Capítulo XXVIII

193 28 0
                                    

Capítulo XXVIII:

Donde la sangre es más espesa que el agua:

Petrificado, esperó mientras los ojos del vampiro paseaban lentamente por el techo de la iglesia. Fábio frunció el ceño levemente, entreabriendo la boca y murmurando algo tan bajo que Angel no pudo escucharlo.

Luego, sus ojos se detuvieron en él, y la intensidad de su mirada lo paralizó en el sitio. Lo observaba con la misma curiosidad con la que había visto el techo, como si contemplara el mundo por primera vez, y antes de que cualquiera de los tres humanos en la habitación pudiera preverlo, el vampiro se levantó, sentándose de rodillas en el suelo.

Seth estaba a unos escasos pasos de él, mientras Fábio miraba las paredes de la iglesia, los vitrales a oscuras, las figuras religiosas y el santísimo sacramento. Observó el altar un momento más, viendo por encima del hombro de Angel antes de enfocarlo nuevamente.

¿Sabe quién soy? Esperó en silencio, con la respiración entrecortada y el pulso en la garganta. Esperó mientras la idea de haber perdido a su amigo se volvía cada vez más y más posible, mientras Fábio lo observaba en aterrador silencio, ninguna expresión en su rostro aparte de confusión.

-¿A.L? -la voz del vampiro resonó en la capilla, y Fábio hizo una mueca, encorvándose y llevándose las manos a los oídos. Alarmado, Angel intentó ir hasta él, pero un ademán de Seth lo mantuvo en el sitio.

-Más bajo, tu voz no es la misma ahora -indicó el demonio.

-¿Qué pasó? -preguntó Fábio, ahora en tono normal. Señaló con la cabeza un punto detrás de Angel- ¿Y por qué ese anciano me apunta con una pistola?

Ignoró ambas preguntas, dirigiendo una mirada a Seth, pero él seguía observando al vampiro con sorprendente precaución. Finalmente, Angel dijo la pregunta que lo acosaba en voz alta, y como sacado de un trance, Fábio enarcó una ceja.

-¿Es una pregunta capciosa o algo parecido? Claro que sé quién eres, A.L. -frunció el ceño hacia él, concentrado de nuevo- Pero te ves... Diferente.

Se le hizo un nudo en el estómago.

-¿Cómo diferente? -preguntó, tratando que su voz sonara normal.

-Todo se ve diferente, en realidad -corrigió-. Más... -Observando sus manos por primera vez, Fábio frunció el ceño, extendiendo los brazos y volteando las palmas a ambos lados, contemplando su nueva palidez- ¿Pero qué...? -sus ojos se abrieron desmesuradamente, y con manos temblorosas, el vampiro buscó la mordida en su cuello. Supo que lo había descubierto.

-¿Lo recuerdas?

Fábio tardó en responder, su mirada perdida en un esfuerzo por recordar- O más precisamente por comprender lo que recordaba.

-¿Estoy muerto? -preguntó, su voz tan temblorosa como sus manos, y el terror en esta lo hizo sentirse más culpable de lo que ya de por sí se sentía.

-Lo estuviste –musitó a través del nudo que se había formado en su garganta.

-Volverás a morir -dijo Seth, y lentamente, Fábio levantó la mirada hacia él, observándolo con ojos desorbitados-. Aunque no hay manera de saber cuándo.

La culpa dio paso a la rabia, y con las manos apretadas en puños, se dio la vuelta para enfrentar al demonio.

-¡Dijiste que eso lo salvaría! -gritó, interponiéndose entre los dos, como si Seth pensara matarlo él mismo- ¡Dijiste que—

-Angel -Trevor no subió la voz, hablando en el mismo tono tranquilo de siempre, y dio un cauteloso paso hacia él- Fábio estará bien, es un proceso normal.

Leyendas Inmortales II: Mil años másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora