NADA FUE REAL

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En lo que Gintoki saco a Shinpachi y al doctor para conversar. La pelirroja negó con la cabeza la madurez de su tutor, lo más seguro es que se estaban jugando el quien le respondería su reciente pregunta, sus ojos azules miraron hacia el techo recordando la realidad que su cabeza la había hecho ignorar.

—CONFESIÓN—

Apenas sonó la campana indicando la hora del almuerzo vio como la castaña se fue rápidamente del salón, resoplo molesta aun sentada, por más que insistió Soyo no le había dicho a donde iría a almorzar sin ella. Miro a su izquierda el sádico tampoco se encontraba, no pudo controlar el sonrojo en sus mejillas y regañarse por andar buscándolo con la mirada otra vez, tenía tantas ganas de golpearlo, reírse de algún desperfecto que pudiera encontrar, aunque esto ahora ya no era tan fácil, ella se había dado cuenta que ese sádico odioso le gustaba.

Lo negó, culpo a la menstruación, al calentamiento global y a la leche de fresa de Gintoki, del cual poco a poco se deshizo de este líquido por medio del inodoro y al ser sorprendida por el albino recibió dos golpes que hicieron rebotar su cabeza a lo que ella se excusó diciendo que aquella agua rosada del mal la estaba enfermando. Gintoki le echo la culpa al sukonbu. Pidió que sea más específica y maldijo a Umibozu por dejarla con él en esta etapa tan problemática de la adolescencia. Ese día se largó a tomar diciendo que no era justo que el sólito deba lidiar con estúpidos temas adolescentes.

Analizo su situación e hizo la misma rabieta que su tutor al hallar la respuesta. Pero ya era muy tarde su cabeza estaba repleta de Okita Sougo. Descubriendo que no era un mito eso de que podías "ver a la persona amada hasta en la sopa".

Ese día Kagura durmió sin cenar.

Una vez termino de comprar todos los tipos de panes de la cafetería, salió a almorzar, busco un lugar tranquilo sin que ningún idiota se le atraviese sería perfecto y para eso fue a la parte de atrás de la biblioteca.

— ¿Eras tu Soyo? — escucho la voz de su sádico favorito quien no estaba solo, se escondió detrás de uno de los arboles antes de que alguien se dé cuenta de su presencia —Yo creí que era otra de mis admiradoras —se rio el castaño mostrando la carta rosada — ¡Vaya susto! esta carta parece una declaración de amor

— ¡Lo es!

—Ehh... ¿te equivocaste de casillero? Que torpe eres princesa —comento como si nada el sádico y atrás de ese árbol Kagura asentía a todo lo que él decía.

—N-no, no me equivoque...

Tanto el castaño la chica de cabellera bermellón sintieron una brisa en su rostro, y como si estuvieran sincronizaros la piel se les puso de gallina. El castaño tuvo una mala sensación en el estómago y la pelirroja comenzaba a tener nauseas.

"Gin-chan tenía razón esto de la adolescencia era una porquería"

"No,no,no" se repetía Kagura definitivamente esto no estaba pasando "Soyo tu eres mejor que esto" "Lo mejor es que me vaya" comenzó a caminar Kagura, seguiría el ejemplo de su tutor. Es mejor no enterarse de nada.

— ¡Okita-kun, tú me gustas! —con eso basto para que la pelirroja detuviera su andar y un pequeño temor la invada. Entre ella y Soyo ¿a quién preferiría Sougo? La respuesta era clara, si a ella le dieran a escoger sería a alguien amable, que le aguante todo y que le cocine, ¡Mierda! Como es que ella se pone de opción. No importa si planeaba decir algo para que el sádico sepa de sus sentimientos. En estos momentos Kagura había quedado fuera del juego, su mejor amiga acaba de confesarse. Siguió su camino. Con dirección al baño.

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