Capítulo III

30 5 0
                                    

- Parranda.

El camino al departamento es tedioso.
Parece que todos están muy apurados el día de hoy por llegar a sus casas o simplemente por huir de sus trabajos e ir a algún bar cercano. Eso me enferma, días como el de hoy (con un puto tráfico del demonio), donde peatones se pelean con conductores, y viceversa; hacen que desee coger una puta ametralladora y arrasar con la raza humana. Río para mis adentros ante mi macabro pensamiento.
A pesar de la inmensa cantidad de coches y motos en la avenida principal, mi día no va tan mal.
Miro a Santi, que se encuentra en el asiento del copiloto, y le sonrío. Al girar la vista al frente veo un estúpido en un BMW M7 color marfil que se me cola en mi carril, lo que me obliga a frenar de golpe.

-¡Idiota!- Grito dentro de mi carro.

Un hueco se hace a mi derecha y acelero para pasarlo. Al llegar a su lado nos frena el semáforo en rojo, bajo mi ventanilla y miro en su dirección, aunque los vidrios polarizados no me permitan ver su rostro sé que él puede verme a mi.

-¿Y después nosotras conducimos mal?- Le pregunto irónica, a los gritos. Lentamente baja la ventanilla del acompañante y me arrepiento de inmediato de mis palabras.
-¡También es un placer verte, Katherine!- Grita desde su coche asintiendo con la cabeza.

Francesco...
La vergüenza se apodera completamente de mi. No sé que hacer. Así que subo mi ventanilla lo más rápido que puedo sin quitar la vista del frente, y cuando el semáforo marca la luz verde, acelero sin siquiera mirarlo otra vez.

-¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!- Santiago a mi lado comienza a reír al verme de esa manera. -¡Lo siento!- Me disculpo. -¡Jamás le digas a nadie que oyes esas palabras de la boca de tu jefa!- Le advierto.
-¡Eres grandiosa, Kat!- Afirma riendo entre cortado. -¡Este tipo de cosas te suceden sólo a ti!- Su fuerte carcajada apenas lo deja hablar. Comienzo a reír yo también, porque la situación es verdaderamente graciosa, y no puedo parar hasta llegar a mi hogar.

Ingresamos con bolsas en las manos y vamos directo a guardar las provisiones en la nevera y alacenas. Compramos golosinas, gaseosas, para hacer palomitas y nachos con queso; haremos maratón de películas.
Al terminar de guardar la comida mi teléfono celular suena. Es Teo. Sonrío para mis adentros.

-¡Hola, cielo!- Lo saludo colocando el altavoz. Así puedo organizar la cena mientras hablamos.
-¡Hola, cariño! ¿Cómo estás? ¿Cómo estuvo tu día laboral?- Pregunta.
-Bien, bebé- Respondo y miro a Santiago, él me observaba con una expresión divertida. -La verdad, más tranquilo que de costumbre- Santi golpea mi hombro y no puedo evitar reír.
-¿Estás sola?- Me pregunta Teo.
-Estamos con Santi, hoy será noche de chicas- Respondo rápidamente. -¡Hola, Teo, mi cielo!- Le grita Santiago. Yo comienzo a reír por lo bajo.
-Dale mis saludos al mariposa- Dice Teo sin saber que está puesto el altavoz. Ambos tapamos nuestras bocas ahogando un grito. Santiago gesticula claramente un: ¡Hijo de perra! Y comenzamos a reír por lo bajo
-¿Cómo ha estado tu día?- Le pregunto para cambiar de tema.
-Teo, cariño...- La voz de una mujer se oye de fondo sacándome de foco. Me quedo inmóvil. Santiago me mira con ojos grandes como dos platos. Un silencio incómodo se propaga por todo el lugar, tanto en Boston como en Nueva York.
-¿Cariño?- Pregunto. Haciendo como si no hubiese oído nada.
-Perdón, hermosa- Dice luego de un momento. -Me levanté para apagar el televisor que está muy fuerte- ¿Realmente me cree tan estúpida? -Yo me encuentro bien, el día fue muy tranquilo, por suerte- Disimula. -Bueno, preciosa, debo irme. Me están esperando para una cena importante- Agrega apresurado.
-¡Sí, sí! No hay problema, cariño. Mañana hablamos- Digo y cuelgo.
-¿¡Qué mierda!?- Exclama Santiago. Comienzo a sentir que lentamente me lleno de ira, tristeza, desesperación, euforia, angustia, miedo; desilusión...
-Oíste lo mismo que yo, ¿cierto?- Le pregunto. Necesito saber que no fueron ideas mías, que no estoy loca.
-¡Por supuesto que oí!- Responde furioso. -¡Está con otra mujer!
-¡Oh, por Dios!- Comienzo a llorar y me dejo caer de rodillas al suelo. Mi mundo entero se derrumba en cuestión de segundos.

Abrázame muy fuerte (Hasta hacerme perder la Cordura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora