Capítulo siete.
The Lion, the Tiger and The Shark ¡Oh My!
Lunes.
Por la mañana del mes de enero había parado de nevar, pero el clima se inclinaba a la lluvia aquel día. Salvatore quien estaba en su escritorio terminando algunas cosas antes de partir, agotado, tenía el cabello enredado y sin peinar y bañado en ligeras gotas de sudor. Rodeado de pilas de libros de economía y política, el alargado escritorio tenía hojas por doquier, el piso también tenía sus hojas y su computadora.
Bebía de una taza de café a medias y una copa vacía para tragos de vino en cristal a su lado. Tecleaba y tomaba un sorbo de café, volvía a hacer lo mismo. No despegaba los ojos de la brillante pantalla.
Miel esperó con ansias el lunes, nunca había tenido la oportunidad de entrar al Louvre pues, pasaba más tiempo en Nueva York y Holanda que en Francia. No pudo dormir la noche del domingo, estaba emocionado. Así que para la ocasión, se puso su suéter abrigado color azul, unos pantalones negros y el abrigo del mismo color que Salvatore le había comprado.
Corrió por el vestíbulo, luego los pasillos de las habitaciones y se deslizó hacia abajo por el borde de madera de las escaleras de metal pintadas en blanco.
Salvatore quien seguía escribiendo en su computadora, sonrió reconfortado al escuchar el movimiento en la casa.
Momentos después del desayuno, a eso de las nueve de la mañana, partían al museo. El cielo estaba despejado, el sol frío brillaba resplandeciente y la nieve se mantenía en los suelos. El lago estaba cubierto por una capa color esmeralda de hielo. Afuera del museo hubo una larga fila de personas esperando entrar por el triángulo. Salvatore notó la preocupación en los ojos del menor y echó una risa.
—Hay muchas personas, no vamos a poder entrar —dijo Miel.
—No entramos por el triángulo —dijo Salvatore. El auto estaba completamente forrado por la parte del piloto con una pequeña puerta de madera pintado en negro, lo cual dejaba el espacio privado para los viajeros.
Miel se sentó nuevamente en su asiento alejándose de la ventana.
Hubo una puerta gigante en color dorado brillante por donde pasó el auto, terminaron en un estacionamiento.
—Entramos por aquí —dijo Salvatore saliendo del auto por el lado contrario, llevaba su abrigo negro
—hay mucha gente afuera —exclamó el menor—. No vamos a entrar nunca.
se sentó vencido en la silla esponjada del auto junto a Salvatore. El mayor se echó a reír al ver dicha acción tan infantil.
—No entramos por el triángulo, tonto —dijo entre pequeñas risas de entredientes—. Por ahí sólo van los de clase media.
—Pobres personas —agregó con pesimismo en su voz—. Van a congelarse allí afuera.
Cuando llegaron a la entrada, el auto negro atravesó por una reja gigante en color dorado con decoraciones en metal que le hacían lucir elegante y bien hecha. Otra fila de autos les esperaban, Mustangs, Maseratis, Aston Martins, Rolls Royces y otra gran cantidad de marcas caras.
—¿Ya ve? —le decía Salvatore a Miel—. Estas son las únicas filas que usted y yo deberíamos hacer.
Llegaron a un parqueadero, un lugar de casillas rectangulares donde yacían autos de todos los tipos, desde el más lujoso y caro, hasta el más decente y respetable. Miel, quien tenía frío desde el primer instante, se metió las manos a los bolsillos de su abrigo, Salvatore llevaba consigo un par de guantes de cuero negro. Sacó un cigarro de su infinita caja de Lucky Strike y se lo pusó en la comisura de sus labios mientras buscaba como loco el pequeño encendedor de bolsillo color plata que llevaba las iniciales S.P. grabadas. En la puerta,un hombre de seguridad, le negó la entrada al cigarro, Prewetts molesto, tuvo que guardar su arma que le quitaba la ansiedad nuevamente en su cajita color verde pastel. Miel sin embargo,estaba totalmente emocionado, quería ver la gioconda en persona, pero para su desgracia, hubo como tres mil personas delante de la pintura con cámaras y teléfonos disparando los flashes a toda velocidad.
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Daddy (LGBT)
RandomMiel tiene dieciocho. Salvatore treinta y nueve. frío, amargado, adinerado y guapo. No había en su mutuo amor más nube para el porvenir que la minoría de edad de Miel. Salvatore y Miel se verán envueltos en una serie de desapariciones y muertes. Cue...