VI: El caricaturista

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Gracias a mi gente bonita del foro Behind The Horror, a las hermanas, a Pily, a Gaby991 y a mi querida beta Light of Moon.

Resident Evil no me pertenece, por desgracia, solo el argumento.

Infiel

Por GeishaPax

VI: El caricaturista

Claire cerró los ojos. Al reconocer aquella voz, apoyó la cabeza sobre el hombro de su marido, que se había puesto rígido como una tabla.

—Sabes que está casado, ¿verdad, querida? — obviamente, Hunnigan no había reconocido a la pelirroja. —Lleva casado dos años, nada menos. —prosiguió. —Con una chica preciosa, aunque un poco sosa que, en estos momentos, estará sentada en casa cuidando de sus dos hijos mientras su querido marido seduce a todas las mujeres que se le ponen por delante.

—A todas no, Ingrid —replicó Leon fríamente. —A ti siempre me ha resultado muy fácil rechazarte.

¿Es que Ingrid Hunnigan había andado detrás de Leon? Sabía que en el pasado el agente le había coqueteado, pero eso cambió con el paso de los años.

Levantó la cabeza y vio la expresión cínica de su marido y entonces, otro velo cayó de sus ojos confiados. Leon se dio cuenta y su mirada se ensombreció. Siempre había aceptado que Leon y Hunnigan ya no se llevaban bien, sin preguntarse por qué. Al saber la razón, se sintió muy mal. Ahora comprendía porque el recelo de Hunnigan con Ada Wong y el apoyo a ella de la noche a la mañana, la veía como una rival más débil que Ada, que podría quitarse de encima con más facilidad.

—Los hombres siempre deben desconfiar de una mujer a la que han rechazado. —dijo Ingrid. —Después de todo, es una de nuestras pequeñas armas.

—Y tú la has usado con sabiduría, ¿verdad? —repicó el ex agente. —Apuntando directamente al punto más débil.

—A propósito, ¿cómo está Claire? ¿Tiene la pobre alguna idea de lo pronto que has sustituido a Helena?

Claire ya había oído bastante. Se separó un poco de Leon y se volvió para mirar a la que en otro tiempo fuera una de sus mejores amigas.

A Hunnigan se le mudó el color de la cara y, sin decir una palabra, se dio la vuelta y se alejó.

Tampoco ellos hablaron al salir de club y andar hasta el coche.

—¿Cuánto tiempo? —le preguntó una vez en el interior del coche.

—Años. —respondió Leon, avanzando entre el tráfico.

—¿Y alguna vez se te pasó por la cabeza acostarte con ella desde que nos casamos? —preguntó y observó que el rubio apretaba el volante con fuerza. Aquella pregunta ofendía su dignidad, pero ella tenía derecho a hacerla.

—No, nunca. —respondió.

—¿Por qué no?

—Me deja frío.

—Entonces, ¿por qué no me lo dijiste?

—Porque confiabas en ella. —dijo Leon, cruzando con ella una mirada sombría. —Nunca oculté el hecho de que no me gustaba. —le dijo.

—Pero tampoco hiciste nada para abrirme los ojos. —dijo. —Bastaba una palabra, Leon, una sola palabra. Con decirme que me estaba utilizando para conseguirte, habríamos evitado la pequeña escena de esta noche.

—¿Sabiendo lo mucho que te habría dolido la verdad? Sólo un canalla habría hecho algo así.

Al llegar a casa, se dirigió directamente a las escaleras, sin molestarse en ir a saludar a Sherry.

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