V: Don Juan

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Gracias a mi gente bonita del foro Behind The Horror, a las hermanas, a Pily, a Gaby991 y a mi querida beta Light of Moon.

Resident Evil no me pertenece, por desgracia, solo el argumento.

Infiel

Por GeishaPax

V: Don Juan

Claire se sentó en el Mustang. Se sentía intranquila y no dejaba de mirarse las manos mientras Leon aceleraba en dirección al centro de Washington. La activista meditó en las pocas veces que se montaba en ese auto, porque cuando salían solían hacerlo con sus hijos en su camioneta. Se sentía algo extraña en aquel coche. En realidad, se sentía extraña con todo, incluso consigo misma.

—¿A dónde vamos? — preguntó sin mucho entusiasmo. Se dio cuenta de que su esposo la miró, y volvió la cabeza para mirarlo. El volvió a mirar a la carretera. Tenía la mandíbula apretada.

Mencionó un club con restaurante y sala de baile y Claire sintió un hormigueo en la piel. Era uno de los sitios más frecuentados por los ricos y famosos, la pelirroja pensaba que había que tener cierto estatus para ser admitido en uno de aquellos lugares y la naturalidad con que Leon mencionó aquel club le hizo sentirse aún más incómoda.

—La comida es buena. — decía sin darle importancia. —Lo bastante buena como para tentar incluso los apetitos más frágiles.

¿Se refería a ella? Podría ser, desde hacía algún tiempo, no tenía mucha hambre.

La comida se convertía en un problema cuando tenía que vivir con un nudo permanente en la garganta.

—Entonces, lo conoces. — dijo.

—He estado una o dos veces.

¿Con Helena? No pudo evitar aquel pensamiento, que provocó que permaneciera en silencio el resto del camino. El rubio no estaba más alegre que ella. La guió a través del vestíbulo del club, iluminado con luz indirecta para realzar el lujo del lugar.

—Buenas noches, señor Kennedy. — le saludó un hombre bajo, calvo y gordito, con acento francés. Luego se inclinó educadamente para saludar a Claire.

—Buenas noches, Lionel. — respondió Leon con una familiaridad que provocó la mueca de su mujer. — Me alegro de que hayan podido encontrar una mesa para nosotros habiéndoles llamado con tan poca antelación.

Lionel se encogió de hombros de un modo típicamente europeo.

—Ya sabe, señor, para personas como usted siempre tenemos sitio. Por aquí, por favor.

El agente agarró a Claire por la cintura. La mujer miró a su alrededor, mientras seguían a Lionel, tratando de no demostrar lo impresionada que estaba por el lujo del lugar. Siempre que había salido con su marido habían ido a alguno de los restaurantes del barrio, indio, chino o italiano. Él no llevaba más que unos vaqueros y una camiseta, tal vez una chaqueta de cuero de las que tanto le gustaban, y ella llevaba ropa igualmente informal. Solían sentarse y compartir una botella de vino con la relajada intimidad de dos personas que se encuentran a gusto en compañía del otro. Pero la motociclista dudaba de que pudiera relajarse en aquel lugar. No podía imaginar, por ejemplo, a Leon robándole del plato una gamba, su comida favorita, como solía hacer, o a ella misma inclinándose sobre la mesa para darle una, sosteniéndola entre los dedos.

Claire tenía una eternidad sin ir a sitios de ese calibre, la última vez fue en por parte de la oficina y Neil Fisher había sido el patrocinador. Aunque de ser una cena de varios integrantes, terminaron ellos solos. No era que fuese por iniciativa. Claire del tipo maleable, podría acoplarse a cualquier ambiente, pero ella prefería un plato de pasta casera que  tener que llenarse de alhajas y salir a sacudir el dinero.

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