Capítulo VIII

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- Bonita casualidad.


Me encuentro en mi sala de estar sentada en la alfombra en posición de indio mientras mi mente da vueltas vueltas y más vueltas. No le he llamado a Francesco, y él no tiene mi número personal por lo tanto tampoco lo ha hecho. Me siento abrumada, ha pasado tanto en esta última semana.
Si tan sólo Moira estuviera aquí, pienso, por enésima vez. Ella siempre tenía las palabras justas cuando todo parecía ir mal. Siempre ha sido mi luz al final del túnel, mi guía y mi alegría. Ahora que ella no está me siento desolada, siento mi mundo derrumbarse y sé que ya no la encontraré resplandeciendo en medio de la oscuridad para abrazarme y decirme que todo irá bien. A pesar de ser mi hermana menor siempre fue un gran apoyo en mi vida, como yo en la suya.
He recibido incontables mensajes de texto, WhatsApp y llamadas de Teo diciendo que todo es un error y que quiere hablar conmigo. Los cuales no tengo ánimos de responder.
Respiro profundamente y me levanto de allí para ir a darme un baño de espuma, necesito relajarme porque me siento a punto de un colapso nervioso o un ataque de pánico.
Pongo el tapón y abro el agua para que la bañera se llene mientras pongo el jabón de baño y algunas sales aromáticas y relajantes. Me dirijo a mi habitación para quitarme la ropa, me desvisto rápidamente y escucho el timbre de la puerta sonar.

-Que raro- hablo en voz alta.

Es muy extraño oír el timbre de la puerta ya que nadie ingresa al edificio sin que los propietarios lo anuncien. Joshua, el encargado, nunca dejaría ingresar a nadie que no figure anotado en la lista. Debe ser Santi, pienso, ya que es el único que Joshua conoce hace tantos años que le permite pasar sin anunciarse.
Coloco un toallon alrededor de mi cuerpo desnudo y me dirijo a la sala de estar.

-¡Voy!- grito llegando a la puerta. -Santiago debes avisarme antes de venir- digo girando el picaporte. -¿Qué pasa si tal vez me encuentro encamándome con... alguien...?- me congelo al ver a la persona que se encuentra parada al otro lado.

Francesco se ve radiante. Luce unos pantalones de jeans gastados y una remera azul de algodón con el cuello escote en v. Muy informal y casual. Me encanta.
Abre sus ojos del asombro al encontrarse con mí cuerpo desnudo cubierto por tan solo un toallón y, como todo un caballero, gira su rostro hacia un lado.

-Yo... Y-yo...- carraspea. -Lo siento mucho, Katherine- se disculpa realmente apenado. -No sabía... No, no sabía que tu...- inhala y exhala disimuladamente. Sonrío al notarlo nervioso, y lo entiendo, me encuentro completamente desnuda bajo esta toalla.
-Pasa, por favor- lo invito a entrar y levanta sus hermosos ojos hacia mi. -En un momento estaré contigo- le digo mientras me giro sobre mis talones para continuar con lo que estaba haciendo.

Puedo sentir su mirada en mi nuca. Lo oigo cerrar la puerta tras él e ingreso rápidamente en el baño.
Me meto en la bañera y el agua se siente magnífica, me relaja y mi cuerpo vibra. Tomo mi iPod, busco mi canción favorita y le doy play, me coloco los auriculares y me dejo llevar por la melodía. Mi cuerpo se afloja y por primera vez en todo el maldito día me siento en paz.
No me doy cuenta del tiempo que pasa hasta que cojo mi teléfono celular. Francesco ha estado una hora solo. ¡Dios mío! ¿En qué momento se pasó el tiempo tan rápido? Solo fueron algunas canciones, pienso, pero al observar mí iPod puedo notar que pasaron poco más de "algunas canciones".
Tomo los toallones y me dirijo directo a mi habitación. Al salir del baño no lo veo en la sala de estar, me parece un poco extraño, alargo el cuello para localizarlo pero no está por ningún lado, luego continúo mi camino para vestirme.
Pienso en ponerme algo elegante, aunque Francesco se ve tan perfecto en esa ropa informal. Me decido por un vestido de seda fría color negro con muchas flores de colores, me coloco mis sandalias con plataforma y me dirijo nuevamente al baño. Me paro frente al espejo y abro el primer cajón del mueble, cojo la base, el rímel y el delineador y maquillo mi rostro suavemente. Luego de algunos pocos minutos me encuentro completamente lista.
Oigo ruidos en la cocina, por lo que deduzco que es obvio que está allí. Al cruzar el umbral veo la mesa servida, dos velas a cada lado sobre ella y la lámpara que se encuentra sobre el desayunador da una tenue luz. Él me espera apoyado con su espalda contra la barra, sostiene una botella de vino en una mano y dos copas en la otra.

-Es Cabernet Sauvignon Napa Valley 2013, de la Bodega Lewis- me dice suavemente. Sonrío ante su comentario tan informativo.
-¿Y qué se supone que es esto?- pregunto señalando la mesa con la mano.
-Tu amigo Santiago se dirigió a mi oficina el día de hoy, luego del almuerzo- sonríe de lado, me observa por un momento y luego baja la cabeza. -Espero que no te moleste. Me contó que no te encuentras pasando por un buen momento, aunque sin dar muchos detalles, y simplemente quise acompañarte- ladea la cabeza y levanta la vista para encontrarse con mis ojos que lo miran embelesados. -Él me acompañó hasta aquí- confiesa y yo río.
-Debí imaginarlo- niego mientras sonrío. -Es típico de Santi: querer arreglar el mundo, el corazón de su mejor amiga, acabar con el hambre y por supuesto: la paz mundial- Francesco sonríe ante mi comentario y sirve un poco de vino en las copas.
-Me tomé el atrevimiento de preparar la cena- comenta.

Se ve muy guapo vestido de esa manera tan casual (creo que no me canso de ese pensamiento). La camiseta de algodón le queda algo holgada, pero hay sectores en los que la tela se pega a su cuerpo dejando apreciar sus perfectamente delineados abdominales. Hace menos de una semana que conozco a este hombre y he perdido la cuenta de la cantidad de deseos sexuales que tuve con él. Si tan sólo supiera todo lo que pasa por mi mente... Me siento halagada, Teo hace más de cinco años que no prepara nada para mí él simplemente me lleva a comer afuera. Me sonrojo un poco, cojo la copa de vino que me ofrece y me acerco a ver lo que está cocinando.

-Huele delicioso- confieso. Bebo un buen sorbo de vino y lo saboreo en mi paladar. -Y esto sabe delicioso- le digo con una sonrisa de lado. Lo veo sonrojarse un poco, humedece sus labios y sonríe. Se aproxima a centímetros de mi rostro y todo mi ser se estremece.
-Como tu- sus ojos se encienden al hablarme y mis piernas se aflojan.

Su sonrisa me deslumbra, me pierdo en ella. Su boca es perfecta, deseo besarlo como nada en el mundo. Me siento flotar en la atmósfera, y por un momento en toda la maldita semana, estoy completamente plena.

~

¡Hola amores! Acá estoy de nuevo. Perdonen por la tardanza, prometo actualizar más seguido.

¿Qué me dicen de este capítulo? ¿Les gusta?

Le dejo un beso gigante, las amo!!

En multimedia les dejo al bello Francesco para su deleite.

Abrázame muy fuerte (Hasta hacerme perder la Cordura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora