XVI

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Afuera nevaba. Acristaladas y diminutas esferas blanquecinas caían del cielo lentamente en una mañana que era lo suficientemente hermosa como para deleitarse. Los pinos regados de nieve se veían a lo lejos, haciendo que el paisaje fuera perfectamente divino para Bea. Con su taza de café en una mano, vislumbró un rato más la forma en la que se podía ver la naturaleza desde su ventana. Cualquiera envidiaría la vista que tenían desde aquella gran casa, apartada de la civilización. Bea adoraba pasar su tiempo libre, sus vacaciones, en esa mansión, y se encontraba más feliz aún de finalmente poder compartirlo con alguien más que no fueran sus amigos. Además, no solo se había unido Dee a su familia, estaban Warrior y Brave completándola.

Rayos de sol iluminaban por completo la habitación, alumbrando cada pequeño detalle. La noche anterior nadie había cerrado las cortinas, por lo que, por primera vez en lo que parecían años, ella pudo disfrutar ver el amanecer como muy pocas veces lo podía hacer. Apenas eran las siete u ocho de la mañana, y aquel era el segundo café que tomaba, simplemente para poder seguir disfrutando la visión del horizonte arbolado y nevoso. ¿Qué más podía pedir? Estaba envuelta por los suaves brazos de Dee, su calor manteniéndola caliente en todo sentido de la palabra, y se encontraba teniendo unos días de respiro, libre de frustración, mientras las dos se recuperaban de sus heridas.

Habían pasado seis días desde que llegaron, y de lo único que se podía quejar era el hecho de no poder salir de la cama para caminar o ejercitarse. Instantáneamente aquella molestia se desvanecía al darse cuenta de que estaba pasando más tiempo con su mujer, charlando, conociendo los disgustos de la otra, y besándose una y otra vez. Pero su interior gritaba que quería más, cada vez que la tocaba. Se estaba sintiendo nerviosa y ansiosa por que llegara finalmente el momento de estar curadas y poder recorrerse de arriba abajo la una a la otra, con muchos besos de por medio. Pero su sanación estaba yendo lento, no como la de Dee que sentía cada vez menos molestia y dolor al moverse. Aún así, sintiéndose un poco mejor, Dee nunca la dejaba. Se mantenía a su lado en la cama o la ayudaba a bañarse cuando era necesario. Dee era un verdadero ángel, y Bea aun no podía creer la suerte que tuvo al encontrarla. Lástima la situación en la que lo había hecho. Había tenido que matar a aquel hombre para apagar la rabia que sentía al verlo tocarla y tirarle al suelo. 

Pero ¿qué hubiera pasado si nada le hubiera pasado a Dee? ¿Si no la hubieran secuestrado, y a la vez, escapado de ellos luego de un tiempo? ¿Qué hubiera sido de Bea si no hubiera estado en ese momento cerca de Dee, y nunca la hubiera conocido? Seguiría igual que siempre, seguramente, una parte de ella estaría rota, vacía, y su otra parte se mantendría viva simplemente por el amor a su trabajo. En otras palabras, un ser que caminaba con un propósito en la vida, sin sentimientos de por medio. Un cuerpo sin vida, prácticamente. Pero allí estaba, su corazón lleno, pesado, latiendo por una mujer que la hizo descubrir su otra parte, aquella que estaba destruida sin esperanzas de renacer.

̶ Bea ̶ el susurro provenía de la mujer de su lado, hipnotizándola de una manera que no pudo resistirse voltearse a verla. Su piel estaba pálida, sus ojos fuertemente cerrados; un malestar que antes no estaba allí. ̶ Me siento mal.

Bea no pudo reaccionar con la suficiente rapidez. Dee se levantó casi de un salto, y tambaleándose se dirigió al baño, la descomposición tiñendo sus rasgos.

Bea se incorporó de golpe, una punzada dolorosa pinchando en su pecho sin piedad, quitándole la respiración. Pero nada impidió que se levantara lo más rápido posible para ir a ayudarla. Sus gemidos y arcadas se empezaron a escuchar antes de que se adentrara al baño. Su cuerpo estaba encorvado, desechando el poco contenido que su estómago podía retener. Aquellos últimos días tuvo constantes corridas al baño, y a penas comía más que sopa y retazos de pan. Así que, al igual que lo hizo días anteriores, Bea tomó su cabello y la sostuvo con la poca fuerza que pudo.

Protégeme {Tate Group Rescue #1} TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora