tengo que trabajar.

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Después de viajar y trabajar la vuelta a casa era más que placentera, los meses pasaban y las chaquetas y los pantalones largos comenzaban a salir de las cajas con olor a cerrado, las mantas comenzaban a sumarse mientras los grados bajaban, y el quedarse a dormir era la mejor excusa para no pasar frío.

Despierto (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora