Capítulo 2

799 43 6
                                    

Finnick

El viaje en el tren fue tranquilo, conocimos a nuestra mentora, Mags, a la cual admiro mucho.

Por mi parte, me empaché cuantas veces pude de la riquísima comida del Capitolio. Creo, es más, estoy seguro que es lo único bueno que tiene.

No me cansé de preguntarle a Mags que técnicas me serían útiles para cualquier momento, ya sea una lucha cuerpo a cuerpo (la cual no creo que gane si me toca contra un profesional), ya sea tirándonos cuchillos unos a otros... Lo que más me sorprendió es que a Stella no se le fue el temblor en ningún momento en el que yo estuviese presente. Pobre. Casi no emitía ningún sonido más que "si","no","gracias" y "por favor".

Le pregunté a Mags sobre los patrocinadores, a lo que ella me respondió con su voz casi inaudible por culpa de su enfermedad:

-No te preocupes por ellos Finnick, vas a tener todos los que quieras- no entendía porqué, si solo soy otro tributo más, pero bueno, no me quejo, al fin y al cabo es una muy buena noticia.

En fin, en cuestión de 2 días, casi 3 llegamos al tan esperado Capitolio, donde nos recibieron miles y miles de personas, gritando nuestros nombres, alzando sus manos e incluso llorando. A bajar del tren no sonreía, me parecía una actitud asquerosa, por lo que Mags me dio un leve codazo para que por lo menos, aparentase amabilidad por su "gran acogida".

Al fin llegamos al edificio de entrenamiento, el cual he de decir que me dejó estupefacto. Es increíblemente enorme. Y los pisos son... perfectos. A nosotros por ser del Distrito 4 nos tocó la planta número 4. No me quejo, ni de lejos. Cualquier persona de nuestro distrito estaría alucinando con estas vistas.

Teníamos una semana para prepararnos tanto física como mentalmente.
Pasamos el desfile y todas las entrevistas, en las cuales me di cuenta de que (sobretodo las mujeres) me tenían como en un altar, y fue ahí cuando me di cuenta de que en verdad no me tendría que preocupar por los patrocinadores.

Llegó el día de las pruebas individuales, no tenía ni idea de que iba a hacer, y tampoco me quedaba mucho tiempo para pensar, por lo que me decanté a hacer lo que mejor se me da. Usar el tridente.
Desde luego no fue una mala idea, porque la puntuación fue de un 9, lo que me añadió aún más patrocinadores, y como no, más enemigos.

Llegó el día de partir. Estaba nervioso, no tanto como en el día de la cosecha, lo que me alarmó, no quería tener miedo, pero tampoco quería ir de sobrado y que me matasen en el baño de sangre.
Nos pusieron el chip rastreador y nos llevaron a cada uno por separado a una habitación con una especie de ducha, en la cual me metí y comencé a subir hacia la tan temida por unos y tan esperada por otros arena.

Tan pronto me dio el sol en la cara puede divisar la arena, la cual he de decir que no me desilusionó, era parte playa rocosa que se iba alzando hasta crear un pequeño acantilado, y detrás de este se extendía una inmensa jungla.

10, 9, 8... empecé a repasar lo que tendría que hacer en los siguientes segundos. Mags me dijo que si me veía capaz que fuese a la Cornucopia, pero que no entrase en ella, que cogiera lo primero que encontrara. Y acto seguido me escondiese.

Decanté por irme a la parte de la jungla que está detrás del acantilado.

3, 2, 1... sonó el cañonazo que dio comienzo a los 65° Juegos del Hambre.

Tal y como pensé anteriormente, corrí en dirección a la Cornucopia y cogí lo primero que vi, una mochila y una cuerda la cual parecía bastante resistente, y me fui directo a la jungla, escuchando de fondo un cañonazo tras otro. Decido subirme a un árbol bastante frondoso, para que no me puedan ver en caso de que pase algún tributo por esta zona. Miro lo que hay en la mochila, agua, unas barritas para comer, un encendedor, un cuchillo y una especie de manta. Y me preparo para esa noche, en la cual veo que han caído 9 tributos, ente ellos Stella, me da pena, es decir, se veía que era incapaz de matar a una mosca, ¿porqué enviarla a los Juegos?
Sigo durante lo que creo que son 5 días en la misma parte de la jungla, cazé y me terminé el agua. Todo muy tranquilo, demasiado, por lo que me dispongo a salir de ahí e ir a inspeccionar el acantilado.

Gracias a la cuerda puedo hacer una especie de red bastante grande, la cual me ayudaría a pescar si el acantilado me lo permitía, ya que ir a la playa sería una forma perfecta para que te matasen. El acantilado no tenía nada especial, además había demasiada altura, por lo que volví al miso árbol de siempre.
Me paré a pensar que haría si me encontraba con alguien, el cuchillo que venía con la mochila no me serviría de mucho, y como si mis pensamientos los pudiese oír cualquier persona, empecé a escuchar un sonido, el cual traía consigo un tridente.

Espectacular.

Le di las gracias a Mags y me dispuse a instalar la red al lado del árbol, ¿de algo me tendría que servir no?.
De la noche anterior sabía que sólo quedábamos 4 personas, yo, los 2 del Distrito 1 y 1 del Distrito 2. Lo normal en unos Juegos.

Dormí estrañamente bien esa noche, y me sentía raro, como que después de una sema los Juegos de vayan a acabar, con, o sin mi.
Y menuda sorpresa, cuando escucho cómo mi adorada red captura a las 3 personas las cuales tenía que considerar enemigos, bajé del árbol con mi tridente no sé si sorprendiendo a los tributos por ser yo (lo que no creo) o por mi tridente. Desde luego no se esperaban verme a mi, un niño de tan solo 14 años con un tridente en las manos contra ellos, con probablemente 17 o 18 años y sin poder defenderse gracias a la red.

No me atrevía a hacerles nada, no me consideraba un asesino. Pero después de aguantar sus insultos y de más, acabé clavándoles el tridente a cada uno en el estómago. Proclamándome así, vencedor de los 65° Juegos del Hambre. Lo cual no estaba dentro de los planes de Snow, por lo que tan pronto como le fue posible me mandó a mi nueva casa de vencedor para descubrir a mis padres muertos.

Me llenó de ira, pero gracias a Mags pude contenerme y no hacer ninguna estupidez para que la acabaran matando a ella o incluso a mi.

La gira de la victoria fue un asco, no me gustaba tener que pasar por todos los distritos para rendirles homenaje a los tributos caídos. En fin, llegó el día de la cena en el Capitolio, la cena más aburrida, desde lejos. Hasta que Snow me llamó a su despacho y me dio su "más sincero pésame" por la muerte de mis padres. Tenía ganas de matarlo, como él hizo con ellos, las dos personas que más quería en todo el mundo. Pero recordando las sabias palabras de Mags, lo único que hice fue asentir con la cabeza.
Pero claro, estaba seguro que eso no sería lo único que tendría que decirme, y no estaba equivocado. Además de eso me dijo que tendría que vivir con Mags hasta los 17 años. Cosa que no me disgustó, y que a esa edad me mandarían a vivir al Capitolio para satisfacer a las capitolenses. Cosa que no entendí hasta llegado el momento.

Con mis 17 años recién cumplidos, me marché al Capitolio otro año más, pero a diferencia del resto (exceptuando el primero), sabía que no iba a volver a mi querido Distrito por mucho tiempo.

Y ahora, con mis 21 años, sigo teniendo las mismas ganas o más de matar a Snow, por mis padres, por mi y por obligarme a ser otra pieza más de sus juegos. Solo espero que esto pueda cambiar algún día.




________________________

L.

Respirar [Finnick Odair] - CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora