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Estoy segura de que es un sueño, en el que el viento enfría mi piel y mis pies se asientan en el húmedo pasto, la neblina inunda de humedad el lugar, pequeñas gotas caen de aquellas imponentes nubes. Los arboles se mueven con la corriente, cuantos árboles, tantos que podría estar en una selva o simplemente en el jardín, no lo sé. Mis dedos no paran de moverse contra el pasto, con ansias de algo que no estoy segura de que será. Encierro los brazos transmitiendome algo de calor en medio de esta fría noche. Parpadéo innumerables veces intentando volver, pero no sé de donde, no se donde me encuentro. Sigo en el mismo sitio, el mismo tiempo, el mismo horario, las horas no pasan, están esperando a que llegues para encerrarme en un abrazo. Levanto la mirada suspirando, comienzo a creer que no vas a venir a buscarme, que la soledad va a volver a acompañarme. ¿Cuanto tiempo se supone que debo esperar por mi felicidad? Estoy cansandome de quedarme parada hasta que llegue; quizas ese es el problema, no debería estar quieta, tendría que salir a buscarte, capaz te perdiste en mi revoltoso mundo y tenga que ayudarte a encontrar el camino para llegar a mi encuentro. Dejo señales, demasiadas para contarlas, tantas que las pierdo yo misma, espero que así sepas comprender en la oscuridad que estoy viviendo hace tanto tiempo. Espero, con tanta paciencia que no creo ser yo, no me retiro porque se que vas a llegar, vas a venir para reencontrarnos y volver a una vida juntos. Te siento, tus pisadas, esos son tus pies arrastrandose hacia mi pequeño mundo, se que sos vos, lo reconozco por esos latidos que nunca pararon en realidad. Estas acá, a mi lado de nuevo, te envuelvo en mis brazos y vos a mi en los tuyos, me reconforto recordando como se sentía estar juntos, y la espera valio la pena, porque se que no voy a volver a perderte.

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