Capítulo diez
en defensa propia
Self-Defense
Amour Feraud se había casado joven, con prisas y sin festejos, por la enfermedad de su madre y porque su novia, Lady, estaba visiblemente encinta. La señora de Feraud estaba totalmente absorta de los cuidados de su marido y apenas se había dado el tiempo de conocer a su nueva nuera, aunque no vivían bajo el mismo techo, le quería mucho. Porque aparte de sus virtudes, adoraba a Amour y era la hija de una de sus mejores amigas.
Miel sin embargo se había reprimido el hecho de llorar cuando asistió a la boda de Amour, él sabía que su relación con Feraud, no era nada más que un amor de carnaval, se regañó a sí mismo, reprimiendo sus sentimientos en un profundo pozo que se llenaba lentamente y le enrollaba la garganta con un nudo grave que asimilaba a la sensación de tener el estómago vacío, era imposible, su mujer estaba embarazada e iban a formar una familia, no hubo nada qué hacer, sino, nada más que dejarlo ir. Lo dejó marchar con el corazón en la boca y palabras en su pecho, con una corazonada de profunda tristeza, al marcharse, no hubo palabras de despedidas ni miradas, Miel y el señor Prewetts hubieron desaparecido, partieron después del casamiento antes de partir la torta gigante.
Se ausentaron de Francia el diez de marzo de aquel año, al buque donde pasaría a Nueva York, en una semana y tres días. Desde afuera del auto negro, la mansión francesa parecía un palacio gigante de hielo, que se hacía más y más pequeño cuando se apartaban.
Cuando llegaron al buque, hubo personas dispersadas por todo el lugar, las aguas seguían heladas, afuera del navío habían personas despidiéndose, madres limpiando con pañuelos las frentes de sus hijo y lanzando una cantidad grandísima de bendiciones y protecciones divinas. Otras gritaban a los que se hallaban en la cubierta, sonreían y sacudían las manos, Miel observó una pareja de muchachos, el hombre se despedía de la mujer con besos y chocadas de frente, ella parecía triste y con lágrimas se despedía del hombre con la mano mientras subía a la cubierta, él también lloraba.
Las luces parecían intensificarse cada vez que se acercaban más, el crucero botaba un vapor blanco por las chimeneas que se abrían hacia arriba formando una figura irregular. Salvatore fumaba su cigarro de lucky strike con la ventana media cerrada para que el humo se esfumara, Miel sólo veía por la ventana, era mejor que un tren y casi no podían pasar. Nadie volteaba a mirar el auto donde ellos llegaban pues, para la gente que se subía a tal crucero, tener un auto así era como comprar un coche a control remoto para un niño. Crecen los recién llegados, se veían más grupos de chicas seguras de sí mismas vestida de una manera extravagante, revoloteando la colas de plumas en sus vestidos y los hombros entre los hombre adultos. la cantidad de ingleses jóvenes que había por todas partes: todos bien vestidos, todos con pinta de tener hambre, todos hablándoles en voz baja y muy en serio a americanos sólidos y prósperos, impresionaba.
Miel bajó del auto, justo detrás del señor y un grupo de mayordomos que cargaban los checheres en maletas pesadas.
-Wow -exclamó Miel con los ojos dilatados y grandes asombrados al largo buque con luces de cuatro pisos y toboganes que se extendían hasta una piscina-. Es gigantesco.
-Ojalá y no se hunda -dijo Salvatore.- Aunque no me molestaría morir en las aguas heladas y pasar mis últimos momentos si no es con usted, mi joven adorado-. Dijo Salvatore sujetando la mano izquierda del menor que caminaba su lado. Los grupos grandes de personas de chupa y de moda se abrían a la voz del mayordomo que gritaba para dejar pasar al señor y el muchacho, la gente les veía y susurraban para ellos, Salvatore caminaba agrandado, con una sonrisa de millonario y dándole vueltas al bastón negro que sólo llevaba por angustiosa necesidad y por elegancia, fue impresionante la cantidad de mayordomos que subían equipaje y volvían a bajar que se esparcieron por todo el muelle.
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Daddy (LGBT)
RandomMiel tiene dieciocho. Salvatore treinta y nueve. frío, amargado, adinerado y guapo. No había en su mutuo amor más nube para el porvenir que la minoría de edad de Miel. Salvatore y Miel se verán envueltos en una serie de desapariciones y muertes. Cue...