Capítulo seis

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Berlín-Alemania,

20 de septiembre del 2015



La blusa blanca de seda que llevaba puesta ocultaba algunas de las marcas que los hermanos Van Helmont habían hecho en mi cuerpo. Gracias al cielo que el clima había cambiado y el otoño había llegado, de lo contrario ¿Cómo habría podido ocultarlas?

Todo este tiempo que había estado viviendo con ellos, no había dejado de escucharlos decir a cada uno que yo les pertenecía de alguna manera. No les había bastado con marcarme como su presa, incluso cuando yo no me consideraba una, ni mucho menos suya, sino que también tenían cada uno de mis movimientos bajo vigilancia.

¿De qué tenían miedo?

¿Temían que acudiera a alguien y le cuente todo lo que me habían hecho?

Era inevitable para mí no observar algunas de las marcas que tenía en el cuello, pues tenía el espejo frente a mí. Cada una de sus mordidas era testimonio de su comportamiento tan egoísta y de los deseos oscuros que ocultaban detrás de esas mascaras de muchachos de buena familia que solían usar todos los días frente a los otros. Algo tan típico de su condición inhumana.

No existía ni una pizca de gentileza en Alexandre, ni en Ahren, ni mucho menos en Alois. Todos ellos eran tan malvados y crueles como su padre, después de todo, Hadrian también lo era si permitía que ocurriera todo esto en su propia casa. Él conocía más que nadie a sus hijos, así que sabía muy bien lo que pasaría una vez que yo llegara a vivir con ellos, pero no le importó, razón por la cual se fue y me dejó aquí con esos monstruos.

— ¿Se puede saber qué es lo que estamos celebrando? — preguntó Alexandre que no estaba a gusto con jugar a la familia feliz —. Creo que está más que claro que ya me harté de pretender que somos la familia perfecta...Además, ¿a quién rayos estamos esperando? — indagó irritado.

Ahren ignoró a su hermano mayor y se dirigió a mí con una mirada un poco extraña. Pude notar una pequeña sonrisa en sus labios y sus ojos brillaban. Los recuerdos de hace unos días vinieron a mi mente.

— ¿Qué rayos sucede entre ustedes dos? Llevo un tiempo observándolos y pude notar la manera en la que se miran. —Alexandre estaba en lo cierto, su hermano menor y yo habíamos estado intercambiando miradas muchas veces y todo por iniciativa de él y no mía.

— Tal vez Ahren y nuestra nueva querida hermanita nos están ocultado algo. — insinuó el menor — Por cierto, Melrose... ¿a qué se debía todo ese ruido de hace días en tu habitación? — preguntó Alois —.Vi entrar a Ahren y supongo que ustedes dos se divirtieron mucho, ya que tus gritos se escucharon por toda la casa. — rió, definitivamente el rubio estaba disfrutando de esta situación tan vergonzosa para mí.

Todos en la mesa nos quedaron viendo a Ahren y a mí, por la mirada del hijo mayor, supe que esto no terminaría bien.

— Supongo que los vecinos también pudieron escucharte. — Qué manera la de Alois de arrojar más leña al fuego — ¡Pero qué egoístas son! Nos hubieran invitado a unirnos a la diversión, después de todo, parecía que estabas disfrutando mucho del momento, Melrose — se quejó —, y lo mismo puedo decir de ti, hermanito. — finalizó con malicia.

Mis mejillas ardían y noté que las de Christa también. Las insinuaciones de Alois eran inapropiadas y molestas.

¿Por qué Ahren no le pedía que se detuviera? Si él era el que más odiaba este tipo de comportamiento y en especial en la mesa.

Intenciones OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora