ADIÓS

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No hay nada peor que te digan que alguien cercano a ti muere.

Bueno, en realidad si lo hay. Que te digan que la persona con la que pensabas pasar muchos días, meses y años no podrá vivir más. Que te agarren de sorpresa. Si te dicen: "Mañana muere alguien ¿adivina?", es un mal chiste, pero ¿sabes? Lo piensas, y se te ocurren varias personas pero nunca en "esa".

Si usted tiene suerte, llamémoslo así, antes de que le comuniquen esto habrás compartido un abrazo.

Tú compartiste alguna risa o tenido una conversación que indicaba que al volverse a ver en casa tú lo verías y sonreirías.

En el mejor de los casos sabes que todo está bien entre tú y él. Pero, ¿eso es correcto? Si hubieran discutido, si el odio es tan grande que ni te importa verlo. No sería mejor dejar las cosas así y dejar que se vaya sin que se digan alguna palabra, así pensarías que no la extrañarías, pero sabemos que terminaras arrepintiéndote. Cuando lo nombren pensaras en que se hubieran dicho, si es que se hubieran visto una vez más.

El doctor dio la información que le correspondía, obtuvo replicas, quejas, una sonrisa amarga que ya no estaba tan llena de satisfacción, una joven que le suplico que lo ayudara y como siempre en cada noticia que ha dado, esta no fue la excepción, lagrimas presentes y miradas que decían que resistirían para llorar solos.

Comenzó diciendo la causa "Intoxicación por amantadina"

—Al perder los riñones en el accidente hizo que su cuerpo no filtrara las drogas correctamente

— Para eso está la diálisis, por favor.

— No servirá, la amantadina es un medicamento que se une a las proteínas y la diálisis no sirve. Lo lamento no hay nada que podamos hacer. Quitaremos la anestesia y lo despertaremos para que puedan hablar con él, por última vez.

Y así fue. Cada persona presente entro a aquella habitación. Una vez despierto el castaño Kondo, su tutor, y el médico le explicaron la causa de su muerte.

El castaño soltó una risa tan disimulada como un susurro. Negó con la cabeza confundido. Su tutor lo abrazo pidiendo disculpas, diciendo que se sentía avergonzado, no sabría cómo verle la cara a Mitsuba al saber que Sougo la visitaría a tan corta edad. Por más calmantes que fueron los comentarios del castaño, estos no calmaron al gorila y Sougo se permitió llorar en el pecho de ese hombre que abrió las puertas de su casa al encontrarse el solo riendo con la tristeza como si fuera su mejor amigo. Una vez calmado el adolescente pregunto por Kagura. Kondo se sorprendió pero eso no evito que le brindara una sonrisa apenas visible por la tembladera de los labios dándose cuenta que Sougo se veía distinto y por el llamado del nombre a esa niña sabía que algo habría cambiado entre ellos. Se sintió un poco consolado en saber que el castaño con gustos sádicos debió haber tenido un momento de felicidad. Sougo había resuelto sus problemas que lo tenían distraído durante semanas, acaricio los cabellos castaños de este y lo abrazo despidiéndose definitivamente para que pudiera pasar el siguiente. El abrazo fue correspondido diciendo entre ambos al separarse "Gracias".

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Hijikata entro indeciso. No sabía si había sido una decisión correcta el acompañar a Kondo.

Recordó que Mitsuba se encontraba postrada en una cama parecida, él fue a verla. Sin embargo, no llego a ser una visita completa. Hijikata la contemplo antes de que ella despertara y huyo sin dejar el ramo de flores que traía consigo, esa fue la única vez que piso el hospital, no supo más de ella. Hasta que un mes después de su cobardía, ella falleció.

Fue silenciosa la despedida. Sougo lo boto diciendo que se verían en el infierno. El pelinegro solo negó con la cabeza, saco la cajetilla de cigarros mirando con deseo de sacar uno y encenderlo para calmar su ansiedad. Se acercó a la puerta para salir de la habitación no cometería un error nuevamente. No se acostaría pensando si estuvo bien no decir nada: "Discúlpate con tu hermana, idiota".

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