Capítulo VI

23 3 0
                                    

- Recuerdos dolorosos.

-

Corro por el prado. La estancia de mis abuelos es hermosa. Cada fin de semana venimos con Moira y nos quedamos a dormir aquí.
La busco cerca del lago artificial pero no la encuentro, lo cual me parece extraño ya que es su lugar favorito en el mundo.

Kat!- Oigo su voz a la distancia. Giro mi rostro hacia las verdes colinas y la veo subiendo por un sendero. Agita sus brazos en mi dirección. -¡A qué no puedes ganarme una carrera!- Me grita mientras corro hacia ella.
-¡Por supuesto que puedo, niña!- Llego a su lado agitada y ella me sonríe.
-Creo que tu estado físico no es el mejor- Bromea.
-¡Tengo diecinueve años, y soy fumadora!- Me excuso, y Moira no puede contener su estruendosa risa.
-Yo tengo quince, y si fuera tu, me daría vergüenza que mi hermanita menor me venciera en una carrera- Comienza a correr muy rápido. La sigo automáticamente.

El sendero es estrecho y empinado. Moira me lleva varios metros de ventaja, pero aún así, no me doy por vencida. Le sigo muy bien el ritmo. Hace dos años que comencé a fumar, pero eso no me impide ejercitarme para mantener la forma.
La cima no se encuentra lejos. Estoy a punto de alcanzarla, y decido pasarla por el lado izquierdo. Su risa me contagia enseguida. Corremos codo a codo entre carcajadas y bromas.
Moira trastabilla, se tropieza con una roca y empieza a caer por el risco. Trato de tomar su mano pero se me escapa.

Moira!- Mi grito desgarrador retumba en todas partes...

Despierto de golpe. Estoy agitada y mi frente suda demasiado.

-¿Kat?- Santiago se acerca lento hasta mi habitación, aparece por el umbral de la puerta y sonríe. -¡Buenos días, bella durmiente!- Agrega y se sienta a mi lado con una taza de café en sus manos.
-¿Cómo diablos llegué aquí?- Le pregunto. Mi cabeza está a punto de estallar.
-¿A mí me preguntas? Cuando llegué ya estabas acostada y dormida profundamente, mi cielo- Responde con suma calma.
-¡Oh, por Dios!- Tapo mi rostro con ambas manos -¡Dime qué Francesco no me trajo inconsciente hasta mi cama!- Separo mi dedo meñique del resto los dedos de mi mano derecha y lo miro de reojo por el hueco que queda entre ellos.
-¡Ay, por Dios, Katherine Miller! ¿No recuerdas nada?- Me pregunta asombrado.
-Sí, recuerdo. Recuerdo mucho- Me sumerjo en mis pensamientos por un instante. -Caminamos por la playa, bailamos a la orilla del mar, bebimos mucho Whisky... Luego nada- Respondo mientras giro mi rostro, para encontrarme con esos bellos ojos tan fraternales. Santi sonríe divertido ante mi breve historia, se acerca lento hacia mi, su nariz roza mi cabello e inhala bruscamente.
-No hueles a sexo- Afirma. Mi carcajada retumba en todo el apartamento.
-¡Eres una maldita perra!- Golpeo su hombro con el mío.
-Lo sé, cariño- Me guiña un ojo y quita el edredón de mi cama de un manotazo. -Ahora levántate que llegaremos tarde a la oficina- Agrega.

Hago lo que me dice y me levanto de un salto. Camino hacia el baño y comienzo con el proceso diario. Cojo el maquillaje del primer cajón y lo aplico en mi rostro. Sujeto mi cabello en una media coleta, dejando el resto suelto. Libero dos mechones de cabello para que caigan en mi rostro y estoy lista.

--

Llegamos al edificio más temprano de lo habitual. No tengo deseos de cruzarme con Francesco, mucho menos sin saber que diablos pasó anoche.
Mi celular vibra indicando un mensaje de WhatsApp.
"Espero que tengas un día magnífico. Te extraño y te amo."
¿Te extraño y te amo? Si, como no, maldito bastardo, pienso.
Sin responder, guardo el celular en mi bolso e ingreso a mi lugar en el mundo.
Una voz familiar me distrae. Veo sus hermosos ojos azules asomarse por el umbral de la puerta y de repente todo mal desaparece.

-¡Papi!- Corro a recibirlo. No lo veo desde el funeral, y eso para mí, es más que una eternidad. -¿Qué estás haciendo aquí?- Le pregunto. Se supone que no regresaría hasta la semana entrante.
-Pensé que nos haría bien a ambos regresar a nuestra rutina diaria- Sonríe tristemente. Y deseo, por un momento, hacer que todo su dolor desaparezca.

Dicen que los hijos nos preparamos toda la vida para ver partir a nuestros padres, pero que un padre jamás está listo para ver partir a un hijo.
Beso su mejilla y lo sigo a la sala de juntas para la reunión de éste día. Aún es temprano por lo que podemos ponernos al tanto sobre la situación con los inversionistas italianos. Estamos a un pequeño paso de cerrar el contrato de nuestras vidas.
Nuestra empresa lleva una gran trayectoria en los Estados Unidos, somos la mayor distribuidora de cerramientos y aberturas de aluminio.
Hace mucho tiempo que intentamos cerrar los contratos con ellos pero por un motivo o por otro nunca les convence nuestras ofertas. En el día de ayer, hablaron con mi padre para coordinar una reunión.
Lefran's Properties, es una gran constructora e inmobiliaria. Construyen casas y edificios desde cero y también re construyen algunos antigüos, reciclando paredes y gran parte de las viviendas. Luego las venden en su propia inmobiliaria, la cual, a su vez, vende muchísimas casas y edificios de otras constructoras.
Si logramos que nos compren las aberturas y cerramientos de aluminio a nosotros, no sólo nos esparciríamos en los Estados Unidos, podríamos llevar nuestros productos a la bella Italia.
Me encuentro nerviosa, si rechazan nuevamente nuestra oferta no creemos tener otra oportunidad.
Santiago aparece en la sala de juntas y saluda cordialmente a mi padre.

-Katherine, necesito hablar contigo- Su mirada es extraña. Asiento y me disculpo con mi padre.

Al entrar en mi oficina, cierra la puerta tras él.

-¿Qué ocurre?- Pregunto sin más. Conozco a Santiago como la palma de mi mano, sé que no interrumpiría si no fuese importante. Sonríe divertido y me confunde mucho su actitud.
-No quiero ponerte nerviosa, cariño. Pero debes saber esto antes de la junta de hoy- Responde.
-¡De acuerdo Santi! Ahora dime por favor lo que debo saber- Prácticamente lo obligo a hablar y él sonríe travieso.
-¡A que no sabes quién es el mayor accionista, y en parte, dueño de Lefran's Properties!- Su sonrisa de lado no me gusta nada.

No quiero oír su nombre. Realmente no lo deseo en este momento.

~

Bueno bellas, acá les dejo un capítulo. Les pido disculpas por la demora. Estuve muy ocupada. Más tarde les estaré publicando uno más.

En multimedia les dejo a Moira. Besos.

Abrázame muy fuerte (Hasta hacerme perder la Cordura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora