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Entendí que si lloraba todos los días era porque quería, no porque mi vida duela, ni por masoquismo. Comprendí que el papel en el que me había metido era muy injusto, muchos quieren la felicidad que tendría que haber aprovechado, que si me lo propongo puedo ser la persona más alegre de este mundo. Y hoy que sonrio todos los días realmente, que perdí la cuenta de hace cuanto no lloro, que la risa me acompaña todos los días, se que perdí mucho tiempo gastando lagrimas innecesarias por situaciones que no pueden cambiarse, que la vida es más hermosa si dejamos atrás el papel de víctima, y no lamentamos todo; porque ahora se que soy una persona muy feliz y no me alcanza la vida para agradecer todo lo bueno que me toca, como siempre debio ser.

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